Mallorca ha entrado en fase de emergencia social, con miles de familias que apenas pueden cubrir sus necesidades básicas. La isla que lo ha apostado todo a la carta del turismo sufre con especial virulencia las consecuencias del parón de la actividad económicaparón de la actividad económica. Hace dos meses el Covid-19 vació la isla de turistas y cerró toda actividad económica no esencial. Muy pronto la crisis también fue social y en Càritas fueron los primeros en advertirlo.

"Enseguida empezamos a atender a personas que se habían quedado sin trabajo y que todavía no habían cobrado la prestación. Y otros que habían venido a Mallorca para emplearse en la temporada turística y que de un día para otro se quedaron sin opciones de trabajar. Con el agravante de que la mayoría de estas personas no tienen aquí una red de apoyo familiar", explica Bàrbara Picornell, una de las responsables de Acción de Base de Càritas Mallorca.

Ayudas de 78.000 euros

La cifra de personas que han acudido a pedir ayuda a Càritas por primera vez se ha disparado: 2.650 desde que empezó la emergencia sanitaria, que se suman a las 900 a las que esta entidad dependiente del Obispado de Mallorca venía acompañando desde antes. Asimismo, han tramitado 342 ayudas por valor de 78.000 euros para alquileres, alimentación e higiene.

"La situación es complicada en una comunidad tan hiperdependiente del turismo. Nos preocupa mucho la situación económica de mucha gente a la que estamos acompañando y que tienen menos posibilidades formativas o que no tienen papeles. Es gente que está abocada a vivir de la economía sumergida porque no tienen otra alternativa", subraya Picornell.

Esta trabajadora social subraya además que una parte de quienes ahora acuden a los locales o comedores de Càritas estaban todavía muy tocados por la crisis de 2008. "Acompañamos a familias que todavía no se habían recuperado. Remontar la crisis de 2008 costó muchísimo y acabó con una desigualdad brutal. La diferencia es que hace diez años los problemas llegaron de manera progresiva; esta vez ha sido todo más abrupto", valora Picornell.

Hay que recordar que antes de que la pandemia lo paralizara todo, Balears ya era el territorio más desigual del Estado. Según un informe de la Fundación Foessa presentado el pasado octubre, 243.000 habitantes (el 21,5% de la población), estaba en riesgo de exclusión social. Cabe suponer que la brecha entre ricos y pobres no hará más que crecer.

Hay coincidencia en que el hundimiento de la economía de Balears será notablemente más acentuado que en el resto de comunidades autónomasserá notablemente más acentuado que en el resto de comunidades autónomas por la dependencia de un sector turístico que, más de dos meses después, sigue sin recibir a un solo visitante. Y empiezan a ser muchos los que no pueden permitirse comprar los productos indispensables en un supermercado.

"Ayudamos en nuestro comedor de Inca, destaca Picornell.