La ciudad de Inca, situada en el mismo corazón de la isla de Mallorca, es un lugar ideal para descubrir y vivir en primera persona la forma tradicional y mediterránea de entender la vida y el día a día. Con el peso de la milenaria historia de sus habitantes, de sus calles, tradiciones y edificios, despierta cada día con la tranquilidad y sabiduría que sólo los años y las generaciones que han perfeccionado esa forma de vida encaran cualquier acto cotidiano.

Sin embargo, esta autenticidad que caracteriza la ciudad se esconde a una primera mirada despreocupada poco inspirada. No obstante, tan solo es necesario acercarse y prestar atención para descubrir el verdadero corazón de Inca, su razón de ser y su maestra cotidianidad. Una conversación con cualquier comerciante, el sonido de sus calles, la cultura patrimonial que esconde su arquitectura, el sabor de los platos tradicionales en un ‘Celler’, conforman esos pequeños descubrimientos, milagros casi, sólo al alcance del visitante más inspirado.

En este sentido, conviene destacar que el acto de viajar, de conocer, de interesarse por algo desconocido nada tiene que ver con la proximidad o familiaridad del que lo hace. El turista o el visitante ocasional lo es donde y cuando quiere; en tu misma ciudad puedes ser un turista. Y eso es lo que diferencia al que busca que cada acto de su vida o de su día a día sea intenso o, por el contrario, sea una sucesión de anodina cotidianidad.

Precisamente ahí recae la responsabilidad del turista: la búsqueda, la necesidad del aprendizaje, del conocimiento, de la fusión con el entorno y de compartir y vivir el ritmo de una ciudad que tiene tanto que ofrecer como Inca. La historia de Inca se remonta al siglo I a. C. con la llegada de los romanos a Mallorca. Su situación estratégica la convertirá en un lugar de encuentro y puerta de entrada a la Serra de Tramuntana. Además, destaca por tener un gran pasado artesanal, sobre el cual se cimentará desde finales del siglo XIX una importante industrialización que dará a conocer la ciudad por todo el mundo, gracias a sus zapatos. 

Así pues, para conocer el origen de la ciudad y su principal industria tan solo hay que visitar el ‘Museo del Calzado y de la Industria’, que cuenta la historia del zapato y de sus industrias auxiliares en Mallorca, desde el siglo XIII hasta la actualidad. Otra visita obligada es el mercado semanal de los jueves, el cual se remonta también al siglo XIII y se ha consolidado como uno de los más populares de Mallorca. En él se pueden encontrar productos locales, artesanía, textil, alimentación y plantas. 

Otro de los atractivos de la ciudad es su centro comercial “a cielo abierto” ubicado en el casco antiguo de la ciudad, donde además de realizar algunas compras también podrás visitar el centro cultural ‘Sa Quartera’, el Mercado Cubierto o la Iglesia de Santa María la Mayor. Por último, no hay mejor manera de terminar la ruta por Inca que comiendo en uno de los típicos ‘Cellers’ (restaurantes) de Inca, donde se pueden degustar platos típicos como el frito mallorquín, las sopas mallorquinas o el lomo con col, entre muchos otros.