Baloncesto

Baba Miller: Del Toni Servera a campeón del mundo de baloncesto sub-19

El ala-pívot mallorquín, una de las grandes estrellas de la selección española, se inició en el Imprenta Bahía San Agustín - «Me lo pasaba muy bien en las comidas del club», confiesa

Baba Miller besa la copa de campéon del mundo sub-19.

Baba Miller besa la copa de campéon del mundo sub-19. / @_bmillxr_

Sebastià Adrover

Sebastià Adrover

Del Toni Servera al Fönix Arena de Debrecen (Hungría). De jugar en el mini del Imprenta Bahía San Agustín a ser campeón del mundo sub-19. Papa Ababacar Bartolome Miller (Palma, 7 de febrero de 2004) está en boca de todos los amantes del baloncesto nacional. 

Los focos apuntan a este mallorquín de 2,11 metros de altura y con unas condiciones innatas para el deporte de la canasta tras tocar el cielo con la selección española de su categoría. El ala-pívot anotó once puntos y capturó cinco rebotes en la final del domingo ante Francia (73-69) en un duelo que se resolvió en la prórroga y en la que Baba Miller tuvo mucho protagonismo gracias a su inspiración en un último cuarto de infarto. Su gran éxito fue recibido con mucha alegría en la isla, a la que todavía visita, aunque ya hace siete años que abandonó por motivos laborales de sus progenitores, cuando su agenda se lo permite. «Voy a Mallorca siempre que puedo en verano. Estudié en el colegio de Es Pil.larí y tengo amigos», recordó ayer en declaraciones a Onda Cero. 

Baba Miller, el tercero por la izquierda de pie, posa con sus compañeros en el Bahía San Agustín.

Baba Miller, el tercero por la izquierda de pie, posa con sus compañeros en el Bahía San Agustín. / Imprenta Bahía San Agustín

De padre senegalés, que había sido jugador de baloncesto, y madre de origen británico, dio sus primeros botes con el balón con apenas cinco años. «Recuerdo que empecé a jugar en el Germans Escalas, pero ya después fui al Imprenta Bahía San Agustín -jugó en la escoleta y en el premini-. Me acuerdo que me lo pasaba muy bien en las comidas que organizaba el club y me dio mucha pena irme», confiesa Miller, que llegó a Madrid para jugar en el Distrito Olímpico, previo paso al Real Madrid en 2016, con doce años.

"Me acuerdo que lo pasaba muy bien en las comidas que organizaba el Imprenta Bahía San Agustín y me dio mucha pena irme"

«Es un orgullo que haya jugado en nuestro club», presume el presidente del Imprenta Bahía San Agustín, Guillem Boscana. Uno de los que le trató más cuando era un niño es Miquel Àngel Canet, que le dirigió cuando tenía siete años. «Ya se veía que era especial, estaba claro que su físico sería impresionante, todo eran piernas y brazos largos», asegura antes de ir más allá en su reflexión. «Se le veía muy feliz con el balón, quería entrenar incluso cuando estaba enfermo y, aunque era algo introvertido, siempre sonreía», destaca el actual preparador del Sant Josep de la Primera Balear femenina. «Absorbía mucho la información que le dábamos y se le notaba cómodo en todos los aspectos del juego, jugaba en todas las posiciones y lo hacía muy bien. De hecho, jugaba con niños que eran dos años mayores que él para que no se notara tanto la diferencia», resalta.

Ahora ya está mucho más crecido, pero su carrera, internacional en todas las categorías, ya está plagada de grandes alegrías a pesar de que tiene toda la vida por delante. El 23 de diciembre de 2021 debutó con el primer equipo del Real Madrid de baloncesto en la Euroliga y frente a todo un CSKA de Moscú. Compartió pista con dos leyendas como el mallorquín Rudy Fernández y el menorquín Sergi Llull y todo apuntaba a que iba a seguir en el club blanco para hacerse un hueco entre los mayores, pero decidió dar un cambio de rumbo con un objetivo claro: jugar en la NBA. 

Desembarcó en la Universidad de Florida, donde tuvo que cumplir una sanción de 16 partidos después de haber aceptado que las universidades en las que había estado a prueba previamente pagaran sus viajes a Estados Unidos, algo que está prohibido en la etapa universitaria. «El año ha sido duro, pero la química con la gente de ahí cada vez es mejor y ya tengo ganas de volver a trabajar», confiesa este admirador de Kevin Durant. En la NCAA ha promediado 4,3 puntos y 3,7 rebotes en 17 minutos en los 17 partidos que disputó, pero todavía quiere más. Todo apunta a que entrará en el Draft de 2024, otro paso en su sueño. El futuro es suyo, pero ya nadie le podrá arrebatar que es un júnior de oro. Y forjado en un pabellón de s’Arenal.

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