En 1999 la familia Truyols Rovira decidió poner a la venta algunos de los elementos decorativos, muebles y obras de arte de sus propiedades más emblemáticas: Can Puig y el Castillo de Bendinat. La operación era tan suculenta que se encargó de pilotarla un firma de subastas de fama mundial, Christie’s. Pues bien, en un día habían vendido objetos por valor de 600 millones de las extintas pesetas, unos 3,6 millones de euros.

Años después el edificio y sus quinientos años de historia cambiaron de manos, para acabar en poder de un inversor belga, antes de que en 2009 se hiciera con la mansión la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM). El estallido del ladrillo había empezado y ya nadie pensaba en conseguir 3,6 millones de euros en un día vendiendo muebles y lámparas de más de 850.000 pesetas.

La CAM intentó sin éxito gestionar la venta del edificio. Lo sacó a subasta en agosto de 2011 por ocho millones, pero no llegaron ofertas. La jugada fue un fracaso para una CAM que el año pasado desapareció como tal, para ser comprada por el Banco Sabadell, entidad mediana devenida gigante gracias a su capacidad para ser prudente antes de la crisis e irse de compras durante la tormenta financiera. Ahora el Sabadell y su inmobiliaria Solvia se apuntan un tanto al cerrar en cinco millones la operación de venta más cara de la zona durante esta crisis. Inversores ingleses harán allí pisos de lujo (cinco o seis), mientras Zara y H&M siguen explotando los bajos comerciales a los pies del Born.