Alejandro Jiménez Serrano, egiptólogo: «Debajo de la arena egipcia, aún queda un setenta por ciento por descubrir»

Este investigador y profesor de la Universidad de Jaén ha estado en Mallorca invitado por el Projecte Clossos de Can Gaià

Recalca la importancia de «interpretar lo que se encuentra desde una óptica contemporánea y con tecnología actual»

Alejandro Jiménez

Alejandro Jiménez / Pere Estelrich i Massutí

Pere Estelrich i Massutí

Pere Estelrich i Massutí

Egiptólogo y profesor de la Universidad de Jaén, también director de las excavaciones de las tumbas de los nobles de Qubbet el-Hawa, cerca de Asuán, ha estado en Mallorca invitado por el Projecte Clossos de Can Gaià, para explicar el trabajo que realizan en esa necrópolis de Egipto desde hace más de diez años.

¿Por qué Egipto? ¿Qué tiene aquella civilización que le seduce?

Egipto es, a la vez, cercano y exótico. La cercanía, en sí, ya es un elemento que me interesa y si añadimos el exotismo, eso hace que me haya enamorado de esa cultura milenaria.

¿Antiguo Egipto o antiguos Egiptos?

Claro, el plural es más adecuado pues hay varios Egiptos en el antiguo Egipto, piense que estamos hablando de miles de años y de hecho hay un antes y un después del 1500 antes de Cristo. Por otra parte, la tendencia de las nuevas líneas de investigación es la de centrarse en cómo era el día a día en Egipto, así como en las diferencias entre las regiones del imperio, más que en las grandes y monumentales construcciones que comúnmente hemos denominado faraónicas. No había una uniformidad, las diferencias en la cotidianidad pueden explicar muy bien cómo era esa sociedad. Así que, sí, había varios Egiptos en la época faraónica.

¿Y cómo era esa sociedad?

Pues la calificaría con un adjetivo: dinámica y múltiple. No era uniforme, pues según la zona se vivía de una manera u otra, así que también era rica en maneras de vivir. Esa riqueza propició los múltiples avances culturales y tecnológicos a los que llegaron los egipcios de hace miles de años. Tenga en cuenta que al hablar de la civilización egipcia estamos hablando de unos tres mil años.

¿Egipto era el Nilo?

Bueno, cierto que el Nilo les daba una tranquilidad en cuanto a provisiones, primero por ser una fuente inagotable de agua, con lo que esto supone para la agricultura, pero por otra porque les permitía la circulación y el comercio interior. Por tanto, al tener cubiertas las necesidades vitales, apareció una élite que desarrolló las ciencias y las artes, entre ellas la arquitectura monumental. Y todo, sin olvidar que el Nilo era una manera de conectar el Mediterráneo con el interior de África, lo que propició un intercambio de ideas y maneras de ver el mundo que enriqueció el mundo de los faraones.

El egiptólogo, durante la entrevista.

El egiptólogo, durante la entrevista. / Pere Estelrich i Massutí

El faraón, ¿era lo que nos imaginamos, un ser medio hombre, medio dios?

Dependiendo de la época. Pero sí, reinaba y gobernaba, es decir, tenía mucho poder, un poder al que se le sumaban las atribuciones divinas, o sea que, para la población egipcia, el faraón era su dios, el intermediario entre los seres humanos y la esfera divina.

¿El faraón podía salvarles o condenarles en la otra vida?

No exactamente, pues el concepto de salvación individual no existía como tal, era el grupo el que se beneficiaba si el faraón pasaba a pertenecer a la élite divina, al morir.

¿Y qué papel jugaban las mujeres en esa sociedad?

Sin duda tenían un papel mucho más importante que el que tuvieron más tarde en el mundo grecorromano. La mujer era la transmisora de la legitimidad pues, como luego sentenciaron los romanos mater certa est, la madre es segura. De hecho, en algunos periodos de la historia egipcia, cuando se cita a una persona se nombra referenciando a su madre, como hijo de, pero no a su padre. En el ámbito familiar, la mujer organizaba el área doméstica, mientras que el hombre se ocupaba de la esfera pública.

¿Podía ocupar cargos públicos?

Piense que el noventa y nueve por ciento de la población nunca ocupaba cargos de relevancia, solamente un uno por ciento formaba la élite gobernante. Ahora bien, en algunos momentos nos encontramos con algunas reinas, como Hatshepsut que por una coyuntura especial en la que no había sucesor varón, pudo ser coronada como faraón, que siempre aparece como palabra masculina.

¿Y Cleopatra?

Pues supo y pudo eliminar al resto de sus competidores para así ser ella la reina.

¿Qué queda por descubrir en el antiguo Egipto?

Pues mire, debajo de la arena egipcia, aún queda un setenta por ciento por descubrir. La cuestión no es tanto descubrir más, sino saber interpretar lo que se encuentra desde una óptica contemporánea y usando la tecnología actual. Como ejemplo le diré que los análisis de ADN permitirán conocer cómo se transmitía el poder entre las familias gobernantes. Por el momento y vistos algunos resultados, sospechamos que, en algunos lugares como la zona de Asuán, había cierto nivel de endogamia entre las clases dirigentes. También y a través de novedosas técnicas de análisis podremos saber la procedencia de los materiales que usaban o el grado de implicación de los extranjeros en la historia. En definitiva, usamos la tecnología actual para estudiar mejor lo que tenemos más que para descubrir más tumbas o templos.

¿Cómo debemos ver las películas o leer las novelas sobre faraones?

Pues como ficción, con poco o nada que ver con la realidad. Por ejemplo, las pirámides, que en las películas aparecen hechas a latigazos, no fueron construidas por esclavos, sino por personas que, al ver inundadas sus tierras con el crecimiento del Nilo, se alistaban como albañiles para así poder seguir manteniendo la familia o por otros que querían ayudar movidos por un tema religioso, pues trabajando para el rey, se acercaban a los dioses. Hay demasiados elementos poco reales en novelas y películas.

¿Y dónde situamos la Piedra Rosetta y la tumba de Tutankamón?

Tanto una cosa como la otra han servido para abrir puertas a la información, aunque en sí mismas no tengan la importancia que han tenido otros descubrimientos. Con la Piedra, Champollion pudo ayudar a entender la escritura jeroglífica y con la tumba supimos cómo trabajaban el oro los artesanos egipcios, pues la finura de lo que se encontró es enorme, pero no dio mucha información sobre cómo era la vida en el pasado. En cambio, descubrimientos menos espectaculares, como algunos papiros, sí que han aportado mucho al respecto.

Suscríbete para seguir leyendo