Política monetaria

El BCE frena los tipos tras la subida sin precedentes de los últimos 15 meses

El tipo principal seguirá en el 4,5%, mientras que la facilidad de depósito se quedará en su máximo histórico del 4%

La presidenta del BCE, Christine Lagarde.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde. / EP

Pablo Allendesalazar

Buena noticia para los endeudados: primera reunión de transición en 15 meses del Banco Central Europeo (BCE). Como se esperaba, la autoridad monetaria de la zona euro ha decidido este jueves mantener sin cambios el precio del dinero por primera vez desde julio de 2022. El organismo, así, ha pisado el pedal del freno tras subir los tipos de interés a un ritmo y escala sin precedentes desde su creación en 1999: 4,5 puntos porcentuales en 10 reuniones consecutivas para combatir la alta inflación. El tipo principal seguirá en el 4,5% (el nivel más alto desde mayo de 2001), mientras que la facilidad de depósito (el interés con que remunera el dinero que guarda a los bancos, el más relevante en el actual contexto) se quedará en su máximo histórico del 4%.

Era lo que esperaba el mercado y lo que había anticipado el propio banco central tras la última subida que aprobó a mediados de septiembre. "Sobre la base de su evaluación actual, el consejo de gobierno considera que los tipos de interés oficiales del BCE han alcanzado niveles que, mantenidos durante un período suficientemente largo, contribuirán de forma sustancial al pronto retorno de la inflación al objetivo (2% a medio plazo). Las decisiones futuras del consejo de gobierno asegurarán que los tipos de interés oficiales del BCE se fijen en niveles suficientemente restrictivos durante el tiempo que sea necesario", apuntó entonces y ha repetido ahora.

Dudas sin resolver

Dada por sentada la decisión, el interés se centraba en comprobar si el BCE ofrecía pistas sobre los tres temas que preocupan hoy por hoy a los inversores: cuando comenzará a bajar tipos (el mercado prevé que en la segunda mitad de 2024 por el debilitamiento económico), si adelantará el fin de la reinversión de la deuda pública comprada durante la pandemia desde la fecha prevista de finales de 2024 (lo que endurecería aún más la política monetaria y podría complicar la financiación de los Gobiernos), y si elevará la parte no remunerada de las reservas que obliga a depositar a los bancos (lo que aliviaría las pérdidas de los bancos centrales nacionales, pero afectaría a las cuentas de las entidades privadas y podría generar inestabilidad financiera).

Sin embargo, su presidenta, Christine Lagarde, ha evitado verter luz sobre ello: es "absolutamente prematuro" hablar de rebajas de tipos, entre otros factores porque hasta bien entrado 2024 no se tendrán datos de los salarios negociados para el próximo año, mientras que los otros dos asuntos ni siquiera se han tratado en el consejo. La mayoría de expertos, de hecho, cree que el banco central esperará a su reunión de diciembre, cuando contará con más información y una nueva revisión de sus previsiones macroeconómicas, para ofrecer indicaciones sobre sus próximos pasos. 

La alta funcionaria francesa, en esta línea, ha apuntado que entonces habrá más claridad sobre el efecto que pueda tener el conflicto en Oriente Medio sobre los precios internacionales de la energía y, por tanto, la inflación. Pero en cualquier caso, ha precisado que un choque de precios energéticos ahora no obligaría a reaccionar como hace año y medio, porque los tipos están ya al 4% y la economía se está debilitando notablemente.

Menos IPC y PIB

Lagarde, así, ha repetido básicamente los mismos mensajes que lanzó hace seis semanas, como no atarse de manos y dejar la puerta abierta a aprobar nuevas subidas de tipos en el futuro si es necesario (algunos expertos prevén otra de 0,25 puntos en diciembre, pero cada vez son menos). La presidenta del BCE, así, ha querido poner en valor la "significativa" decisión de mantener los tipos: ha sido "unánime" (en las últimas reuniones hubo consejeros que no fueron partidarios de las medidas adoptadas) y "a veces la inacción es acción".

El banco central del euro ha argumentado dicha decisión en que la información más reciente ha "confirmado en líneas generales" sus previsiones sobre una inflación que seguirá siendo "demasiado alta durante demasiado tiempo" (no espera que baje al 2% hasta 2025), pero que "descendió acusadamente" en septiembre. Los datos conocidos en las seis semanas transcurridas desde la subida de tipos de septiembre, efectivamente, han avalado su decisión de pausar las alzas. La inflación de la zona euro se está desacelerando y bajó el mes pasado al 4,3%, nueve décimas menos que en agosto y su nivel más bajo en dos años, mientras que el IPC subyacente (sin los más volátiles precios de la energía y los alimentos) cayó también del 5,3% al 4,5%

Paralelamente, los datos de producción -incluidos los de los servicios, que habían apuntalado el crecimiento en el primer semestre- apuntan a que la zona euro está ya al borde de la contracción económica, si no ha caído en ella. Y además, la última encuesta de préstamos bancarios confirmó que la oferta y demanda de créditos se está deteriorando incluso más rápido de lo previsto, con buena parte de su impacto en la actividad económica aún pendiente de tener efecto.