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Opinión

Matas venía a limpiar el PP

Matas venía a limpiar el PP

Jaume Matas llegó a la presidencia del PP balear para limpiarlo de la corrupción de la era Cañellas. O mejor, llegó al Consolat sin pasar por unas elecciones, gracias a la corrupción del mandato de su predecesor. El regenerador duerme hoy en la cárcel por corrupto convicto y confeso.

Matas acumula seis condenas, con una séptima ya aceptada. Ha cometido una veintena de delitos probados. En la mayoría de los casos ha confesado su corrupción, todavía le queda un juicio de relumbrón por Son Espases. Más de medio centenar de jueces, con destacados miembros del Supremo en el reparto estelar, han condenado al ministro mallorquín de Aznar en todos los casos en que ha sido juzgado. Sin excepción.

El currículum delictivo de Matas incluye el cohecho vulgo soborno y la malversación o sustracción de fondos públicos, que un profano podría confundir con robar. Sin embargo, hasta en una persona con tan envidiable historial, el número de delitos no cometidos siempre superará a los efectivamente perpetrados. De ahí que el president preso se refugie campanudo en que no ha falsificado moneda. Nunca fue culpable presunto, siempre presuntuoso.

Matas no mató a Manolete, pero se enardece en la construcción de su mito, hasta el punto de convencerse de que los encarcelados deberían ser todos los demás. Por ejemplo, al declarar ante el Congreso que "no ha habido financiación ilegal del PP". Pues bien, el cuñado al que nombró gerente como Calígula, efectuaba pagos en billetes de 500 euros en la sede del partido. Recibió la condena pertinente, evocada además por el propio Matas en su penúltimo juicio.

Un gobernante con siete condenas a cuestas se remite a "un error con Urdangarin". O se escuda en que sentía la "obligación moral" de sufragar con fondos públicos al autor de la campaña electoral privada del PP. El delito ético es un reto a los teóricos del Derecho, pero Matas insiste en que enjugar gastos de su partido con partidas del Govern no es financiación ilegal.

Si no escuchas a Matas, te engaña. Si le escuchas, te miente. Solo ha ganado unas elecciones en su vida, y ha confesado que aquel 2003 falsificó los comicios al presentarse con una campaña pagada a escote por todos los contribuyentes de Balears, fueran o no votantes del PP. Peor todavía, consiguió perder el Govern pese a que volvió a envenenar la contienda electoral con dinero ajeno en 2007. Los ciudadanos no lo querían ni pagando.

La única habilidad innegable del policorrupto Matas consiste en haber evitado que ningún operador judicial o parlamentario le efectuara un interrogatorio en condiciones. Castro lo resumió en "el señor Matas ha venido a burlarse de los simples mortales". Horrach se estrelló en dos intentonas, la primera por culpa de la impertinencia de la presidenta del Tribunal. Y el Congreso también se quedó ayer sin respuesta. Matas se las prometía muy inocentes en 2010. Fue entonces cuando Antonio Basagoiti, presidente del PP en Euskadi, formuló una sentencia ejemplar. "Matas es un chorizo, un jeta y debería pedir perdón público". Todo se ha cumplido, la cita vale más por sí sola que cualquier artículo.

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