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BOULEVARD

Boulevard | Los atascos son la última esperanza de salvar Mallorca

Los clanes italianos y holandeses del mercado de la droga se reparten las calles de s’Arenal al estilo de ‘The Wire’, ante el estupor de los vecinos y la pasividad de las autoridades

El ayuntamiento de Deià demanda exclusividad en el acceso al municipio tras autorizar la barbarie de Petit Deià que multiplicó su tamaño.

Sherlock Holmes sostiene que «cuando has eliminado todo lo que es imposible, entonces lo que queda debe ser la verdad por improbable que parezca». Por tanto, y una vez que Mallorca ha desaprovechado las oportunidades racionales de salvación, debe refugiarse en lo irracional. De ahí que los atascos, que caracterizan a la isla con más propiedad que sus pobladores o paisajes, se hayan convertido en la última esperanza de redención.

Que nadie me toque un atasco, son tan higiénicos para Mallorca como las algas amontonadas para las playas. Abajo las limitaciones de acceso, un entreguismo a terratenientes. Francamente, no me preocupa demasiado que los magnates tarden tres horas en llegar a las mansiones que han expoliado a los nativos deslumbrados por sus abalorios. Me alegra incluso que los propietarios de Formentor, que contaminan adicionalmente con vuelos privados, tengan que seleccionar los horarios de acceso a sus viviendas como los cientos de miles de mallorquines que pugnan por evitar el colapso de autopistas y vías de cintura.

Sacrificaos por Mallorca, lanzaos con generosidad a las carreteras públicas, contribuid a los atascos que serán nuestra salvación. Incumplid los negocios de la Dirección General de Tráfico con los restauradores de Formentor, ¿vale una consumición alcohólica o dos como salvoconducto para conducir hasta la península? Reíd con ganas ante la exclusividad que demanda entre lágrimas el ayuntamiento de Deià, tras autorizar la barbarie urbanizadora del Petit Deià que multiplicó su tamaño. Y si Sóller tiene una sola obra en marcha para incorporar a residentes extranjeros, no tiene derecho a vetar el paso a su núcleo urbano a ningún mallorquín.

Lo ilustraremos con una escena. Años atrás, entrevistamos en su casa en las afueras de Deià a uno de los vecinos importados más notorios de la isla. Era famoso por su inquietud ecológica, nos impartió una auténtica tesis sobre las urgencias medioambientales. Cuando nos hubo convencido y llegó la hora de las fotos, le sugerimos que posara junto a la piscina:

-Nooo, que es una piscina ilegal.

En un pueblo sin agua. ¿De verdad que hemos de otorgar privilegios de paso a personajes así? Y la próxima vez que la alcaldesa de Campos se queje de es Trenc en el municipio con mayor esperanza de vida de Mallorca, recuérdele que ninguna de los pueblos aquí citados mantiene Son Espases, que no tendría sentido ni con la suma de todos ellos. Si quieres la Sanidad que sufraga Palma, comparte los atascos de la capital.

Si dudan de la relación entre atascos y salvación, hasta tres presidentes insulares ya han reclamado una insólita limitación de coches, incluido uno del PP. Dicho de otra manera, todos menos Catalina Cladera a quien nadie llama Cati, porque el único punto de su agenda es autopromocionarse a interventora antes de dejar el cargo, junto a la consellera Rosario Sánchez a la que todos llaman Ro.

En la crónica social, Marga Prohens tomó posesión con su pareja Javier Bonet y Jaume Martínez en el Mallorca-Betis del campo que se llamará Visit Deià Estadi si el PSOE se lo exige al sumiso Més. A propósito, el gabinete vasco seleccionado para dictaminar que la Federación Hotelera puede prestar su horroroso Visit Mallorca entregó un enjundioso informe de cuatro folios, por unos ocho mil euros. A dos mil el folio, más barato que cualquier abogado mallorquín. Nos apresuramos a imaginar que el PSOE no consultó con Més y Podemos los pagos a un club de millonarios a sabiendas de la hostilidad de sus socios, cuando quizás le guiaba el ansia por obtener el monopolio de la operación.

Pese a que el turismo de excesos y borrachera dejó de existir gracias a un Decreto del Govern, los clanes italianos y holandeses del mercado de la droga que no leen en castellano se reparten las calles de s’Arenal tras adueñarse de ellas, al más puro estilo The Wire. Todo ello ocurre ante el estupor de los vecinos y la pasividad de las autoridades. (Déjelo aquí, no ensucie el párrafo con su tonillo de predicador ebrio en cuanto acomete esta página).

Virginia Eza fue cien por cien periodista. Le apasionaba la política, pero nunca se contagió del cinismo inherente a dicha actividad. Sus crónicas tenían la solidez de actas, rematadas fuera del papel por análisis certeros. Filtrar las ideas por su exigente cedazo racional era la mejor garantía de aproximarse a la tambaleante verdad periodística.

Reflexión dominical coadyuvante: «El crimen siempre está al servicio de los poderosos».

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