Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista

Carla Suárez: "Ahora vivo el día a día, el presente; lo que antes posponía, voy y lo hago"

La tenista canaria regresa tras superar un linfoma detectado el mes de agosto de 2020

Carla Suárez.

Sus manos son las mejores de la historia del tenis de Canarias. Icono del deporte del Archipiélago, Carla Suárez Navarro (Las Palmas de Gran Canaria, 1988) volverá a competir en junio en Roland Garros. Este no será un torneo más en su carrera. Y es que regresa tras superar un linfoma detectado el mes de agosto de 2020 que puso en jaque todo para ella. La meta, su último sueño: estar en los Juegos Olímpicos de Tokio.

-No ha pasado ni un año desde que anunció su linfoma, comunicó que volvía a los entrenamientos y que jugará el próximo Roland Garros. ¿Cómo de vertiginoso ha sido su año?

-Increíble. Desde la pandemia a la enfermedad; del tratamiento al alta médica. Ha sido muy rápido. Anuncié que 2020 iba a ser mi último año deportivo, pero con todo lo que pasó no quería terminar de esa manera. En cuanto pude, me puse a entrenar y aquí estamos preparada para volver a competir.

-¿La velocidad con la que ha ido todo le ha dado espacio para asimilar y tener conciencia de todo lo que había en juego?

-Eso sí. A pesar de que todo ha ido bien, que ha ido bastante rodado, había días que se me hacían eternos, donde las horas no pasaban, sobre todo cuando tenía molestias físicas. Pero lo vuelvo a repetir: soy una afortunada porque mi cuerpo reaccionó muy bien al tratamiento. No puedo estar más contenta en ese sentido al poder recuperar mi vida normal.

-Lo dijo aquí unos días después de su cáncer y lo repitió en otras entrevistas: "No he sentido miedo". Ahora que mira hacia atrás, ¿siente ese temor?

-No, tampoco. Son cosas que pasan. Hay mucha gente que pasa por cosas así. Los médicos me dieron mucha confianza desde el principio y desde las primeras pruebas, todo evolucionaba a favor. No tuve tiempo para tener miedo a la enfermad y tampoco vivo pensando en que el linfoma pueda volver. Vivo al día y no creo que el miedo se apodere nunca de mí.

-¿Vivir al día era algo que ya hacía antes?

-De cara a los planes, seguro. Tenía muchos proyectos en mente, muchos planes y, en ese sentido, me he frenado un poco. Ahora creo que me lanzo un poquito más a la aventura. Lo que antes posponía ya no, voy y lo hago. Hago lo que me apetece al momento.

-¿Es esa la mejor enseñanza que ha sacado de este viaje?

-Sí. Vivir el presente, el día a día y saborear cada momento.

-¿Por qué ha sido tan franca para hablar de su enfermedad? ¿Qué buscaba?

-Se juntó todo. Había anunciado que 2020 iba a ser mi último año, vino la pandemia, los torneos se posponían, pero Roland Garros y el US Open estaban para octubre. Me detectaron el linfoma a finales de agosto y tenía que dar un motivo al mundo del tenis, explicar por qué no iba a estar allí. Durante toda mi carrera he intentado llevar las cosas desde la normalidad, la tranquilidad y era lo que quería transmitir con la enfermedad. Era una forma de informar también cómo iba, cómo estaba. Creo que eso ayuda a la gente que está en la lucha, que va a empezar esta pelea. Desgraciadamente, esto es una enfermedad que se va a seguir sufriendo y quería enseñar que se podía hacer deporte, mostrar que me hacía sentir bien. Era una manera de llevar la enfermedad con naturalidad, que vivimos mucha gente. Y después porque recibía muchísimas muestras de cariño. Pero, sobre todo, para darle visibilidad porque es un tema bastante tabú hoy en día.

-Todavía cuesta pronunciar la palabra cáncer.

-Sí... y si te digo la verdad, hasta yo la evito. Al final es algo muy duro, aunque en mi caso haya ido bien, pero es una palabra que va relacionada a sufrimiento, a pérdida. Me pongo en la piel de la gente que lo sufre o lo está viviendo e intuyo que es una palabra poco agradable de escuchar o leer.

