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Financiación

El nuevo Govern precisa 850 millones para hacer frente a sus promesas y pagar el legado de Bauzá

Es el dinero necesario antes del fin de 2016 para cumplir los objetivos de déficit, abonar los compromisos asumidos y pagar las medidas preelectorales del PP

Barceló, Jarabo y Armengol negocian el futuro del Govern. B. Ramon

"Van a tener que hacer crowdfunding para pagar lo que se debe y lo que prometen". La frase es un chiste, una referencia jocosa al crowdfunding, esa nueva vía de financiación a través de préstamos y donaciones de amigos y mecenas que usan hoy para empezar muchas empresas jóvenes y partidos de nuevo cuño como Podemos. La broma la hace uno de los mejores fiscalistas de España, que vive y trabaja en las islas. Su nombre suena para ocupar la Conselleria de Hacienda, aunque, como casi todos los economistas especializados en cuentas públicas que suenan para el cargo, no aceptaría el puesto ni con una pistola apuntándole al pecho. De hecho, tres de los mejores candidatos a liderar un departamento clave en los tiempos que corren, ofrecen idéntica respuesta al ser consultados por este diario: no quieren ver la Conselleria de Hacienda ni en pintura.

La razón es simple, y la explica otro economista, este afín al PP, buen conocedor de las cuentas que lega el Govern Bauzá: "La única tarea del próximo conseller de Hacienda no será gestionar los recursos, sino buscar pasta, porque, seamos honestos, no hay. Con lo que hay no da para cumplir los objetivos de déficit que nos imponen, y mucho menos para pagar algunas ocurrencias que empiezan a salir de las conversaciones para formar gobierno". Así que el nuevo Govern no nace con un pan debajo del brazo, sino con mucha hambre de acción y un marrón de aúpa entre las manos: hasta finales de 2016 necesitarán nada menos que 851 de euros para afrontar los compromisos que lega como herencia José Ramón Bauzá, al tiempo que se cumplen las promesas que están haciendo los tres socios que negocian la presidencia (PSOE, Podemos y Més) y se cumplen los objetivos de déficit y deuda que exigen Madrid y Bruselas, ineludibles si se quiere seguir recibiendo dinero del Estado para financiar los servicios básicos de las islas.

El gran "marrón"

¿Son conscientes del reto quienes tienen que asumirlo? Pues algunos sí, aunque por sus promesas de nuevo gasto a veces no lo parezca. Responde una figura clave de Més: "Sabemos que no hay dinero, y somos conscientes de que encontrar a alguien para Hacienda va a costar mucho. Cualquier técnico serio dirá que no, conociendo el marrón que hay y viendo encima que se habla de bajar sueldos, con lo que cobrarán menos de lo que gana hoy cualquiera de ellos".

¿Para tanto es lo que unos y otros llaman "el marrón"? Para tanto y para más. Piensen que Bauzá pasará a la historia como el presidente del TIL y de los recortes draconianos, después de haber recortado menos de 150 millones (heredó mil millones de déficit y lega 450, pero por el camino se ha beneficiado de un modelo de financiación nuevo que aporta 400 millones al año). El nuevo Govern tendrá que recortar el déficit en 370 millones adicionales. Si cumplen, con los servicios públicos al límite de lo que acepta la ciudadanía, la escabechina de Bauzá habrá sido una leve caricia al lado del navajazo pendiente. Y no hay mucho que se pueda hacer al respecto. Balears cerró 2014 con un déficit de 450 millones, el doble de lo permitido. Es decir, gastó 450 millones más de lo que ingresó. Pues bien, el Gobierno central y los socios europeos exigen que a finales de 2015 ese déficit sea de 189 millones (el 0,7% del PIB). ¿Lo será? Los cálculos que maneja el Govern Bauzá apuntan a que "o se corta gasto ya" o se cerrará el año con un déficit de cerca de 400. Otra vez más del doble de lo permitido. Y peor será en 2016, cuando el déficit máximo será de 90 kilos (0,3% del PIB). Así que habrá que reducir el agujero en 370 millones en menos de un año y medio. "Es imposible", coinciden, quizá por primera vez, en el PP y en los partidos que gobernarán.

