De los egos inflados a un yo saludable

Susana Martínez Lustres

Susana Martínez Lustres / DM

Los EGOS, en cualquier organización, se manifiestan enseguida cuando los individuos tendemos a realizar una manifestación de nosotros mismos un tanto exagerada, de vez en cuando, de nuestras habilidades o logros. Dicen algunos que el ego no es más que una protección ante la debilidad o la falta de seguridad, aunque lo que sí es real, es que esta percepción inflada puede manifestarse de diversas maneras, como la necesidad de atención, la búsqueda de reconocimiento constante, la resistencia a la crítica o la incapacidad para admitir errores.

En cualquier organización, los egos pueden afectar negativamente la dinámica de trabajo, las relaciones interpersonales y el rendimiento general de la empresa. Estos egos inflados pueden estar estrechamente relacionados con diferentes posiciones de liderazgo donde estos egos desmedidos pueden llevarnos a un liderazgo un tanto autoritario, manifestar una falta de empatía hacia los equipos, o accionar decisiones impulsadas por el ego en lugar de la lógica y una cultura organizativa.

En cualquier organización, donde los objetivos y metas se entrelazan con las dinámicas humanas, la gestión del yo, de los egos, emerge como un factor crítico para el éxito. Este término, que abarca la autoconciencia, la autoevaluación y el autocontrol, se convierte en un pilar fundamental para un buen funcionamiento organizativo. Sin embargo, una de las mayores amenazas para esta gestión eficaz del yo son los egos desmedidos.

Deberíamos tener en cuenta, que la no gestión positiva de los egos individuales nos lleva a un sinfín de problemas que obstaculizan el progreso y la armonía. Estas desventajas se manifiestan de diversas formas, desde la falta de colaboración y comunicación hasta la disminución del compromiso y la productividad.

Identificar las desventajas de los egos es importante para poder reconducir a las organizaciones y a sus equipos hacia el camino del entendimiento de la empatía y de la comprensión, ya que sólo nos lleva a:

  1. Competencia destructiva: Cuando los egos están fuera de control, la competencia entre los miembros del equipo puede volverse destructiva. En lugar de trabajar juntos hacia un objetivo común, los individuos pueden priorizar su propio éxito personal, lo que lleva a tensiones internas y resentimientos.
  2. Falta de colaboración: Los egos inflados pueden obstaculizar la colaboración efectiva entre los miembros del equipo. Las personas pueden volverse reacias a ceder el control o compartir el crédito, lo que limita la capacidad del equipo para aprovechar al máximo el talento colectivo.
  3. Resistencia al cambio: Los profesionales con egos frágiles a menudo tienen dificultades para aceptar nuevas ideas o enfoques, especialmente si estos desafían su propia visión o autoridad. Esta resistencia al cambio puede estancar el crecimiento y la innovación dentro de la organización.
  4. Falta de transparencia y comunicación: Los egos pueden alimentar la reticencia a admitir errores o solicitar ayuda, lo que dificulta la comunicación abierta y honesta dentro del equipo. Esta falta de transparencia puede llevar a malentendidos, conflictos y una toma de decisiones deficiente.

Entonces, ¿cómo podemos las organizaciones abordar eficazmente los egos inflados y fomentar una cultura de gestión del YO SALUDABLE? Aquí hay algunas estrategias clave:

  1. Trabajar la conciencia emocional: La autoconciencia es el primer paso hacia una gestión del YO efectiva. Las organizaciones pueden ofrecer programas de desarrollo personal y entrenamiento en inteligencia emocional para ayudar a los empleados a reconocer y comprender sus propias emociones, incluido cómo su ego puede influir en su comportamiento.
  2. Promover la empatía y la colaboración: Fomentar un entorno donde se valoren la empatía y la colaboración puede ayudar a contrarrestar los efectos negativos de los egos inflados. Los líderes pueden modelar este comportamiento alentando el trabajo en equipo, reconociendo los logros colectivos y fomentando la apertura y el intercambio de ideas.
  3. Establecer expectativas claras y normas de comportamiento: Las organizaciones pueden ayudar a mitigar los egos desmedidos al establecer expectativas claras sobre cómo deben comportarse los empleados y cuál es el papel del ego en el entorno laboral. Esto puede incluir la promoción de una cultura de retroalimentación constructiva y el establecimiento de normas que fomenten la humildad y el respeto mutuo.
  4. Fomentar el desarrollo del liderazgo transformacional: Los líderes que practican el liderazgo transformacional tienden a enfocarse en el bienestar y el desarrollo de sus seguidores, en lugar de alimentar sus propios egos. Fomentar este estilo de liderazgo dentro de la organización puede ayudar a contrarrestar los efectos negativos de los egos inflados y promover un clima de confianza y colaboración.

En última instancia, la gestión efectiva del yo dentro de una organización requiere un compromiso continuo por parte de todos los miembros del equipo, desde los líderes hasta los profesionales de base. Al fomentar la autoconciencia, la empatía y la colaboración, las organizaciones pueden abordar las desventajas de los egos inflados y crear un entorno donde todos puedan contribuir al máximo de su potencial.