-¿Cuál ha sido su receta para mantener el optimismo? Al menos, de cara al exterior, nunca ha perdido la sonrisa.

-Va con mi personalidad, siempre he sido así, desde la naturalidad. Mi madre [Loli Navarro] te lo puede decir. En estos seis meses no he tenido un día malo, un día de cabreo o de tristeza a pesar de estar pasando por una enfermedad así, soy así. Supongo que también es porque mi cuerpo ha reaccionado bien, me sentía afortunada por tener a mis médicos, por el cariño que recibía, podía hacer una vida relativamente normal. Lo que reflejaba era mi estado anímico, nunca tuve que forzar nada.

-El 22 de abril anuncia que está plenamente curada. ¿Cómo fue esa última consulta?

-Es progresivo. Tras la ‘quimio’, tuve unas sesiones de radioterapia que ya te dictan el número de sesiones que tienes. Ya sabía que iba a terminar en abril y la última fue un alivio. Sentí un alivio como nunca. Fue bastante sencillo, la verdad. Mandé un mensaje al grupo de Whatsapp que tengo con mis padres y mi hermano y ya puse que no tendría que volver hasta la revisión dentro de tres meses. Iba descontando días y ellos también lo sabían. Cuando terminé la ‘quimio’ fue cuando realmente nos aliviamos porque la radioterapia me fue muy bien.

-Y de ese mensaje de Whatsapp hasta la llamada de Ángel Víctor Torres, presidente de Canarias, para informarle que le concedían la Medalla de Oro. ¿Cómo fue?

-Estaba en Madrid entrenando y me llamaron de un número que no tenía grabado. Normalmente, cuando me pasa esto, no lo cojo. Y eso fue lo que hice, no cogerlo [risas]. Encima me llamaron varias veces. Se pusieron en contacto con mi jefe de prensa y ya me dijo que lo cogiera, que me iban a dar una noticia. Ya hablé con él un rato y la verdad es que me cogió por sorpresa porque no me lo esperaba. Es todo un orgullo.

-Lleva una vida fuera. ¿Siente magua por haber estado tanto tiempo lejos de aquí?

-Evidentemente. Me hubiera gustado vivir mucho más tiempo en casa, disfrutar y crecer mucho más en Canarias, pero las circunstancias se dieron así.

-¿Le hacen chiribitas los ojos cuando el avión de regreso se asoma por Gando o ya eso no le pasa?

-Ya cuando estoy haciendo la maleta y sé que voy al aeropuerto, el estado de ánimo es más feliz. Es la maleta que más me gusta hacer porque significa desconectar, estar a gusto, ese es el sentimiento que me nace.

-¿Cuánta culpa tiene ser canaria para forjar su personalidad de la manera en la que lo ha hecho?

-Probablemente, bastante. Sobre todo en la tranquilidad. He viajado muchísimo, me he tirado una vida fuera, pero me siento una afortunada por ser canaria, de haberme criado ahí. Es un lujo, un placer que tenemos todos y no nos podemos quejar. La personalidad se forja durante la infancia, pero también con todo lo que vas descubriendo por el mundo. Tengo recuerdos muy felices de toda esa época.

-Deslizó que le gustaría volver a Canarias. ¿Qué planes tiene si se da ese regreso?

-Sí que quiero. Evidentemente no sé cuándo será, pero iré, iré bastante, no sé si definitivamente o no. Pero a la larga, mi idea es estar en la Isla

-De momento parece que su restaurante ‘La Carlota’ va bien, triunfando con el chef Richard Díaz en ‘Gran Canaria me gusta’.

-Sí, pero tengo más cosas por ahí en la cabeza. Me gustaría estar un tiempo fuera del tenis porque considero que en la vida hay más cosas. Tengo ese proyecto en Gran Canaria e intentamos sacarlo adelante. También algunas cositas más, pero me gustaría hacer algo más solidario, más humano. Pero lo tengo que ordenar cuando termine de jugar y pueda estar centrada solo en esos temas.

-¿Se siente querida y respetada en Canarias?

-Muchísimo, las dos cosas. Siento el cariño de la gente y también los espacios y momentos. Muchas veces cuando voy por la calle con mis padres, me paran más por ellos que por mí, mucho más que cuando voy sola [se ríe]. Eso también se agradece

Compartir el artículo

stats