El volcán del cerrojazo aéreo las puso en el centro de una actualidad de la que el crecimiento del aeropuerto las había borrado. Pero ni con esas: las navieras siguen tocadas. Los números describen con crudeza el momento crepuscular que vive el transporte de pasajeros por mar. En dos años, Acciona-Trasmediterránea y Balearia, las dos únicas compañías que operan con carga y viajeros en Mallorca, perdieron a uno de cada tres clientes: de los 1,05 millones de usuarios que movieron en 2007, su año de mayor gloria y récords, se pasó de sopetón a los 711.715 viajeros del año pasado. A las cuentas del puerto se le esfumaron así en muy poco tiempo 338.000 pasajeros y sus respectivas tasas portuarias, en un batacazo que redujo la clientela del puerto de Palma en un 32%.

Y bajando. Porque si 2009 fue malo para Acciona-Trasmediterránea y Balearia en lo que a pasaje se refiere, peor está siendo 2010. El año empezó con tres descensos interanuales consecutivos en la afluencia de viajeros a Mallorca por vía marítima: al 15% de caída de enero siguió un 16% de pérdida de pasaje en febrero, antes de que se cerrase el peor primer trimestre para el negocio marítimo en veinte años con otro recorte del 8% en la cifra de pasajeros, según los datos de la Autoridad Portuaria, cuyo presidente apuntaba hace unos días a este diario que el moderado 8% de caída de marzo parece indicar que el desplome está a punto de tocar suelo.

Pero el hecho es que aún no se ha llegado al fondo de una crisis en la que desde hace dos años cada dato es peor que el anterior. Por ello, aunque el descenso sea más lento, la caída sigue y es ya tan acentuada que no tiene precedentes en la historia reciente del puerto de Palma. Es preciso remontarse a 1998 para encontrar una cifra de pasajeros tan baja como la de 2009. Y eso son once años de crecimiento arrojados por la sentina en solo 24 meses de crisis y descomposición del negocio marítimo.

La crisis económica podría explicar por sí sola el hundimiento, pero no lo hace: el desplome de las rutas con origen y destino en Palma no encuentra equivalencias en ningún otro puerto español. Y no resulta extraño que así sea, dada la magnitud del golpe en Mallorca, que mueve en la actualidad menos pasajeros que en 1989. Tampoco se han documentado retrocesos similares en otros medios de transporte. Ni siquiera en el tráfico aéreo, que, pese al aluvión de quiebras de aerolíneas y el cúmulo de malos datos turísticos, aguantó el tipo: el aeropuerto de Son Sant Joan perdió en los últimos dos años el 8,6% de sus pasajeros, cifra gruesa y golpe doloroso que se torna suave caricia cuando se compara con el 32% de descenso de actividad en los muelles de pasajeros de Ciutat.

Más que una crisis económica

La contundencia de los números obliga a buscar las razones que explican el vigor menguante de las navieras más allá de una crisis económica que afecta a todos los puertos y aeropuertos. Surgen así varios factores diferenciales que confluyen para agravar la crisis. Los apuntan empresarios, transportistas, sindicalistas y técnicos, que coinciden en culpar a la crisis del zarpazo más lacerante para las cifras del Puerto, pero difieren a la hora de añadir factores. Mientras en sindicatos y empresas de transportes hablan de pérdida de competencia y subida de precios tras la desaparición de la naviera Iscomar, en instituciones como la Cámara de Comercio aluden fundamentalmente a la recesión y sus efectos sobre el consumo: "Las cifras de pasaje están muy vinculadas a la afluencia de turistas, que, salvo algún fóbico al avión, se decantan por el barco cuando tienen que viajar con vehículo. Y en crisis, pues la gente viene menos y sale menos", apunta el presidente de la Cámara, que como el máximo responsable del Puerto, Francesc Triay, subraya que la subida de tarifas de las navieras no es más que la adaptación de los precios a la realidad tras la desaparición del gran agente distorsionador del mercado: Iscomar.

La influencia de Iscomar parece así decisiva a la hora de explicar la desbandada de pasajeros. Porque con Iscomar y sus deudas impagadas se fue a pique la compañía que más presionaba a la baja sobre el precio del billete. La naviera en proceso de desintegración aprovechaba su morosidad con la Seguridad Social, Hacienda, puertos y proveedores para operar a tarifas tan bajas que Acciona y Balearia tuvieron que tumbar sus precios hasta casi meterse en pérdidas para competir. Competían con una empresa al borde del dumping, sí, pero competían.

De ahí que el fenómeno desencadenado por la catarsis de Iscomar haya sido justo el inverso: de golpe, la competencia por tarifas se ha reducido de modo drástico, provocando un fuerte encarecimiento en los billetes. Los precios del transporte subieron así en dos años un 13,9% en Balears, un aumento seis veces superior al del coste de la vida que refleja el IPC, cuyas tablas describen la comunidad balear como la que mayor inflación sufre en el transporte. A ella se refiere el gerente de la Federación de Transportistas, Salvador Servera, que recuerda que más allá de los efectos del petróleo y sus fluctuaciones, el fin de la batalla casi a muerte entre navieras ha alumbrado un oligopolio pacífico caracterizado por la escasa competencia. "La realidad es esa, guste o no: Iscomar no pagaba a nadie, pero en cuanto ha desaparecido se han subido tarifas", le respalda Pep Juárez, del sindicato CGT.

Tarifas menos competitivas

La consecuencia directa es que el barco ha dejado de ser alternativa para quien viaja sin el coche a cuestas: la conexión marítima de ida y vuelta con Barcelona, que cuesta en pleno agosto un mínimo de 100 euros, sale por apenas 40 en avión, según los precios recabados en las propias navieras y aerolíneas. Menos opciones tienen quienes deciden moverse con su vehículo. Ahí la subida de tarifas es inevitable: la diferencia de precio entre Acciona y Balearia por un viaje de ida y vuelta a mediados de junio es apenas del 3,8% (327 euros frente a 340, en uno de los observados por este diario), una variación mínima y casi idéntica a la contrastada para julio y agosto. La única opción para reducir gastos de viaje es así la previsión: "Estamos ofreciendo los mejores precios posibles. Y hay ofertas muy buenas para quien compra con antelación", aconsejan en Acciona, que asegura que mantendrá su compromiso con Balears pese a la crisis.

Horarios calcados

Aunque no solo los euros explican la debacle en las cifras de pasajeros. También la escasez de alternativas horarias derivada de la presencia de solo dos navieras en Mallorca. Y ese es el segundo factor que aclara la caída. Con la desaparición paulatina de los fast ferrys a principios de 2009 se aceleró el descenso en el movimiento de pasajeros, condenados a unos horarios de conexión con Barcelona y Valencia casi calcados entre Acciona y Balearia –que obtienen el grueso de sus ingresos de la carga y programan los horarios en función de ella–. Se llega así a la paradoja que atrapa ahora a las navieras, obligadas por la crisis a racionalizar costes recortando servicios, pero castigadas precisamente por ello con un desplome de actividad que golpea en sus cuentas de resultados.