¿Alternativas? "Hacemos como Varoufakis", dice serio un cargo de Més, que se refiere al ministro griego que ha decidido no cumplir y tiene al país al borde del colapso. Algo parecido pasaría en un escenario de incumplimiento en Balears: si no se asumen los objetivos de ajuste fiscal, el Gobierno central deja de financiar el exceso de déficit. O traducido: si se acaba 2016 con más de 90 millones de desfase entre ingresos y gastos, todo lo que supere esa cifra no tendrá financiación estatal. Habrá que buscarlo más caro en los bancos (el Estado lo presta ahora al 0%) y pagar más intereses, o hacer que quienes financien sean los mismos que lo hicieron al final del anterior Govern de izquierda (Antich, 2007-2011): que adelanten dinero los proveedores por la vía de no cobrar lo que se les debe.

Aunque el déficit no es el único problema que amenaza al Govern entrante. Tienen el detalle de todo el dinero preciso en el cuadro que acompaña a estas líneas, pero como resumen quédense con que, a esos 370 millones de recorte de déficit pendiente hasta 2016, hay que sumarle dos partidas muy gruesas: la herencia de Bauzá y las promesas de los que llegan.

Primera, la herencia de Bauzá: en los últimos meses, el president, en plena fiebre electoral, se puso a devolver salarios retirados a los trabajadores públicos, una medida que costará el año que viene hasta 60 millones de euros, si al final también entran en el acuerdo de recuperación los profesores. Que los sindicatos lo intentarán: "Lo que no íbamos a aceptar es que solo los médicos recuperaran su carrera profesional [con el compromiso de último minuto de Bauzá]. Y vamos a seguir peleando por recuperar los salarios, hemos hecho muchos sacrificios y los sindicatos, gobierne quien gobierne, vamos a seguir haciendo sindicalismo, protegiendo a los trabajadores", avisan en UGT.

Pero esperen, que la cuenta sigue con más herencia del president derrotado en las urnas: presupuestó 80 millones de convenios con el Estado que no llegarán, por la sencilla razón de que no han llegado ninguno de los dos años anteriores, cuando hizo lo mismo. Con lo que el líder que más se ha quejado de la herencia lega 450 kilos de déficit y otros 140 de marrones en forma de decretos preelectorales y fallos presupuestarios.

¿Cómo pagarán las promesas?

Aún queda la segunda fuente de preocupación para quienes tengan que cuadrar las cuentas: los compromisos que están asumiendo los socios llamados a gobernar. Que no son pocos. También los tienen desglosados y cuantificados arriba, aunque se sintentizan en una cifra: implican de partida un palo de 350 millones más al presupuesto de la comunidad balear. ¿Tanto han prometido? Pues la verdad es que sí. Hay hambre de cambio, y la preocupación por la situación extrema que viven miles de personas ha forzado compromisos que estaban en los programas. Uno de ellos es la renta mínima, que costará 60 millones al año y garantizará a quien no tiene ingresos un renta mensual cercana al salario mínimo (648 euros). Pero hay más. Solo recuperar los más de 2.200 profesores y sanitarios liquidados por Bauzá supondrá 81 millones de coste anual. Y recuperar las tarjetas sanitarias para 20.000 inmigrantes, otros dos millones. Rehabilitar Son Dureta cuesta entre 10 y 15 (14 era el proyecto de Bauzá). A todo ese se suman las promesas hechas por PSOE, Podemos y Més en sus pactos para el Consell y el Ayuntamiento de Palma, como reclamar lo que se debe por ley de capitalidad (30 millones al año que pagaría el Govern) o lo que dicen que ha recortado Bauzá a los Consells (40 millones al año, más 125 de adelantos pendientes de 2009). Total, 851 millones a conseguir en año y medio. Más de lo que cuesta pagar el sistema educativo balear (800 millones al año). O 227 millones más de los que cobran los 27.000 trabajadores públicos al servicio de Balears (626 millones en 2015) . "Hacer lo que dicen es imposible", recalcan los fiscalistas del PP. "Realmente es imposible", coinciden quienes dentro de los partidos que van a gobernar conocen las cuentas. "Irrealizable", zanjan los fiscalistas mejor documentados. Así que quizá no sea tan mala idea lo del crowdfunding.

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