Entrevista

Paul Krugman: "Debemos ir más rápido en la transición energética, su coste es más bajo de lo que imaginábamos"

"La manera de lidiar con la falta de mano de obra es la inmigración ordenada", afirma el Premio Nobel de Economía

"Las empresas aprovecharon la inflación para elevar sus márgenes"

Paul Krugman, en el Auditorio Mar de Vigo.

Paul Krugman, en el Auditorio Mar de Vigo. / Ricardo Grobas

Lara Graña / Marti Saballs

Paul Robin Krugman (Albany, Nueva York, 1953) es un genio. Claro que es un Nobel de Economía –recibió el galardón en 2008–, pero se le nota también en la mirada, además de por la palabra. Pareciera que caza las respuestas en el aire, mientras las rebusca por su cabeza. Este martes ofreció una charla magistral en el Vigo Global Summit, organizado por el Consorcio de Zona Franca, tras la que conversó con Faro de Vigo, del grupo Prensa Ibérica.

¿En qué medida son los salarios o los beneficios empresariales los que contribuyen a una subida de la inflación?

Comulgo con la opinión de que las empresas se aprovecharon de la inflación para agrandar sus márgenes, fue un factor que contribuyó al aumento de los precios. Y estoy a favor de intentar convencer a las empresas de que, en momentos de subidas de inflación, no eleven demasiado los precios. También con la idea, en algunos casos, de aplicar impuestos sobre beneficios extraordinarios.

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¿Más impuestos sobre beneficios?

En algunos casos, sí. Sobre las empresas energéticas, por ejemplo, o las compañías de transporte marítimo, por todos los beneficios extraordinarios que se anotaron durante la crisis de las cadenas de suministro. Aunque son cosas secundarias: la gente tiene todo el derecho a estar más preocupada, pero pensar que todo pasa por los abusos empresariales no es correcto.

¿Y a la banca, como ha hecho España?

No estoy seguro. Aquí es distinto, tienen un mercado hipotecario diferente que el de Estados Unidos, donde son las hipotecas son fijas. Allí la banca no está haciendo tanto dinero.

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¿Debería relajarse el objetivo de inflación por encima del 2%, como tiene el Banco Central Europeo?

Creo que hay que ser más flexibles, pero cuando se haya alcanzado una ratio tolerable de inflación. En Estados Unidos estamos probablemente a unos pocos meses de llegar a una del 3%. La cuestión es, ¿estamos dispuestos a asumir un coste mayor para pasar de este 2% al 3%? De todos modos, eso ocurrirá igualmente en algún momento del año que viene.

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¿Qué medidas deben tomar los bancos centrales respecto a los tipos de interés?

Hay gente que opina que la inflación todavía está fuera de control, que los tipos deben permanecer altos, y otra que considera que la inflación está bajando y, con ella, deberían hacerlo los tipos. Yo creo que se necesita todavía que estén altos durante un tiempo hasta que la inflación esté más bajo control.

En la conferencia ha mencionado que la deuda no debe ser una preocupación. ¿Esto significa que la Unión Europea no debe endurecer sus reglas fiscales?

No. No tengo ni siquiera claro que sea un problema europeo. El nivel de la deuda actual es alto, pero no insostenible. Sí que tenemos una cuestión importante sobre la mesa: la demografía. ¿Cómo vamos a pagar las pensiones de las personas mayores? Si cogemos una lista de cosas que me preocupan, el aumento del nivel de deuda no estaría entre las principales. Pero es mucho más importante tomar medidas para reducir las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera que poner este tipo de límites en el déficit o la deuda, si es que nos estamos preocupando de verdad por el futuro.

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¿Aplicando una carga sobre generaciones futuras?

Ese es un punto que genera confusión. Se trata de deuda que nos debemos a nosotros mismos, ¿a quién debe el dinero el planeta, más que a sí mismo? En realidad, la herencia que estamos dejando a nuestros hijos son las emisiones de carbono.

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¿Estamos camino de un proceso de desglobalización? Acercar procesos productivos para reducir la dependencia exterior.

