Mallorca se escapa de las llamas

AEMET e IBANAT coinciden en el papel que el «azar» ha jugado este verano en comparación al resto de países Mediterráneos

La imagen de restos abandonados de árboles caídos, también llamados biomasa, aumentan el riesgo de incendios forestales.  | JUAN LUIS IGLESIAS

La imagen de restos abandonados de árboles caídos, también llamados biomasa, aumentan el riesgo de incendios forestales. | JUAN LUIS IGLESIAS / Jordi Sánchez

Jordi Sánchez

Diez años después del peor incendio forestal jamás registrado en la historia de Balears, que terminó quemando 2.335 hectáreas (un 2% de la Serra de Tramuntana) entre los municipios de Calvià, Estellencs y Andratx, la incidencia de fuegos en los bosques mallorquines ha ido reduciéndose año tras año, hasta el punto de llevar más de cuatro años sin sufrir un gran incendio en Mallorca.

Las llamas están arrasando gran parte del Mediterráneo en zonas como Grecia, Sicilia o Argelia. Allí el fuego se está cobrando vidas humanas debido a las altas temperaturas que están alcanzando todos los países cercanos a la costa mediterránea. Sin embargo, Mallorca, también se encuentra inmersa en el riesgo extremo de padecer incendios forestales de gravedad, pero todavía no ha sufrido ningún percance.

Fuentes de la delegación de la Agencia Estatal de Metereología (AEMET) en Balears aseguran que ha habido días con un riesgo extremo, tal y como lo califica la entidad dentro de sus cinco categorías, aunque confiesan «no saber muy bien porque no ha habido aquí». La combinación entre los servicios de emergencia, la ciudadanía y el azar, tal y como apuntan desde AEMET, está resultando clave para evitar grandes incendios. Las probabilidades siguen siendo muy altas, y ciertos factores externos como el exceso de biomasa producido por la borrasca Juliette aumentan el riesgo.

Sin embargo, la tendencia reflejada en los datos de los últimos años parece arrojar un poco de tranquilidad. Según el Plan Anual de Prevención, Vigilancia y Extinción de Incendios Forestales, la siniestralidad padece un ligero descenso año tras año. En 2022, según los datos publicados por el Institut Balear de la Natura (IBANAT), se registraron 80 incidentes que calcinaron un total de 11,3 hectáreas. Según el informe, se asegura que «fue el año más positivo de toda la serie», la cual contabilizan desde el primer registro en 1970. En comparación a los datos de 2023, que recogen únicamente el período entre el 1 de enero y el 31 de mayo, se han anotado 43 incidentes que han afectado a 16,7 hectáreas. Estos datos, a primera vista peores que los del curso anterior, siguen siendo muy positivos, ya que se sitúan muy por debajo de la media anual que señalan en dicho informe, y que se ubica en 522 hectáreas. Dicha media se genera a partir de los datos obtenidos entre 2007 y 2021, por lo que la gran variación viene dada por los grandes incendios sucedidos durante ese período.

Los meses con más incidencia siguen siendo julio y agosto, mientras que en las épocas comprendidas entre diciembre y febrero la siniestralidad cae en picado. De los incendios contabilizados desde el año 2000, el 54% fueron producidos por negligencias y causas accidentales, de las que destacan más de 300 incidentes debido a fumadores.

Los bomberos sofocan un pequeño fuego ocurrido el pasado martes en Selva.  | IBANAT

Los bomberos sofocan un pequeño fuego ocurrido el pasado martes en Selva. | IBANAT / Jordi Sánchez

Joan Santana, Jefe de Sección Forestal del Govern, coincide con AEMET en relación a la ‘suerte’ que las islas están teniendo: «Es muy sorprendente, no solo en las islas, sino en toda la península. Estamos teniendo un verano muy bueno».

Santana explica que desde el IBANAT se llevan a cabo labores importantes de prevención de incendios forestales. Entre dichas labores, realizan fajas de prevención, reduciendo el combustible que se acumula en ciertas zonas y que puede prenderse, y establecen puntos estratégicos de gestión en los que el fuego, si entra, es casi imposible de parar ya.

También destaca la implicación ciudadana, asegurando que «la gente se abstiene de pedir permisos para hacer fuego». La población es consciente del peligro de ciertas prácticas, y las responsabilidades penales que pueden asumir generan todavía más precaución.

Santana también apunta un dato esperanzador, confirmando que las Balears terminaron el pasado año por debajo (80) de la media de incendios anuales, que se sitúa en unos 150, aunque también hace un llamamiento a la precaución: «Basta que haya un gran incendio para quemar el 99% de la superficie calcinada el año anterior». Hace hincapié en la cantidad de biomasa que Juliette desperdigó por las islas, asegurando que a día de hoy todavía se realizan labores para retirar los restos secos, aunque ya se han limpiado unas 14.000 hectáreas afectadas.

El riesgo continúa siendo elevado, y las condiciones ambientales siguen siendo desfavorables. Deben seguir manteniéndose las precauciones por parte de la ciudadanía y las labores de prevención por parte de las autoridades para el último tramo del verano, en el que se esperan nuevas olas de calor extremo y condiciones idóneas para volver a sufrir las consecuencias devastadoras del fuego sobre los bosques baleares.

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