Mi algoritmo no tiene ritmo

  Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. He visto desaparecer cajas de ahorros centenarias de la noche a la mañana, he vista a hordas de fiscales anticorrupción asaltar empresas desvalidas con reporteros y periodistas empotrados, he visto a presidentes de gobierno muy y mucho españoles hablar catalán en la intimidad y a líderes mesiánicos independentistas evadir impuestos en la vecina Andorra, he visto como hemos pasado de luchar contra la pobreza a luchar contra los pobres. Todos esos recuerdos se desvanecerán como lágrimas bajo la lluvia. Es tiempo de morir. Si a ChatGPT le hubiéramos pedido una emulación del monólogo de Roy Batty en Blade Runner igual nos hubiera facilitado esta monserga, pero nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que la Inteligencia Artificial ha venido para cambiar nuestras vidas y quedarse para siempre. La Inteligencia natural nos ha convertido en una plaga y nos ha puesto a las puertas de la extinción. Sin asteroides ni esteroides ni androides ni teniendo taponado el esfenoides (¿¿¿o era el esnifoides Miguel???).

El ChatGPT, en principio ha venido para ayudar pero genera muchos claroscuros. Uno de los experimentos más curiosos de los últimos tiempos se basa en lo siguiente: se plantea un problema matemático de dificultad alta (pero no exagerada) en Redes Sociales solicitando ayuda para su resolución y apenas nadie contesta. Tiempo después se publica en Redes ese mismo problema pero acompañado de una resolución equivocada y en apenas minutos miles de personas entran en tromba en las Redes para ofrecer la solución adecuada. Moraleja, no nos apasiona ayudar a diferencia del GPT, pero no podemos evitar mostrar ese punto soberbio de superioridad corrigiendo errores ajenos.

El algoritmo, el puto algoritmo presente en todo lo que nos rodea tiene un enooooorme defecto genético: estudia y analiza al detalle todo lo que nos gusta y nos lo ofrece al instante, envuelto con un lacito y listo para ser consumido ipso facto. Lo vemos en Netflix, en Facebook, en Google, en Instagram, en X (la red social, no las pelis porno que también), en Pornhub, en Movistar, en TikTok, en las Majors de Hollywood y “en todos lados al mismo tiempo” (un Oscar al algoritmo), pero no tiene (de momento) capacidad para ser disruptivo.

El algoritmo no tiene ritmo. Nos escucha, pero nos adormece.

El algoritmo nunca hubiera aconsejado a Eiffel hacer su emblemática torre (denostada por intelectuales, pequeños burgueses y vendedores de baguettes gabachos durante décadas). Tampoco hubiera aconsejado a Caravaggio, Van Gogh o Picasso cambiar radicalmente la forma de enfocar el arte de la pintura, a Becket ó Ionesco bucear en el teatro del absurdo o que UBU Rey fuera una de las obras más inquietantes de la historia y convirtiera a Alfred Jarry en un icono. No hablemos ya de la música balam babaluba balam bam bu, de los Sex Pistols, del perro andaluz, de todos los ismos (excepto el de Panamá), el pensamiento lateral, la creatividad no publicitaria, el lunar de Cindy, la nariz de Giselle, el aplomo inquietante de Emrata, los insultantes 60 de Brad o what else George.

El algoritmo es como jugar a tres en raya. Garantiza no perder.

El algoritmo puede ser imbatible jugando a tres en raya, pero tal vez le convendría meterse unas rayas para abandonar su propia conciencia y romper con lo establecido. Si le preguntamos a ChtaGPT y al algoritmo que le marca el ritmo que es lo que más debo temer en la vida, probablemente me contestaría que a Chris Martin de Coldplay. Mi santa esposa es una devota de su persona y si el hipotético azar cruzara sus caminos es muy posible (e incluso probable) que temblaran sus sólidos principios y se liara la manta a la cabeza y tararearan alegres y ufanos “Viva La Vida”

“I used to rule the world

Seas would rise when I gave the word

Now in the morning, I sleep alone

Sweep the streets I used to own”

Pero yo, que he visto cosas que vosotros no creerías veo más allá del algoritmo y se, a ciencia cierta que a quién debo temer de verdad de la buena es a Tom Brady. De las tres mujeres más hermosas de la faz de la tierra ya ha conseguido a la segunda (Irina) y a la tercera (Giselle). Espero que su algoritmo esté falto de ritmo y su GPS no me lo envíe por éstas, mis tierras y pueda conservar a la primera. Como me comentó Barry.

My first, my last, my everything

And the answer to all my dreams

You're my sun (sun), my moon (moon), my guiding star

My kind of wonderful, that's what you are

Yo que no sé muy bien lo que es un logaritmo (no hablemos ya del algoritmo) fundé mi primera empresa de Marketing Digital (La Telaraña Informática tristemente desaparecida) más de un lustro antes de que se fundara Facebook y prácticamente al mismo tiempo que nacía en Menlo Park California la omnipresente Google (la madre de todos los algoritmos). ¿Me lo hubiera recomendado la Inteligencia Artificial?. Tal vez no.

Ahora mi mente, mis ahorros y mi intuición navegan en el mundo de la fabricación de embarcaciones de propulsión eléctrica MedVoltMarine. ¿Me lo hubiera recomendado la Inteligencia Artificial?. Tal vez si.

Mañana publicaré en Redes un problema en busca de ayuda. Tengo una embarcación eléctrica y tengo que cruzar un rio y solo puedo llevar una cosa en la barca. Tengo que cruzar a un zorro (Tom), un pollo (Chris) y un saco de maíz (Mi Santa). Si Tom se queda solo con Chris se lo zampa. Si Chris se queda solo con mi santa (Dios no lo quiera) igual se la camela. Si mi Santa se queda a solas con Tom lo rechaza (es una hipótesis hipotética).

Antes de contestar que no hay problema porque Chris es gay, crudivegano y terraplanista (respuesta falsa), echadme un cable y decidme cómo la soluciono.

Hasta entonces y mientras decides cuando te embarcas en una de nuestras barcas eléctricas cero emisiones MedVoltMarine puedes conocer todos los secretos del Marketing Digital orientado 100% a resultados en www.mad-men.agency orgulloso miembro de MarkAting Meta Agencia.