Empresas
Bayer cede a la presión de los fondos críticos y releva a su consejero delegado
El nuevo primer ejecutivo, Bill Anderson, deberá decidir sobre la eventual venta del negocio del que forma parte la planta de Lada, como piden los accionistas díscolos
Javier Cuartas
La multinacional química y farmacéutica alemana Bayer, con una de sus principales factorías en Lada (Langreo), ha cedido a la presión de los accionistas críticos y el próximo 1 de junio sustituirá a su actual consejero delegado, Werner Baumann, por un profesional que, como reclamaban los fondos beligerantes, no procederá de la propia compañía: el elegido es el ex responsable de Roche Pharmaceuticals William (Bill) Anderson. Los fondos activistas que venían ejerciendo una fuerte presión interna se congratularon de la decisión y expresaron su conformidad con la elección del nuevo ejecutivo.
Anderson dijo que su voluntad es "acelerar la innovación, aumentar el rendimiento, promover la sostenibilidad y liberar todo el potencial de la empresa". El consejo de administración y el nuevo consejero delegado deberán lidiar aún con otra demanda de los accionistas opositores, quienes vienen pidiendo la división del grupo, deslindando sus áreas farmacéutica y agroquímica, y escindiendo para su posible venta la llamada división de salud de consumo, a la que pertenece la factoría langreana, fabricante, entre otras elaboraciones, del ácido acetil salicílico, con el que se producen todas las aspirinas que la multinacional vende en el planeta.
El comportamiento de la acción, que cayó el 60% desde 2018, y unos resultados inferiores a los de otros grandes grupos químico-farmacéuticos comparables, atrajo a inversores oportunistas, basados en la estrategia de comprar barato, exigir reestructuraciones y relevos en la dirección, y vender con plusvalías al calor de las revalorizaciones obtenidas tras los cambios, de acuerdo con el principio de "compra, arregla y vende". La vulnerabilidad de Bayer a estas prácticas se hizo notoria a resultas de la controvertida adquisición de la multinacional agroquímica estadounidense Monsanto en 2018 por 63.000 millones (58.680 millones de euros), que se juzgó muy cara y que abrió un frente judicial contra Bayer por los supuestos efectos nocivos de un herbicida de Monsanto. El año pasado Bayer ganó, no obstante, seis juicios.
Anderson es estadounidense y tiene 56 años. Bloomberg lo definió como persona sociable y extravertida. Se da por hecho que su estilo de gestión introducirá un cambio de cultura empresarial en Bayer.
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