Al filo de las once horas la niebla se desvaneció y una multitud empezó a abarrotar sa Feixina, passieg Sagrera y Antoni Maura, las tres ubicaciones de referencia a las que un año más los ciudadanos acudieron para celebrar un masivo Día de las Illes Balears.

Baile, deporte, arte, glosses y talleres infantiles animaron una jornada en la que la reinó la comida. Desde productos tradicionales dispensados en decenas de tenderetes hasta los almuerzos servidos desde el mediodía en cada una de las casas regionales que se unieron a la celebración.

El día amaneció entelado por una espesa niebla que amenazó con estropear una jornada que llegaba precedida por buenos augurios de negocio, asistencia y metereología. Pero el sol fue abriéndose paso mientras se formaban las primeras colas ante los tenderetes de comida, las exposiciones abrían sus puertas y se activaban los diferentes talleres previstos.

Recintos emblemáticos como la Llonja y el patio del Consolat abrieron sus puertas al pública. También el Parlament, que recibió la visita de más de 1.500 personas en una multitudinaria jornada de puertas abiertas.

La mirada se detenía en los espléndidos ejemplares de ca de bestiar, raza autóctona mallorquina, que se exhibían en la puerta de Santa Catalina. O en las originales esculturas expuestas en el Parc de la Mar. El toque musical fue de la mano del grupo Xanguito.

En sa Feixina el tenderete de ca'n Alfredo, ganador el jueves de la competición al mejor pa amb oli del mundo, disfrutó de su fama con largas colas desde primera hora. Pasadas las 13.00 horas no cabía un alfiler en el parque, abarrotado para probar lo mejor del repertorio gastronómico de cada comunidad.

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