Lance Armstrong concretó ayer su monopolio de victorias en los Alpes, con la tercera consecutiva y la quinta del Tour'2004. En esta ocasión coincidiendo con la etapa reina, de 204,5 kilómetros, y en la que amplió algunos segundos su ventaja en la general individual. Una clasificación que no registró ningún movimiento trascendente.

Armstrong devora el Tour a su antojo. No se ha fijado ningún límite y su ambición y poderío le permiten recrearse con sus éxitos, al estilo de Eddy Merckx 'el Caníbal'. Aunque a Armstrong no le hace gracia que le comparen con su ídolo y amigo belga. "Yo no soy un caníbal como Merckx", dijo ayer el estadounidense.

En Le Grand Bornand Lance Armstrong aplicó elevadas dosis de rabia para imponerse por velocidad a un grupo de cinco selectos rivales, superando al alemán Andreas Kloden sobre la misma línea de meta. "Estoy en una condición súper y mi equipo está muy fuerte y lo controla todo", reconoció el texano después de apuntarse su quinta victoria de etapa en la presente edición del Tour.

Ni agua a los alemanes

Prueba de su gran momento fue que su compatriota y compañero Floyd Landis entró en la escapada final y contó con la ayuda de su líder, quien trató de ponerle el triunfo en bandeja como agradecimiento a sus servicios. "Le dije: vamos, vamos Floyd, pero no fue posible", aseguró Armstrong.

Y así fue como el jefe del Tour tuvo que evitar que ganaran los alemanes, sus enemigos íntimos. Armstrong le ganó a Kloden sobre la línea y lo celebró alzando los brazos, tras rodar sobre la bicicleta durante más de seis horas y presidir a toda máquina el duelo entre la alta jerarquía del pelotón que se vivió en esa inacabable etapa.

Carlos Sastre, del equipo CSC, fue el mejor español, finalizando octavo a 1:02 de Armstrong, tras luchar por todo con escasa suerte. Antes de tomar la salida se conoció el abandono del vencedor de la Vuelta, Roberto Heras.

La jornada se vio animada por corredores ilustres. Para empezar atacó el italiano Gilberto Simoni, doble vencedor del Giro, llevandose otros cuarto hombres. Tras coronarse el Glandon se unió a ellos Virenque, para asegurarse el premio de la montaña. En La Madeleine Simoni pasó por delante de Virenque y se embolsó los 5.000 euros que se reservaban al primero que coronase esa mítica cima.

Luego quedaron en cabeza Simoni, Virenque y Moreau, que mantuvieron esa posición hasta que fueron cazados por el grupo de Armstrong, del que no cesaban de descolgarse corredores reventados por la marcha del US Postal.

La tranquilidad en el grupo del líder sólo fue rota unos instantes por el ataque del ruso del T-Mobile Ivanov. La guardia pretoriana de Armstrong enseguida le convenció de que su ataque no tenía futuro.

Sastre, sin fortuna

Luego, en la Croix Fry atacó Sastre. Con permiso del US Postal cazó a Virenque y Simoni y se fue solo, para después ceder ante el empeño de Landis y Armstrong.

Landis intentó su día de gloria en el descenso, sin fortuna, por lo que Armstrong, Basso, Kloden y Ullrich encararon juntos la recta de meta. Kloden salió como un proyectil a 600 metros de meta. Dió la impresión de que se podía apuntar la victoria etapa, pero Armstrong se lo impidió sobre la misma línea.