Las elevadas temperaturas que se mantienen en el tramo final de octubre están impactando sobre el comercio de moda de Mallorca, y pueden terminar afectando a la campaña del Black Friday que se celebrará a finales de noviembre, al generar un importante volumen de producto que no se logran vender, según coinciden en señalar representantes de las diferentes asociaciones de este sector.

Un punto en el que coinciden los presidentes de Afedeco y de Pimeco, Toni Gayá y Antoni Fuster respectivamente, y el vicepresidente de Pimem-Comerç, Miguel Angel Salvá, es que el calor que se registra está haciendo que la venta de ropa de otoño e invierno, que es la que está actualmente en los escaparates, se limite prácticamente a los turistas, lo que provoca un serio problema para aquellos establecimientos que no se encuentran en puntos frecuentados por los visitantes extranjeros.

Esta apreciación es expuesta tanto por representantes del pequeño comercio como de las grandes superficies. La tesis señalada por Fuster es que la inflación ha limitado la capacidad de compra de los residentes en las islas, que han puesto como prioridad el gasto destinado a la alimentación y a los suministros del hogar, dejando el textil en los puestos de cola. Salvá confirma que la adquisición de ropa de abrigo y prendas de hogar se encuentra en estos momentos en niveles muy bajos.

Gayá suma un elemento adicional, y es que no se adquiere material que en estos momentos no se necesita, porque además se sabe que en unas semanas se ofrecerá a precios más bajos. Es decir, que ante las elevadas temperaturas de estos días, se está demorando la adquisición de material de abrigo a la espera de la campaña del Black Friday que se pondrá en marcha dentro de un mes. En este sentido, el presidente de Afedeco lamenta que el comercio de la isla está viviendo una situación de descuentos permanentes que perjudican al sector.

Los tres representantes de las asociaciones del comercio tradicional coinciden en que los únicos repuntes en el consumo local han venido de la mano de los bonos comerciales que han repartido las Administraciones públicas, pero lamentan que éstos se agotan en pocos días, por lo que su impacto es limitado frente a la parálisis en la que el consumo local entra cuando no existen los citados incentivos.

Por contra, los comercios centrados en la electrónica y las nuevas tecnologías presentan un elevado nivel de demanda, que hace que existan lista de espera para conseguir algunas novedades.

Efecto en el Black Friday

Esa acumulación de productos de moda sin vender hace que algunos establecimientos apuesten por una aplicación de descuentos mucho más agresivos en la moda que en la tecnología, aunque las patronales del sector pronostican que las reducciones en los precios serán, con carácter general, mucho más moderadas este año que antes de la pandemia debido al fuerte recorte que se está dando en los márgenes de beneficio.

Desde las asociaciones del comercio tradicional se lamenta que, pese a la elevada presencia de turistas de este año, los beneficios en el comercio han presentado una sustancial reducción debido al fuerte aumento de los costes vinculados al consumo eléctrico o al transporte de las mercancías.

Eso provoca, según se insiste, en que el margen para aplicar descuentos se esté viendo limitado, y se apuesta por no sobrepasar el 20% o, en el mejor de los casos, el 30% en la reducción de precios durante el Black Friday de este año, salvo en aquellos productos que quedan de temporadas anteriores y a los que se quiere dar salida para que dejen de ocupar espacio, en los que sí se podrían aplicar ofertas más agresivas que sirvan como reclamo.

Esta apuesta por la moderación en los descuentos se justifica además por la necesidad de elevar las reservas económicas en un sector que pronostica un agravamiento en la caída de sus ingresos durante los próximos meses debido a la inflación y a la paulatina reducción de turísticas, elevando la dependencia del cada vez más limitado gasto que hacen los residentes.