Han pasado siete décadas, pero Petra recuerda aún una de las catástrofes aéreas más graves de la historia de Mallorca. Sucedió el 24 de septiembre de 1940, cuando un avión militar de fabricación soviética se precipitó sobre el colegio público de ses Escoles Velles, causando tres muertos y numerosos heridos. Fue un caso muy sonado, por las implicaciones político-militares y los rumores que ocasionó el siniestro, que algunos medios de la época atribuyeron a un sabotaje.

Lo cierto es que en esa fatídica jornada un aparato Polikarpov I-16, con sus nueve metros de largo y un solo motor, se precipitó sobre un aula de la escuela. Dos niños murieron. También falleció el piloto, que se llamaba Jaume Real, de 24 años y ascendencia petrera.

Su avión se había quedado sin combustible y no pudo salvar el último edificio del pueblo antes de lograr alcanzar la zona sin árboles para realizar un aterrizaje de emergencia. "Al principio el trauma que había dejado la Guerra Civil hizo creer al pueblo de que se había tratado de una bomba, pero yo vi cómo el avión se precipitaba. El golpe fue tan fuerte que el ruido se escuchó perfectamente a varios kilómetros de distancia, desde Ariany o Maria de la Salut. El trauma fue grande, recuerdo la gente llorando y la tristeza de esos días. Cuando cayó el avión ya no tenía fuel, de lo contrario todo hubiera ardido y de allí no hubiera escapado nadie", recordó un testigo del accidente, Toni Bestard, para un reportaje de este diario.

Los heridos fueron casi todos trasladados a clínicas de Palma donde se fueron recuperando físicamente de sus heridas. Por lo que respecta al Rata -que así se llamó popularmente al avión- sus restos se quedaron durante más de dos meses frente a las puertas del colegio, sin que nadie se los llevara; incluso algunos vecinos se llevaron partes para reutilizarlas en sus campos. Durante mucho tiempo, cada aniversario, dos aviones de compañeros de Real realizaron piruetas para recordar el suceso.