Ni siquiera dos semanas ha tenido que esperar José María Rodríguez, antiguo mandatario del Partido Popular de Baleares, para conseguir el beneficio penitenciario del tercer grado. La Junta de Tratamiento del CIS, donde ingresó en lugar de hacerlo en la prisión de la carretera de Sóller, ha considero que Rodríguez es merecedor de dicho tercer grado, que le permite disfrutar de día de libertad, mientras que únicamente tendrá que acudir al centro a dormir de lunes a jueves. El tercer grado es el paso previo a obtener la libertad condicional. Rodríguez debe cumplir tres años de cárcel por su responsabilidad en el llamado caso Over, en el que quedó probado una trama de corrupción para beneficiar al Partido Popular.

Rodríguez ha tenido que cambiar de estrategia para conseguir este beneficio penitenciario. A pesar de que siempre mantuvo su inocencia, negando que hubiera beneficiado con contratos públicos al publicista que realizó la campaña electoral del PP del año 2003, ahora sí reconoce que delinquió. Si no lo hubiera reconocido, o no hubiese pagado la sanción económica que le impuso el tribunal que le condenó, no hubiera tenido derecho a recibir este beneficio penitenciario.

El expolítico del PP tuvo una entrevista previa a su ingreso en el CIS con la Junta de Tratamiento. Allí expuso a sus integrantes de la Junta, compuesta por varios funcionarios del centro, su situación personal. Alegó su edad, 75 años, que se trataba de un delincuente primario, que los hechos se habían cometido hace casi 20 años, la escasa cuantía de la malversación y su papel de cuidador de su mujer, que precisa de su ayuda debido a una lesión que padece. Además, reiteró su condición de voluntario en varias asociaciones.

La Junta de Tratamiento ha considerado que todas estas circunstancias que ha demostrado Rodríguez le autorizan a beneficiarse de dicho beneficio penitenciario.

De momento no se sabe si la fiscalía recurrirá dicha decisión de la Junta de Tratamiento. Si así fuera, mientras los tribunales resuelven el recurso, Rodríguez seguirá acudiendo únicamente a dormir al centro. Si los jueces le revocan este beneficio tendrá que volver a ingresar en el centro y cumplir la pena privado de libertad como cualquier preso.

Rodríguez, a pesar de que ahora se confiesa arrepentido del delito que cometió, no arroja aún la toalla para demostrar su inocencia. Ha presentado un recurso contra la sentencia de la Audiencia ante el Tribunal Constitucional, con la esperanza de que su proceso sea declarado nulo.