Decía el admirado José María García que el dinero no te da la felicidad, pero te asegura la independencia. Una gran verdad que solamente saben administrar las personas inteligentes como Johan Cruyff y unos cuantos privilegiados más que se pueden permitir decir lo que otros callan por miedo o silenciar lo que otros jalonan por mala educación.

Viniendo pues de quien vienen, las palabras del holandés no deberían de llenar de orgullo a nadie, sino de consejo espiritual o sugerencia desinteresada. Valen para Mateu Alemany, que dificilmente encontrará al comprador que quisiera porque, en efecto, son muy pocos los empresarios capaces de dirigir un club de fútbol ni aún arriesgando su propio dinero y las puede escuchar Gregorio Manzano para recordar que, pese al indiscutible mérito contraído, no es lo mismo terminar quinto que cuarto.

Los defensores del resultadismo imperante nos han hecho creer que el aficionado paga para presenciar la victoria de su equipo y puede que sea cierto, pero no sólo para eso. El público va al cine para ver una buena película, no para que le proyecten imágenes más o menos agradables según el gusto de cada cual.