Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

OPINIÓN

Se llama 'Aeropuerto de Madrid en Palma'

Aeropuerto de Palma. AENA

La felicidad escasea hasta el extremo de que el milagro de cinco horas de placer a cargo de Rafael Nadal impulsará, a los prescriptores de mascarillas a cielo abierto y pasaportes covid, a exigir que se obligue a todos los ciudadanos a tatuarse el nombre del tenista en el brazo cuando vayan a vacunarse.

Quede claro que el deportista no propicia estos excesos, bastante tiene con destrozar a Medvedev. Los oportunistas que pretenden capitalizar las migajas de su fama ni siquiera disfrutaron de su exhibición en Melbourne. ¿La prueba? Pronto habrá más personas que exigen un Aeropuerto Rafael Nadal que espectadores íntegros desde Mallorca de su última final de Grand Slam, restringida a menos de un millón de suscriptores de Eurosport en toda España.

Més ha sido el partido más sensato, al rechazar de raíz la boutade del Aeropuerto Rafael Nadal, aunque no puede descartarse que los ecosoberanistas vuelvan a capitular ante un PSOE que los maltrata con más furia que Nadal al robot ruso de Melbourne. De hecho, Armengol considera «positiva» la nomenclatura, como casi todo lo que le proponen en su lucha triunfal por hermanar a Comisiones Obreras con la Caeb y los parásitos de la sociedad civil. Sin embargo, la presidenta añade la cláusula diabólica de que «es una decisión de Aena». Es decir, de Madrid. O sea, que los mallorquines no pintan ni el rótulo en el aeropuerto de Mallorca.

Bendita sea la intervención de Nadal desde los cielos, porque refresca la evidencia de que la isla no tiene nada que ver en el aeropuerto que la define. Puesto que de denominaciones se trata, el único nombre exacto es Aeropuerto de Madrid en Palma. Así nos entendemos todos, incluso los promotores del REB enterrado por el Gobierno, y cuyo primer punto inamovible demandaba «La cogestión de los aeropuertos de Balears». Ya pueden reírse.

Lo mejor que Nadal puede hacer por Son Sant Joan no es rebajarse a prestarle el nombre más famoso ahora mismo a este lado de la galaxia. Bastaría que el tenista descolgara el teléfono y exigiera a La Zarzuela/La Moncloa que, a cambio de una recepción con fotos por la que suspiran los inquilinos provisionales de ambos palacios, se haga efectiva la participación de Mallorca en el transporte aéreo que la define. Ningún político local conseguirá jamás esta hazaña, solo al alcance de un campeón de 21 Grand Slam.

Si no queda más remedio que aportar datos, los promotores enarbolan el Aeropuerto Federico García Lorca Granada-Jaén (solo les faltó incluir Segovia) o los cuatro vuelos diarios de media del Aeropuerto Seve Ballesteros-Santander. Con todos los respetos, estos dos entes sumados operan al año menos pasajeros que el Aeropuerto de Madrid en Palma durante una semana de agosto. Por tanto, vamos con ejemplos serios y equiparables como el JFK de Nueva York el Charles De Gaulle parisino, el Adolfo Suárez madrileño o el Josep Tarradellas barcelonés. En efecto, comparten el detalle relevante de que todos los nombres propios corresponden a personajes no solo irreprochables, sino también fallecidos.

La lógica de que ser Nadal conduce obligatoriamente a patrocinar un aeropuerto es la misma que plantea cómo es posible que no se le haya concedido el Premio Planeta, si ha ganado 21 Grand Slam. O que induce a completar su inevitable Príncipe de Asturias del Deporte con los galardones de Cooperación Internacional y Ciencias Sociales. Todo se andará.

Compartir el artículo

stats