Evelina Miñokilish aterrizó en Mallorca procedente de Buenos Aires pocas horas antes de que entrara en vigor el confinamiento. De repente, todos sus planes se truncaron. "Vine a trabajar con toda la esperanza y las ganas del mundo. Soy profesora de educación especial y venía a trabajar con una familia para cuidar una señora con discapacidad. Pero nada más llegar me comunicaron que debido a la pandemia no iba a ser posible", relata Miñokilish.

Esta argentina de 35 años reunió todos sus ahorros para el viaje y para mantenerse dos meses por si le fallaba el trabajo que había apalabrado. Pero el dinero se ha agotado y ha tenido que acudir a Càritas. "Me están dando alimentos y también me han dado cien euros para pagar el alquiler. Todo es una incertidumbre total, pero no me siento mal. Tengo muchas esperanzas de encontrar algo, pero no puedo esperar mucho más porque tengo que comer", subraya.

Miñokilish llegó a la isla con la esperanza de homologar su título en España y especializarse en terapia asistida con perros. "Tengo nueve años de experiencia trabajando en escuelas estatales y privadas de Argentina con personas discapacitadas. Mi idea era trabajar de lo mío, pero ahora estoy abierta a aceptar lo que sea para ir tirando. Al llegar alquilé una habitación por 500 euros y este mes mi casera me lo ha rebajado a 270 euros, pero ella también necesita el dinero y no podré quedarme mucho más tiempo", explica acuciada.

Pese a todo, está determinada a salir adelante. "A veces pienso que por qué me tenía que tocar a mí justo en este momento. Cuando salí de Argentina el virus parecía solo un problema de China y mira lo que ha pasado. Pero no pierdo la fe y sé que algo va a salir. Esta es mi primera aventura en Europa y sé que al final las cosas saldrán", explica resuelta.

CONTENIDO_RELACIONADO

  • La emergencia social alcanza a Mallorca con miles de familias sin lo mínimo para subsistir

FIN_CONTENIDO_RELACIONADO