La Unión Europea aprobó ayer la clasificación de su territorio por colores revisables semanalmente, en atención a la penetración de la pandemia. La mejoría de resultados, desde que este diario anunció la medida en septiembre, no impedirá que Mallorca continúe figurando en «zona roja» por sus indicadores de propagación de la covid.

Mallorca comparte ahora mismo su coloreado en rojo con el resto de España a excepción de Asturias, de la que Balears se distanció tras haber cosechado resultados optimistas en la primera oleada. Por fortuna para el archipiélago, los ministros que aprobaron ayer el mapa cromático por regiones se distanciaron de la propuesta de la Comisión Europea sobre las restricciones a imponer a los territorios más castigados.

La Comisión estipulaba que «las personas procedentes de una zona clasificada en rojo deberán someterse a una cuarentena o realizarse un test de covid-19 a su llegada, con la segunda opción como más recomendable». En la situación actual de Mallorca, la obligatoriedad de cualquiera de esas medidas suponía otro golpe letal para el turismo, por la obligación que imponía a los viajeros de regreso a sus países de origen. En su redactado actual, a expensas de ser refrendado por los jefes de Estado y de Gobierno, los países europeos pueden imponer limitaciones discrecionales pero no homogéneas.

La agencia continental para el control de enfermedades dividirá a la UE en los colores rojo, anaranjado, verde y gris. La inscripción en la zona de máximo peligro se corresponde con un acumulado de 150 nuevos contagios por cien mil habitantes en dos semanas, o por una tasa de positivos en relación a las pruebas realizadas que supere el cuatro por ciento.

Con una frecuencia diaria ligeramente superior a los cien nuevos contagios, Balears se encuentra ahora mismo en el límite entre la zona roja y la anaranjada en lo que respecta al número de casos por cien mil habitantes. Sin embargo, se hunde irremediablemente en la franja bermellona porque el Govern acreditó ayer mismo una tasa de positividad del seis por ciento.

El color anaranjado al que podría aspirar a lo sumo Mallorca con sus datos de covid también imponía una PCR antes de iniciar el viaje, para los ciudadanos que quieran circular libremente por territorio europeo. Este factor ha quedado asimismo en suspenso, ante la resistencia de los gobiernos a validar las imposiciones que contemplaba la Comisión.

La codiciada zona verde exige una tasa inferior al cuatro por ciento, además de un tope de 25 casos nuevos por cada cien mil habitantes que en Balears implica unos quince diarios. El color rojo solo se ve empeorado por el gris, que señala a los territorios que aportan una información insuficiente.

Mallorca seguiría quedando en manos de la voluntad de países emisores como Alemania o Reino Unido, que ya cancelaron prácticamente el turismo al examinar las cifras de su destino favorito. Aunque el rojo no lleve implícita la exigencia de medidas similares a un pasaporte sanitario, conlleva un importante daño reputacional. La experiencia acumulada durante estos meses demuestra que los viajeros se informan de la epidemiología con la misma atención que prestan a la meteorología. Este discernimiento para elegir un destino de ocio se intensifica entre los codiciados turistas de mayor poder adquisitivo, que proceden a la cancelación automática al dispararse los índices de difusión.

El mapa cromático de gravedad de la pandemia obedece a la misma pauta que la cartografía del impacto económico asociado al coronavirus. Pese a los rebrotes en otros países, Mallorca supera en contagios a las regiones europeas de las que se nutre turísticamente.