El cardenal mallorquín Luis Ladaria pidió en dos cartas ocultar los abusos en la Iglesia
El diario italiano ‘Domani’ revela que el prelado quiso con estas misivas evitar «el escándalo público»
El escándalo de los abusos sexuales, el problema más grave del pontificado de Francisco, no acalla. La última revelación, publicada ayer por el diario italiano Domani, vuelve a manchar la credibilidad de la Iglesia al salpicar directamente a uno de los actuales ministros en el cargo del Papa argentino. No uno cualquiera, sino el cardenal mallorquín Luis Francisco Ladaria Ferrer, el hoy jefe de la Congregación de la Doctrina de la Fe. «Evitar el escándalo público» fue la instrucción dada por Ladaria para eludir que saliesen a la luz los casos de dos sacerdotes pederastas, luego condenados por vía civil, en dos cartas oficiales, ambas con sello de la Congregación de la Doctrina de la Fe. La segunda de estas misivas es inédita, según filtró Domani, que también reprodujo los documentos en su página web. Un texto es de 2012 y el otro de 2015. Fechas posteriores a las líneas guías del Vaticano difundidas en 2010, en las que la Santa Sede sostenía que se había de seguir «siempre el derecho civil en materia de información de los delitos a las autoridades competentes».
Baleares notifica a la Fiscalía cinco casos de abusos sexuales a menores en la Iglesia
En opinión de Emiliano Fittipaldi, autor de la investigación, esto demuestra la existencia de «un sistema de silencio, ya que en ambos casos no hubo denuncia alguna a las autoridades civiles», según explica el periodista. «Estas dos cartas son las que he conseguido yo, pero no puedo descartar que haya muchas más», añade. Fittipaldi también cuenta que pudo acceder al documento más reciente gracias a un allanamiento llevado adelante por las autoridades judiciales francesas, en el marco de la investigación contra el excura de Lyon, Bernard Preynat, un depravado sexual de menores en campamentos de boy scout.
De hecho, Preynat es precisamente el objeto de la carta de Ladaria del 15 de febrero de 2015 (cuando el Papa ya era Francisco, aunque se desconoce si fue informado de esta situación). En este escrito, dirigido al cardenal francés Phillipe Barbarin, el cardenal mallorquín no solo pide que «se evite el escándalo público», sino que además no impone que el caso se denuncie ante la justicia francesa, y solo insta a asegurarse de que el acusado no entre en contacto con menores. Pese a ello, un año después, algunas víctimas piden ayuda a los fiscales de Lyon, lo que en 2020 culmina con una sentencia de condena a cinco años de cárcel impartida contra Preynat por parte de la justicia gala.
Entrenador pedófilo
Caso aparte es el del cura italiano Gianni Trotta, al que Ladaria y William Levada, entonces jefe de la Congregación de la Doctrina de la Fe, reducen al estado laical por sus abusos a través de un decreto de marzo de 2012 (cuando el Papa era Benedicto XVI). Pero, de la misma forma, piden que no estalle un «escándalo». De esta manera, el caso permanece oculto, recuerda Fittipaldi. El problema es que, en 2014, Trotta se convierte en el entrenador de un equipo de fútbol y vuelve a abusar de menores de entre 11 y 13 años de edad. Hechos por los que en 2019 fue condenado a 20 años de prisión.
«La realidad es que las dos cartas demuestran que, si bien Ladaria no habrá cometido delitos penales, sin duda promovió la cultura de silencio que se concilia mal con las promesas de Francisco de transparencia», escribió, en esta línea, Fittipaldi, sobre el cardenal mallorquín, ascendido en 2017 a jefe de la Congregación de la Doctrina de la Fe.
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