La posidonia desaparecerá de Baleares si la temperatura del mar sigue subiendo

Los científicos calculan que en unos 100 o 150 años no habrá ningún lugar en el Mediterráneo donde pueda sobrevivir este ecosistema

A partir de los 28 o 29 grados de temperatura del mar la planta se muere.

A partir de los 28 o 29 grados de temperatura del mar la planta se muere. / AGUSTIN CATALAN

Redacción

Sineu acogió ayer sábado la cuarta de las cinco sesiones que conforman la Asamblea Ciudadana por el Clima de Mallorca. Los 60 ciudadanos que forman parte de este proyecto pionero en las Islas Balears pudieron escuchar ayer las explicaciones de expertos como Biel Jordà, Joan Rita, Nuria Marbà, Elena Baraza, Alfredo Barón y, Pau de Vilchez, sobre ecosistemas terrestres y marinos, agua y agricultura. Sistemas naturales que, en las islas, están amenazados gravemente por el cambio climático.

«Se está observando una tropicalitzación del Mediterráneo. A partir de los años 2050-2060, si la temperatura del mar sigue aumentando al ritmo que lo hace, la capacidad funcional de la posidonia habrá desaparecido si no se hace nada, puesto que a partir del 28° o 29° de temperatura la planta se muere» explicaron los expertos que participaron en la ponencia.

Según los científicos, la temperatura del Mediterráneo no ha dejado de subir desde los años 80, a una media de casi medio grado por década. Mantener las praderías de posidonia es crucial a nivel de protección de nuestras costas, pero se calcula que en unos 100 o 150 años no habrá ningún lugar en el Mediterráneo donde pueda sobrevivir la posidonia. «Sin la posidonia, las costas son muy vulnerables a los temporales, y podríamos sufrir impactos similares a los del temporal Glòria cada pocos años» afirmó Jordà.

Los ecosistemas son el principal mecanismo de prevención del cambio climático, tanto porque ayudan a almacenar el carbono que emitimos (mitigación), como porque nos ayudan a adaptarnos a los cambios que ya son inevitables (disponibilidad de agua, de comida, reducir las posibilidades de incendios…).

La disponibilidad de agua es uno de los factores que más pondrán en riesgo la capacidad de Mallorca para hacer frente al futuro, atendidas las predicciones de cambio climático en la cuenca mediterránea y en las islas en particular.

Jordà y Marbà añadieron que el cambio climático representa una amenaza por algunos ecosistemas marinos clave del Mediterráneo principalmente por el aumento de la temperatura. Las especies autóctonas y endémicas (que han evolucionado en el Mediterráneo) tienen una respuesta negativa al calentamiento y después de olas de calor tienen mortalidad masiva. De 2015 al 2019 hemos tenido muchas olas de calor y se han observado mortalidades masivas de todos los grupos.

Rita también mostró imágenes en las que se podía ver muy visualmente el retroceso que se está registrando en muchas playas debido a la subida del nivel del mar. «El nivel del mar también está registrando una subida continuada. Hay playas como Cala Blanca, en Menorca, en que la playa ha retrocedido 60 metros respecto a cómo estaba en 50», mantuvo el biólogo.

«La subida del nivel del mar tendrá consecuencias sobre las playas y las zonas turísticas. Los turistas no tendrán que salir del hotel para ir a la playa, tendrán el agua y la arena en el vestíbulo del hotel» afirmó el geólogo e hidrogeólogo, Alfredo Barón.

Barón también recordó que los fenómenos extremos serán más frecuentes. «Subirá el nivel del mar y ocasionará una erosión costera. Las zonas inundables son zonas que se inundan. El agua, de vez en cuando, saca los títulos de propiedad y dice ‘esto es mío’ y lo inunda», afirmó el geólogo.

Dragonera batió con 31,36º este verano todos los registros de la red de boyas

La temperatura del agua del Mediterráneo superó los 31 grados centígrados (ºC) en los meses en el trimestre junio-agosto, según los datos recogidos por la red de boyas de Puertos del Estado, que detectó una máxima histórica en la boya de sa Dragonera de hasta 31,36ºC el 24 de agosto.

Por su parte, el Atlántico no alcanzó récord históricos pero sí se superaron los máximos de los meses de julio y agosto en el Cantábrico y Canarias. Septiembre también estuvo marcado por las altas temperaturas persistentes en los mares.