Lletra menuda

Bajo el cobertizo de la precariedad

Llorenç Riera

Llorenç Riera

Aunque en este aspecto se apele poco a sus postulados, no está de más recordar que la Constitución garantiza el uso y disfrute de la vivienda. Cuestión de necesidad y dignidad. Si bien la dificultad no es eximente suficiente, siendo realistas habrá que reconocer que en el caso de Balears la Carta Magna topa con obstáculos muy enrevesados para cumplir con su cometido. Ahora mismo todo hace pensar que la Ley de Derecho a la Vivienda que el Congreso espera aprobar la semana próxima servirá de escaso alivio para rebajar la tensión de la tirantez existente entre la oferta y la demanda. Es el mercado, siempre el mercado, cuyas normas van kilómetros por delante de las disposiciones que emanan de la soberanía popular. Si lo quieren de otra forma, la insensibilidad y la incapacidad de la política para responder a la primera urgencia de la gente, con permiso de la salud.

La inminente ley estatal de vivienda se propone intervenir en las zonas tensionadas. Su anteproyecto actual establece unos baremos para controlar los precios de alquiler en las zonas en las que el coste supere el 30% de los ingresos salariales y rentas. Según esta evaluación, el 95,5% de los hogares de Balears estaría afectada por esta situación. En Mallorca, solo se salvarían zonas de los municipios de Manacor y Estellencs.

Todavía más, la recopilación de argumentos para sustentar la nueva normativa se hizo en los meses en que la inflación era todavía incipiente. No hace falta describir el incremento actual de gasto en los hogares. Otra vez los hechos han superado al cálculo, por tanto la dificultad real de acceder hoy a la vivienda en estas islas puede ser todavía superior a la apuntada. No se vislumbra el confort de disponer de casa con el amparo del salario, más bien parece estabilizarse el cobertizo de la precariedad constante.

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