Queda inaugurado este crucero, queda clausurada esta pandemia. Se arrinconan las consideraciones epidemiológicas y solo subsisten las angustias económicas. El medio millar de casos activos en Balears, los diez mil contagios anuales y la cuota correspondiente de ingresos y fallecimientos quedan degradados a efecto secundario, un apunte estadístico.
Establecidas las prioridades, ya se puede plantear quién le pone la luz al misterioso semáforo de Boris Johnson. Cabe imaginar un supuesto hipotético, uno de esos «escenarios» que utilizan los estafadores de los servicios de estudios para no equivocarse nunca en una predicción. Londres le dice por ejemplo a Madrid que está dispuesto a fragmentar la España en amarillo, y a segregar las islas para canalizar un turismo verde.
En tal caso, Balears y Canarias permitirían el libre tráfico de visitantes, en tanto que Andalucía, el Levante peninsular, Madrid o Cataluña seguirían bloqueadas para los turistas británicos. ¿Seguro que el Gobierno aceptaría una escisión que no solo pone en riesgo la sagrada unidad, sino que además le generará quebraderos de cabeza ante la discriminación que alegarán los destinos postergados? En el lenguaje sutil o cínico de la diplomacia, es el país receptor quien ruega al emisor que emita un veredicto unánime, por arbitrario que sea.
Si se necesita alguna prueba adicional de la hostilidad de los países a cualquier indicio de disgregación, aunque vaya acompañado de una prestación económica, basta examinar en qué quedaron los «corredores seguros». Fueron muy cacareados, pero nunca materializados durante la pandemia ahora caducada.
Y al margen del griterío, el mismo alboroto resultante de desgajar Balears de España se produciría internamente, si Londres separara además cada isla del archipiélago con su color correspondiente. Fenomenal para Menorca, una perspectiva oscura para Eivissa. Y sobre todo, una situación imposible de gestionar para un Govern que íntimamente preferiría una sentencia homogénea a una reapertura del debate de Balears en cuanto entidad ficticia.
