Los termómetros parecen a punto de reventar. Las brisas son escasas y cuando llegan vienen cargadas de más calor que apenas alivia frente al potente sol que abrasa día tras día. Las sombras se persiguen con una necesidad imperiosa y una botella de agua fría se ha vuelto imprescindible para poder pasear por cualquier lugar que no tenga aire acondicionado.

Baleares se derrite bajo las tórridas olas de calor de un verano que empezó muy pronto y que no parece querer dar tregua.

Las temperaturas no solo no han menguado, sino que este fin de semana han aumentado de nuevo en el marco de la tercera ola de calor que acecha a las islas. Una novedad en los últimos años, ya que normalmente estos fenómenos solo se repiten dos veces.

Sin embargo, esta situación no es tan desconocida en el archipiélago como parece. Si bien este verano marca registros muy elevados y parece hacerse cada día mas largo, no es el primero en el que los termómetros se disparan.

Un inicio prematuro

«Está siendo un verano anormalmente cálido. En los últimos 40 años ha habido solo un estío comparable con este, que fue el del 2003, y entonces se dijo que no se volvería a repetir. Se hizo un estudio sobre las posibilidades climáticas y la fecha se puso en siglos, pero se ha vuelto a repetir a los pocos años», asegura Duncan Wingen, meteorólogo y colaborador de este diario.

El verano del 2003 ha sido hasta la fecha el más caluroso en Baleares, y se saldó con 26,5 y 27 grados de media en las estaciones de Son Sant Joan y de sa Pobla respectivamente. Para comparar, el pasado mes de julio marcó una temperatura media de 26,8 grados en Mallorca y una anomalía de 2,2 grados.

«No hay que olvidar el verano de 2003, año en el que hubo 70.000 muertes prematuras en toda Europa», recuerda Agustí Jansà, doctor en física, exdirector de la AEMET y actual colaborador de la UIB. En 2022, la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó a finales del mes pasado que la ola de calor en Europa fue responsable de 1.700 muertes solo en España y Portugal.

Cabe destacar la existencia de dos grandes motivos que han provocado que la sensación térmica sea aún más agobiante. El primero de ellos haría referencia a las potentes noches tropicales. Las mínimas de este año se han mantenido por encima de las habituales, provocando que el descanso y el alivio que llegaba con la caída del sol se vieran totalmente afectados.

La siguiente razón es el prematuro inicio de este verano. El mes de mayo comenzó a presentar ya una temperaturas más elevadas a las habituales en primavera. «Ahora mismo estamos en situación de prealerta en varias zonas de Mallorca y Menorca, porque este verano no ha llovido nada y veníamos de una primavera bastante seca, es inevitable que el campo se resienta», afirma Iván Domínguez, meteorólogo de Meteoclim, quien además añade que debido a estas temperaturas no solo la agricultura va a verse perjudicada.

Si bien el Mediterráneo presenta la particularidad de sufrir sequías durante esta estación, el aumento de los termómetros podrá afectar a los recursos hídricos, debido a que el agua tiende a evaporarse y esto incrementa el riesgo de que haya menos capacidad de almacenaje de dichos recursos. «Estas características podrán provocar que las reservas de agua se resientan considerablemente», confirma Domínguez.

A mediodía el calor fue sofocante. | G. BOSCH

Una anomalía «muy alta»

Es un hecho, la subida de temperatura se nota en el ambiente y la constata la ciencia. En Baleares este verano los termómetros han marcado entre dos y tres grados de media por encima de lo normal para el Mediterráneo. «Para que se vea en perspectiva, un simple grado más en las medias ya es un problema. La anomalía que hemos tenido este año, que llevamos arrastrando desde mayo hasta ahora, ha sido muy alta», explica Jansà.

Ahora bien, el meteorólogo desmiente las afirmaciones que apuntan a que este será el verano más fresco de las próximas décadas. «Lo más probable es que nuestro próximo verano presente unas temperaturas más bajas, igual que el siguiente», señala. Lo que destaca el experto es que, ahora, estas situaciones de calor extremo, «que se pueden dar en la naturaleza» y que son «anómalas», serán más frecuentes en las islas.

«Una situación que tendría que darse cada cuarenta o cincuenta años, ahora se empezará a ver cada veinte o cada quince. Y en un futuro se podrían ver incluso cada cinco años», aclara Jansà.

Sin embargo, hay soluciones para revertir estos «extraordinarios» eventos de calor extremo. La principal, luchar contra el cambio climático.

Si bien este fin de semana ha sido calificado como «el episodio más cálido de este verano» por los expertos, se espera que en los próximos días entre una brisa fresca que consiga que las temperaturas bajen.

«Esto no implica que no vuelva a haber días de calor en lo que queda de verano», apunta Jansà.

Ahora bien, los expertos consultados apuntan a que las tan ansiadas lluvias otoñales no están garantizadas por la temperatura del mar.

«Por estadística, el mes en el que más lluvias torrenciales se producen es en septiembre. A partir del 15 de agosto comienza la época de riesgo. Es verdad que el mar está muy caliente, similar a las temperaturas que presentan boyas como la de Miami, pero esto es solo un ingrediente para que se den estas precipitaciones», señala Wingen. Asimismo, añade que es necesaria también una gran corriente de aire frío para que estas precipitaciones y bajadas de temperatura se creen.