Una modesta familia mallorquina, perteneciente a una saga de pequeños pintores y escayolistas, ha podido pasar las Navidades tranquila tras ser absuelta de varios delitos fiscales por los que Hacienda en concepto de impuestos no pagados y multas.

Los protagonistas principales de esta historia con final feliz para ellos son tres hermanos y la esposa de uno de ellos. Como personajes secundarios aparecen algunos amigos y trabajadores del clan familiar, que también han sido absueltos.

Los hechos se remontan a febrero del 2003 cuando el patriarca de la familia y padre de los tres encausados (ya fallecido) constituyó una modesta sociedad dedicada a trabajos de pintura y yeso y venta de materiales de construcción y ferretería.

Como accionistas figuraban dos de sus hijos y su nuera. Otras personas próximas a la familia tenían participaciones muy pequeñas.

La causa de que el abuelo no pudiera constituir su propia empresa era porque una sociedad anterior le había ido mal. Su nuera explicó al tribunal que aceptó ser socia "por hacerle un favor" a su suegro, pero que nunca tuvo nada que ver con aquel negocio.

Administradora única

Para desgracia de la mujer, su suegro la nombró administradora única de la empresa y por eso la fiscalía y Hacienda reclamaban para ella elevadas penas de cárcel e indemnizaciones y multas millonarias.

El abogado Bartolomé Vidal consiguió convencer a la jueza de penal 5 de Palma, Magdalena Morro, de que la acusada, pese a la pomposidad de su cargo, "no actuó como administradora, ni en la práctica tuvo capacidad para tomar decisiones de gestión de la sociedad", de su suegro.

Tampoco la magistrada vio base para sustentar una condena de la encausada por supuesta pasividad en una empresa de la que era ajena.

Su marido también se enfrentó a duras condenas, pero fue igualmente exculpado porque era el abuelo del clan el que gestionaba la empresa.

El padre, que no podía figurar en sociedades por sus deudas anteriores, gestionaba los trabajos de pintura en obras con otro socio, también fallecido.

El resto de hermanos y otros familiares declararon que a veces hacían trabajos de pintura para su padre en calidad de autónomos, pero que tenían otras fuentes de ingresos, entre ellas una tienda de pinturas.

Los problemas legales de la familia se complicaron cuando Hacienda descubrió que, supuestamente, la empresa había hecho facturas falsas. Uno de los acusados admitió que emitió una factura mendaz, pero añadió que lo hizo a instancias del abuelo. Esta persona iba a la empresa dos o cuatro tardes al mes para llevar la contabilidad y se ha demostrado que no gestionaba el negocio.

Hacienda acusó a los cuatro familiares de defraudar casi 920.000 euros por el impuesto de sociedades de 2003 y 2004 y el IVA de 2005. En total se les imputaban tres delitos contra la Hacienda Pública y un cuarto de falsedad documental, que la jueza ha declarado prescrito.

La sentencia es muy concluyente en sostener la inocencia de la familia acusada.

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