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Futuro incierto para los maestros artesanos

El 'artanenc' Guillem Casellas se plantea dejar el oficio ante la bajada de pedidos ?"No sé si podré mantener el negocio", lamenta

Guillem Casellas confeccionando una 'senalla' con palmito. b. capó

Si ya es difícil para un maestro artesano ganarse la vida vendiendo sus productos, lo es mucho más en tiempo de confinamiento. Guillem Casellas es maestro artesano de la llata (palmito) de Artà. Hasta ahora ha sacado adelante a su familia con la tienda de mercería que regenta su mujer en el pueblo y donde también vende los productos que él confecciona con sus manos. Todo el proceso lo realiza él: desde la recogida en junio o julio de palmito hasta su creación final. ¿El resultado? Impresionantes cestos, bolsas de la compra, estormies, lámparas, monederos y así hasta un sinfín de productos.

Algunos de los productos que elabora. B. Capó

Desde que a finales del año pasado empezara a hablarse de la actual pandemia en China, las ventas han ido descendiendo, aunque en las últimas semanas de confinamiento se han incrementado levemente. Ahora no solo tiene que luchar contra el producto no artesanal, procedente de otros países como China o Marruecos, o con la competencia de otros vendedores de la isla, que también confeccionan sus productos, sino que también lo hace contra el Covid-19.

De momento, Casellas se encuentra confinado en su vivienda a las afueras de Artà, donde va produciendo poco a poco. Ha bajado el ritmo, ya que la producción se va acumulando en el almacén y en el establecimiento. Desde que apareció el virus, la demanda de pedidos de otros países como Francia o Dinamarca ha bajado en su totalidad.

Si hasta ahora había pocas salidas, con la cuarentena y teniendo el negocio cerrado, además de no podear asistir a los cursos que imparte de elaboración de llata en Sant Llorenç y Montuïri, a ferias y mercados, la situación se ha agravado aún más. Este artanenc reconoce que sus únicos pedidos son los que recibe de entidades como Es Rebost en Palma, a los que les ha confeccionado las lámparas, y pequeños pedidos particulares, pero "esto no da para vivir", manifiesta.

La situación se le está volviendo tan insostenible que estos días, visto lo difícil que se está haciendo poder sobrevivir en esta profesión, ha estado contemplando la posibilidad de dejar el oficio después de cuarenta años de dedicación para volver a realizar labores de guía turístico que en su niñez desarrolló en la cuevas de Artà.

Estragos de la pandemia

Casellas sostiene que si una vez solventada la crisis del coronavirus le surge esta posibilidad, muy a su pesar dejará el ofició. "Una senalleta no es necesaria para vivir". Así se expresa ante el futuro más incierto que tiene por delante un maestro artesano. Le cuesta visualizarlo. "Después [de la pandemia] la gente estará aún más tocada", exclama.

Recientemente ha consultado qué puede cobrar con las ayudas al artesano que presta el Govern y asegura que es un 75% por ciento de unos 540 euros, por lo que le quedarían unos cuatrocientos euros de ayuda. Una cantidad muy baja para mantener a una familia.

Este artanenc echa la vista atrás y señala que su próxima campaña hubiera sido la de Semana Santa, en la que elaboraba palmas de varios tamaños y a medida para pequeños y mayores. Este año esa idea se ha desvanecido de golpe.

Este maestro artesano intenta sobrevivir dentro de esta crisis económica en la que se ha visto inmerso. Y las ganas de ayudar no cesan: ha ofrecido sus servicios al centro hospitalario para confeccionar mascarillas y todo aquello que necesiten. Porque su deber, dice, es luchar contra esta pandemia.

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