Penalva: «Cursach tenía una organización criminal que daba pánico a los testigos»

El exjuez defiende sus investigaciones, acusa a Fiscalía y Policía de torpedearlas y combate todas las acusaciones: «Fuimos los únicos que investigamos para desmantelar esa organización corrupta» - Mantiene que el magnate tenía una red corrupta con funcionarios y sicarios a su servicio

El exjuez Manuel Penalva, a su llegada al juicio.

El exjuez Manuel Penalva, a su llegada al juicio. / B. Ramon

Marcos Ollés

Marcos Ollés

Amante de la caza mayor, el exjuez Manuel Penalva llegó ayer al juicio con la escopeta cargada y disparó sin ahorrar munición. En su declaración como acusado, con una petición de más de cien años de cárcel sobre la mesa, defendió con insistencia la validez y legalidad de todas sus investigaciones sobre Cursach y el caso ORA y acusó a la Fiscalía -con reiteradas alusiones a Juan Carrau- y la Policía de haberlas torpedeado para provocar la absolución de los acusados. «Los únicos que iniciamos una investigación para desmantelar esa organización corrupta fuimos nosotros», sentenció en un tenso interrogatorio de casi cinco horas del fiscal Tomás Herranz, al que también acusó de ocultar pruebas «maliciosamente» en el juicio a Cursach. Penalva combatió uno por uno todos los delitos que le imputa el ministerio público y defendió como honestas sus actuaciones y las del resto de acusados -el exfiscal Miguel Ángel Subirán y cuatro policías- frente a una «organización criminal» en la que situó a Cursach y Álvaro Gijón, cuyos delitos sigue considerando «evidentes». Sus exculpaciones y absoluciones obedecen, según Penalva, a oscura maniobras en las que habrían participado Carrau y Herranz.

El exjuez rechazó contestar las preguntas referentes a los mensajes de WhatsApp incautados, piedra angular de las acusaciones y ya anulados parcialmente por el tribunal. Y aunque eso condicionó el interrogatorio, Penalva no esquivó ninguno de los asuntos que el fiscal le puso a tiro. Uno de sus principales blancos fue Carrau, quien «participó activamente» en las investigaciones que él dirigía y acabó retirando todos los cargos contra los acusados en el juicio a Cursach. «Lo que no entiendo es por qué Carrau no está sentado aquí junto a nosotros. Ha estado en todas las investigaciones y en el caso de la ORA estaba dedicado casi en exclusiva. Todo se hablaba con él. Lo sabía absolutamente todo. ¿Por qué no está aquí? No lo sé», declaró Penalva.

Sobre el juicio del caso Cursach, acusó al propio Herranz y a Carrau de obviar pruebas de cargo importantes para desvirtuar las imputaciones. «Prescindieron de 60 testigos y de varios informes del grupo de Blanqueo. Renunciaron a intervenciones telefónicas maliciosamente y a testigos como una funcionaria del Ayuntamiento que cobró sobornos. También renunciaron a los testigos que habrían acreditado las fiestas con prostitutas y drogas para policías en Tito’s», insistió. Herranz, molesto, pasó al ataque: «Sigue sosteniendo que pasó lo que no pasó y no se le cae la cara de vergüenza», espetó al acusado.

Penalva apuntó también varias veces contra Juan Márquez y Juan Palomo, los policías nacionales encargados de las pesquisas que han desembocado en este juicio. Por un lado, les acusó de «engañar» con «mentiras y falsedades» en sus informes: «Me han atribuido mensajes que no son míos al menos en nueve ocasiones», dijo. Por otro, sostuvo que «han filtrado sistemáticamente» sus pesquisas al diario Última Hora. 

Metido ya de pleno en los delitos que se le imputan, Penalva sostuvo que no era él quien debía investigar las filtraciones a la prensa de los casos Cursach y ORA, sino que los afectados deberían haber presentado una denuncia en el juzgado de guardia. «En ninguna noticia detecté algo que no ocurriera en todos los juzgados de España. Filtraciones hubo desde el día uno, como ocurre en todas las causas mediáticas. Es que parece que ahora hemos descubierto la pólvora...», incidió.  «En estas investigaciones hay mucha gente. En caso de haberme enterado y de que fuera competencia mía, siempre nos habríamos encontrado en una investigación prospectiva, porque tendría que haber investigado a 25 personas. Yo llevaba esta macroinvestigación y otras causas. ¿Me van a decir que tenía que abrir 70 piezas separadas para investigar filtraciones? Es inviable», sostuvo. En este sentido, cargó de nuevo contra los policías Márquez y Palomo por «mentir» y «manipular» fechas en sus informes para aparentar que las informaciones periodísticas hacían referencia a causas bajo secreto, cuando no era así. 

