Dos semanas después del incendio que arrasó 430 hectáreas de s’Albufera, la vida vuelve a abrirse paso en el parque natural. El color negro carbón que dejaron las llamas ha suavizado la tonalidad y ya se aprecian los primeros brotes verdes en forma de pequeñas cañas que crecen con rapidez entre las cenizas de la inmensa planicie calcinada que se aprecia desde los miradores con vistas al sector meridional del gran humedal de Mallorca.

Toda la esperanza de los gestores de s’Albufera está depositada en el agua, el líquido elemento de cuya calidad depende el futuro del parque natural. Por este motivo, una de las primeras actuaciones del parque tras el desastre ambiental ha sido la de cerrar compuertas en determinados puntos para mantener la mayor cantidad de agua dulce posible en los sectores del cañizo más castigados por el fuego.

El director del parque, el biólogo Maties Rebassa, afirma que es una de las pocas actuaciones que se pueden hacer en el cañizo y tiene el objetivo de «minimizar la salinidad superficial» que presentan las aguas de s’Albufera y que poco a poco está transformando el humedal. «En pocos meses veremos si las cañas vuelven a salir con fuerza», apunta. Si no es así, será una mala señal. Tal vez la prueba definitiva de que la temida salinización avanza más rápido de lo previsto.

En cualquier caso, hay motivos para la esperanza. Y es que, según subraya Llorenç Mas, director general de Espacios Naturales y Biodiversidad, la falta de turismo en este pasado verano será beneficiosa para la regeneración del cañizo. «El agua tiene más calidad que otros años, porque los hoteles de la costa no han consumido tanto líquido de las fuentes que históricamente aportan agua a s’Albufera, como la Font de Son Sant Joan». Es decir, el humedal se beneficia del agua que no han consumido los turistas este año.

El impacto del fuego

Una vez apagadas las llamas que mantuvieron en vilo a los mallorquines durante todo un fin de semana, la dirección del parque natural inició su particular balance de los daños, con el convencimiento de que el impacto podría haber sido mucho peor de lo que fue. El fuego no alcanzó, por poco, el centro administrativo de s’Albufera, donde se acumulan numerosos restos vegetales fruto del trabajo de gestión forestal que se realiza diariamente, lo que hubiera alimentado las llamas de forma significativa.

«Las lagunas que se distribuyen a lo largo de todo el perímetro del parque ejercieron de cortafuegos naturales y fueron el mejor aliado para los medios de extinción en un terreno de difícil acceso», explica Llorenç Mas. El fuego tampoco afectó a los itinerarios públicos, que pudieron reabrir al público a los pocos días del desastre, y todas las cabinas de observación de aves pudieron salvarse, aunque en una de ellas, el Aguait des Ras, las llamas llegaron a escasos metros.

En total, se calcula que unos 900 metros lineales de cierres de madera que delimitan las zonas de pasto del ganado de s’Albufera quedaron calcinados por el fuego. También sucumbieron dos pequeños puentes que usan los técnicos del parque para salvar los canales de agua.

Todos estos elementos ya están en proceso de reparación. Se ha sustituido un tramo importante de cierres de madera y en los puentes desaparecidos ya se han instalado las nuevas bases. El Ibanat ha invertido hasta ahora unos 3.000 euros, aunque el presupuesto de reparación «será bastante mayor», apunta Mas.

Los daños medioambientales todavía son difíciles de calibrar y solo se apreciarán a largo plazo. El cañizo es el lugar preferente para la cría de algunas de las aves más valiosas de s’Albufera, como el ‘hortolà de canyet’, un pequeño inquilino del parque que está en peligro de extinción. El fuego arrasó catorce de los cuarenta nidos de reproducción que la especie había consolidado dentro del cañizo antes del incendio, según informa Margalida Roig, técnica de espacios naturales. Nadie sabe, por ahora, si esta ave podrá criar en buenas condiciones la próxima primavera.

Las llamas afectaron también de forma parcial al bosque de ribera ubicado en el Camí dels Polls, resembrado hace pocos años. El parque natural ha hecho un llamamiento a los voluntarios para participar en dos jornadas de restauración de este bosque, que se llevarán a cabo los próximos días 17 y 24 de octubre. Todas las plazas están ocupadas y hay una lista de espera de cien personas. Una prueba de que s’Albufera es un espacio muy apreciado por los mallorquines.