"Si todos los marinos fuesen como el almirante Marcial Sánchez-Barcáiztegui la mar sería una balsa de tierra y en tierra no habría problemas", comentó un buen día alguien en uno de los pantanales del puerto de Palma. ¡Y cuánta razón tenía! La verdad es que este navegante de uniforme, ilustre marino y regatista internacional, era una persona muy admirada y respetada, tanto en los puertos que visitó como en los que estuvo destinado.

El mar llora su muerte. El almirante falleció ayer a los 92 años de edad. Su vida estuvo permanentemente ligada al mar, la vela y la Armada. Durante este fin de semana se disputó en el Real Club Náutico de Valencia la competición náutica que lleva su nombre. En 1988, el RCNV, instauró el trofeo Almirante Marcial Sánchez-Barcáiztegui, que posteriormente pasaría a llamarse Trofeo S.M. la Reina de Vela, con el fin de que Valencia disfrutara de una regata relevante para rendir homenaje a la Armada Española.

El almirante, hijo ilustre de una saga de marines, nació frente al Atlántico, en la localidad gallega de El Ferrol. Pero tras muchos años surcando aquellas aguas se convirtió en mediterráneo. De sus 92 años, 40 los pasó en Mallorca. Ha sido considerado como uno de los personajes más relevantes del mundo de la vela española. Además, tuvo un papel fundamental en la difusión de este deporte náutico en España y fue el impulsor de la clase Snipe de la Armada.

Todos los navegantes y marinos que le conocieron lo consideran como un gran amigo. Por eso, lamentan profundamente su pérdida. Le recuerdan como alguien que nunca incumplía la reglamentación y que a pesar de tener una mano dura, siempre sabía quitar hierro a los problemas que se producían. Dicen que para conocer al verdadero Marcial, había que navegar con él, especialmente en un velero. El snipe, una tipo de embarcación de vela ligera, era su barco favorito.

El almirante sabía que a bordo tenía la responsabilidad y el mando de llevar a buen puerto su buque. Lo cierto es que a la hora de mandar no ocultaba su rango, motivaba a sus tripulantes para que trabajasen en equipo, para que no faltase la mejor intendencia a bordo. Una actitud que siempre fue sumamente agradecida por sus compañeros de regata.

Sánchez-Barcáiztegui participó en sucesivas ediciones de la Copa del Rey de Vela y del Trofeo SAR Princesa Sofía. Sin duda, para él, era las dos citas anuales más importante de vela. Su mejor rasgo era la deportividad, de la que siempre hizo gala, incluso cuando el viento no había soplado a su favor. Hoy su casa está llena de trofeos que recuerdan a su familia su talla de campeón en la mar y de caballero en la tierra.

Siempre fue uno de los miembros del mundo de vela más apreciados por la Familia Real. De hecho, el pasado verano, durante la celebración del 30 aniversario de la Copa del Rey, el Rey brindó unas palabras muy cariñosas para el ilustre marino.

El almirante siempre contó con el apoyo de su familia. Tanto Margarita, su esposa, como sus dos hijas han respetado la gran dedicación y pasión que Marcial tenía por el mar y los barcos. Lo peor para sus hijas era las largas ausencias de su padre. No obstante, a su vuelta las compensaba con grandes dosis de cariño y humanidad.

Pese a su avanzada edad, el almirante siguió a pie de cañón. En los últimos años mantuvo una intensa actividad, ya que fue delegado de vela de la Armada hasta 2011, siendo nombrado delegado de vela permanente honorífico. En la actualidad presidía la Comisión Naval de regatas de Balears y aún acudía a su despacho en la base naval de Portopí. Además, desde 2005 era socio de honor del Real Club Náutico de Palma.