«El fiscal Carrau participaba activamente en las investigaciones. No entiendo por qué no está aquí sentado»

Y Penalva acabó revelando que el origen de estas filtraciones a los medios eran los abogados de los propios investigados. «El caso ORA lo filtraban Salvador Perera, abogado del señor Roig, José Ramon Orta, abogado de Gijón, y Andrés Buades de Armenteras. Ya está bien de tanta hipocresía. Tengo pruebas de ello», afirmó el exjuez, que precisó que supo esto posteriormente.

Respecto al caso ORA, grueso de las acusaciones que formula la Fiscalía, Penalva defendió que la investigación comenzó por las declaraciones de un testigo sobre el amaño en 2013 del concurso de adjudicación al que dieron «plena credibilidad» y que implicaba al entonces diputado Álvaro Gijón. «Dijo que era vox populi que Gijón había amañado el concurso. Ordenamos la investigación porque no era un loco que contaba una tontería. Si no lo hubiera hecho, igual estaría ahora sentado aquí por no haberlo hecho», defendió, para añadir después que «los datos recabados abonaban la tesis que había ofrecido el testigo. «Fue un fraude como una catedral», sentenció sobre aquel concurso.

Sobre las detenciones de los miembros de la mesa de contratación, que la Fiscalía considera ilegales y por las que reclama elevadas penas de prisión, el exjuez se escudó en que fueron decisión del grupo de Blanqueo de la Policía y no suya, aunque insistió varias veces en que estos arrestos le parecen «correctísimos». 

También defendió las detenciones posteriores de los padres y el hermano de Gijón, aunque volvió a precisar que fueron «policiales». Incluso se mostró arrepentido de no haber ordenado su ingreso en prisión «porque destruyeron pruebas». Y justificó asimismo el encarcelamiento del empresario Antonio Roig, de quien reveló que a través de un conocido común llegó a ofrecerle que, «si era víctima de un sistema corrupto, lo dijera». «Luego resultó que no era tan inocente como yo pensaba. Estaba instalado permanentemente en la corrupción de las instituciones. Le llamaban ‘Toni Comisiones’», abundó Penalva.

Los «asuntos turbios» de Gijón

El exjuez negó tener animadversión hacia Gijón, al que «no conocía de nada» y argumentó que cuando elevó la causa al TSJ- «con la ayuda de Carrau», precisó- «no buscaba ni una condena ni una absolución, era una exposición de hechos». «Jamás he intentado engañar a nadie», afirmó. Admitió que nunca contempló la posibilidad de que el caso fuera sobreseído, «porque los indicios eran abrumadores», y aprovechó para pegar otro tiro: «La causa se archivó porque la Fiscalía no formuló acusación», dijo en alusión a Herranz.

«Renunciaron a testigos y ocultaron pruebas en el juicio a Cursach maliciosamente»

Penalva insistió en que Gijón «estaba implicado en asuntos muy turbios», como fiestas con prostitutas en fincas del empresario Miguel Pascual, dueño de Pabisa, y que una testigo protegido así lo reconoció. «No me cabe duda de que le han pagado para que se desdiga. Se ha intentado pagar a muchos testigos para ns acusen en falso», denunció. E incluso hizo referencia a la agenda de la madame, controvertida testigo del caso Cursach: «Digan lo que digan, es cierta», señaló. Finalmente, el exjuez negó que se presionara a testigos y acusados para que formularan acusaciones falsas. Penalva responderá hoy al resto de acusaciones y a las defensas.

La "maquinaria delictiva" de Cursach

La absolución masiva de todos los acusados no ha variado un ápice la opinión de Penalva sobre Cursach y los policías locales juzgados y absueltos, a los que ayer definió como una «organización corrupta» y «criminal», que tenía a funcionarios y sicarios a su servicio y que causaba «pánico» a los testigos. 

Penalva calificó la investigación sobre el magnate de «brutal» e «intensísima» y señaló que atendió a afectados a los que «todo el mundo había dado la espalda» cuando denunciaron el acoso policial a sus locales. «El GAP de la Policía Local de Palma actuaba como brazo armado de la organización criminal del grupo Cursach y Pabisa dando preavisos a sus locales. Son los policías a los que usted, entre lágrimas, pidió perdón», espetó el exjuez al fiscal Herranz.

Penalva afirmó que Cursach disponía de una «maquinaria delictiva que tenía amedrentados a muchos funcionarios y a sueldo a otros para hacerle el trabajo sucio». «Nadie se atrevía a declarar contra Cursach. Es normal que tuvieran miedo y que muchos se hayan retractado, porque si no les enviaban sicarios como nos han enviado a nosotros», dijo sobre los testigos que cambiaron sus declaraciones sobre el magnate. 

En este sentido, aseguró que ni él ni el entonces fiscal Miguel Ángel Subirán coaccionaron o manipularon a testigos para forzar declaraciones incriminatorias, como luego alegaron estos.

El exjuez, que también reprochó a Herranz haber prescindido de pruebas de cargo en el juicio al empresario y los policías, añadió que el magnate le espió. «Una empresa me investigaba, pagada por el señor Cursach. Si yo hubiera tenido algo, ya habría salido», concluyó.

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