Sergio Scariolo se ha convertido en el mejor druida del baloncesto mundial. Su cosecha de medallas no es comparable al palmarés de ningún otro técnico por la heterodoxia de los equipos con las que las ha conseguido. Para el italiano la clave de este triunfo ha sido que “hemos disfrutado del viaje sin mirar al destino final. Nos hemos concentrado en el viaje, ha sido lo más inteligente y lo más eficaz. No hemos pensado adonde nos iba a llevar Cada partido era ese día y ese momento. El desenlace ha sido una bonita sorpresa y una fantástica historia del deporte. Cada jugador ha sido protagonista de una historia diferente que se merece contar”. 

Punto de inflexión

Rudy Fernández, capitán de estos “campeones imprevistos”, afirma que la clave ha sido que “nos lo hemos pasado bien fuera de la pista y se ha reflejado dentro”. El escolta madridista admite que “ha habido momentos muy difíciles”, especialmente “el del partido ante Finlandia. No estábamos haciendo lo que debíamos porque nos dejamos ir en la primera parte y en la segunda ya pudimos recuperar el nivel. Ante Alemania también fue un partido complicado pero sabíamos que si llegábamos a remolque al final podíamos ganar el partido”. 

Alberto Díaz, uno de los novatos que fue descartado y al que se le repescó tres días antes de volar a Tbilisi, confesó emocionado que “esa llamada me ha cambado la vida, tanto la personal como la deportiva”. El jugador de Unicaja añadió que “siempre soñamos con con ganar, como jugador y como ser humano. Pero siempre con los pies en el suelo. La derrota con Bélgica generó muchas dudas, pero el grupo siguió unido”. 

Jorge Garbajosa, exjugador y presidente de la Federación de Baloncestocalificó el título como “lo que ha conseguido este equipo, sin menospreciar a nadie, es una de las mayores gestas del deporte español. En una época de transición y en el campeonato con mayor nivel deportivo que yo he visto en mi vida”. Un tono eufórico del que huía el siempre cabal Scariolo: “No lo veo ni como especialmente mío ni como especialmente difícil. No siento ninguna necesidad reivindicativa ni comparativa. Eso sí ha sido el más inesperado”.