Tenemos que ver hacia dónde se dirigen las políticas. Hay dos razones para la desglobalización, que están teniendo lugar al menos en Estados Unidos. La primera es la seguridad nacional, la dependencia de materias primas esenciales. Lo hemos visto en Europa también. Durante muchos años los americanos han estado advirtiendo a los europeos del riesgo que asumían dependiendo tanto del gas natural procedente de Rusia, y es evidente que esa advertencia iba por buen camino. Pero no se puede aplicar a todo, no es razón para limitar las importaciones de ropa de Bangladesh, no afecta a la seguridad nacional. Así que la mayor parte de los procesos sujetos a la globalización no deberían verse afectados por esto. La otra cuestión es la política climática.

Paul Robin Krugman (iz.), Martí Saballs (centro) y Lara Graña (dcha.), durante la entrevista.

Paul Robin Krugman (iz.), Martí Saballs (centro) y Lara Graña (dcha.), durante la entrevista. / Ricardo Grobas

¿Observa entonces una nueva oleada de desglobalización, que las empresas están recuperando actividad de vuelta a casa?

Es algo limitado. En Estados Unidos estamos viendo algunos cambios, como pasar a utilizar proveedores de México en vez de China. Una parte obedece a la logística, hemos visto las vulnerabilidades de los sistemas logísticos durante la pandemia. Después están los productos estratégicos, que pueden utilizarse como armas. Y tampoco quieres tener tus fábricas en regiones que pueden entrar en conflicto a futuro con Estados Unidos o la Unión Europea.

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¿Cómo puede un país como España ser más competitivo a nivel internacional?

No sabría muy bien qué cambiar. En términos de seguridad, España no es un problema. Es una democracia plena, un aliado. Teniendo en cuenta cómo pintaban las cosas en el año 2012, económicamente está bien.

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Los procesos de relocalización tienen lugar en paralelo a una acusada falta de mano de obra en muchos sectores. ¿Hay alguna solución para este problema estructural?

Tener más hijos [ríe]. Aunque llevaría unos 25 años obtener resultados. Todos los países desarrollados tienen baja natalidad, muchos tienen en marcha políticas para promoverla. Con cierto éxito, sí, como Francia o Suiza, pero son medidas que serían parte de una solución a largo plazo. La respuesta es la inmigración, una inmigración selectiva, sin duda. En Estados Unidos experimentamos el año pasado un gran crecimiento en este sentido, y fue uno de los factores que contribuyeron a rebajar la inflación. Nos permite incorporar unos 80.000 trabajadores al mes de la inmigración, que es una cifra importante. La única manera de lidiar con lo que ocurre a la Unión Europea, esa reducción de población en edad de trabajar, es la inmigración. Ahí fuera hay gente muy preparada que estaría encantada de venir para Europa.

“Mi esposa y yo lo hemos comentado alguna vez: si las cosas se ponen feas en Estados Unidos, nos venimos para Portugal. Podría teletrabajar”

¿Qué recomendaría al futuro presidente del Gobierno español, de cara a las elecciones del 23 de julio?

Desconozco la política española. No sé tampoco la capacidad de decisión que tiene España. Tengo una relación muy cercana con Portugal, sé que tiene ahora una política que favorece el teletrabajo. Mi esposa y yo lo hemos comentado alguna vez: si las cosas se ponen feas en Estados Unidos nos venimos para Portugal [ríe]. Podría trabajar en remoto.

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¿Estamos yendo demasiado rápido en transición energética?

Oh, no. Tendríamos que haber empezado a tomar medidas hace veinte años. Y ahora estamos en el punto en el que estamos todos listos, enganchados al proceso para evitar efectos catastróficos del cambio climático. Tenemos que hacerlo lo más rápido posible. Hay países que estarían en disposición de alcanzar la neutralidad de carbono, o de acercarse a ella, en diez años. No sé si lo harán, pero sí estoy seguro que el coste de esta transición energética es mucho más bajo del que nadie hubiera imaginado.

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