Kristin Hersh: «Trump es como un diagnóstico de cáncer de una sociedad enferma»

Creció en una comuna hippy, donde descubrió la música

"Con 3 años me llevaron a Woodstock, me colaron por una reja, me pasaron por ella en brazos, y me pintaron la cara con un tercer ojo en la frente. Debía ser la espectadora más joven del festival"

Es una de las reinas de la escena musical alternativa de las últimas décadas y actúa este sábado en el Teatre d’Alaró (20 horas)

La cantante estadounidense Kristin Hersh, ayer en Es Molinar, en Palma

La cantante estadounidense Kristin Hersh, ayer en Es Molinar, en Palma / Guillem Bosch

Regresa a Mallorca, donde actuó hace solo unos meses, pero llevaba mucho tiempo sin girar por Europa.

Tuve un problema con mi agente anterior, y sumado a los problemas derivados del Brexit, llevaba una década larga sin girar por Europa. Ese agente era un tipo que lo único que quería eran cifras gordas, dinero, y a mí eso no me va, lo que quiero es ofrecer mi medicina a todo el mundo, encontrar la gente adecuada para expresar mi música. La industria apuesta más por crear tendencias que por un público al que realmente le guste la música.

Se ha referido a su música como una medicina.

Siento que mi música, que nace de mis adentros, de mis vísceras, es al mismo tiempo dios y demonio. No sé si mi vida ha sido correcta, pero sí sé que mi música es la correcta.  

Su último trabajo, 'Clear Pond Road', es un disco que suena simple y crudo, cargado de detalles, muy cuidado. 

Así es, simple y crudo. El título viene de un cartel que mi hijo y yo vimos en una tienda de chatarra, en el que podía leerse: Clear Pond Road. Ambos nos dijimos: esto es lo que queremos, un estanque claro delante de nosotros. Así que cogimos el letrero y lo pusimos en nuestra cocina. Mi disco de debut, Hips and Makers, que cumple 30 años, y en el que participó Michael Stip [el líder de R.E.M.], ya tenía esa crudeza que usted menciona pero a la vez también era burbujeante, más luminoso.  

¿Necesita vivir todo lo que canta?

Casi todo en mis canciones es autobiográfico, y son las propias canciones las que me dictan qué decir, qué contar, yo simplemente hago lo que ellas me dicen. 

«Somos demasiado lentos para seguir», entona en la canción que abre el disco.

Esta frase me la inspiró una mujer de color de Nueva Orleans. Ella decía que no envejecen porque a diferencia del resto, que van a toda pastilla, ellos se lo toman todo con más calma. Hoy en día todo va demasiado rápido, a un ritmo vertiginoso.

Kristin Hersh, icono de la música alternativa, actúa este sábado en Alaró

Kristin Hersh, icono de la música alternativa, actúa este sábado en Alaró / Guillem Bosch

¿En su carrera musical la calma, el saber ser pausado, ha sido la nota dominante?

Siempre me ha gustado estar en mi mundo. Se supone que tendría que estar en constante exposición pero yo hago lo contrario: me escondo. Me dicen que no lo hago bien. Lo habré estado haciendo mal durante 40 años. Estoy muy quemada con el negocio de la música, yo nunca he querido ser una estrella. No me gusta centrar la atención. Durante mi carrera he trabajado un poco a la sombra, en los márgenes de la industria, porque es lo que quería hacer. Aunque sinceramente lo que yo quería, como estudiante de Medicina que fui, era entrar en Médicos sin Fronteras. 

Hay una frase suya que nunca olvidaré: «Prefiero vender un disco a una persona que lo escucha un millón de veces que un millón de discos a alguien que lo escucha una vez».  

La Warner me odió por esa frase (risas). Cuando dije eso Prince, que también estaba en la Warner conmigo, me soltó: «algún día ganaremos». Yo le contesté: «no, algún día ganarás tú, porque eres una pop star y además eres un hombre». Para mí ganar significa otras cosas, encuentro la victoria en las cosas sencillas, en mis cuatro hijos, o en mi nieto de 10 meses.   

¿Qué atormenta a Kristin Hersh?

Siempre traté de educar a mis cuatro hijos en la pasión y el humor. Desgraciadamente eso no abunda en el mundo, y eso me entristece.

Compone desde que tenía 9 años. ¿Qué le empujó a escribir?

Mi padre era hippy, crecí en una comuna, y siendo una niña tenía prohibido tocar sus guitarras, que él escondía debajo del sofá. Un día mi padre me enseñó un par de acordes, sencillos, y yo los asocié a colores, aquello me generó una ilusión de paleta de colores. Hasta un día me dio la guitarra y me dijo: toca colores, el instrumento es tuyo. Tocando colores eres original y evitas caer en la imitación. Por eso nunca toco versiones, si imitas una canción ésta ya llega muerta a tus manos. Hay que ser genuino. La industria no dejaba de repetirme: «imita, imita, imita. Eso funciona y vende». 

¿Tuvo una infancia feliz en la comuna?

No mucho. Viví en la comuna hasta los 6 años, cuando empecé a escolarizarme. Siendo una niña yo pensaba que era feliz pero la gente iba muy drogada, había ratas por todo, éramos pobres… Cuando eres niño la vida es maravillosa y te adaptas a lo que sea. Con 3 años me llevaron al Festival de Woodstock, me colaron por una reja, me pasaron por ella en brazos, y me pintaron la cara con un tercer ojo en la frente. Debía ser la espectadora más joven de Woodstock.   

¿Qué le enseñó una aventura como la de Throwing Muses?

Todavía estoy con esa aventura. Trabajamos en el estudio y de vez en cuando publicamos canciones y hacemos alguna gira. Abandonamos la industria corporativa porque no nos pedían música real sino un producto. Throwing Muses es un proyecto libre, sin apoyo mediático, sin apoyo de la industria, pero sigue vivo, sin interferencias. La atención se paga, hay que pagar para sonar en las radios y estar en los medios, pero prefiero la independencia a todo eso.

España no deja de desangrarse por la violencia de género. ¿En su país también es una lacra de la que se informa siempre en los medios?

Esa lacra siempre ha estado ahí y quizá hasta ahora no ha tenido la proyección mediática que tiene. Actualmente las mujeres están desempoderadas en Estados Unidos de una forma muy exagerada, hay un desequilibrio entre hombres y mujeres, en los salarios y en muchos otros aspectos. Todo se tiende a tapar. Las mujeres no podremos estar seguras hasta que no estemos en igualdad de condiciones. Estamos a merced de la violencia, de los hombres. El desequilibrio, más que de género, es humano. Hace falta talento, responsabilidad e inteligencia para poner fin a esta situación y dejar de premiar a las mujeres por su hipersexualidad.

¿Qué pasará si Trump vuelve a la presidencia?

Trump es como un diagnóstico de cáncer. Cuando a alguien le diagnostican cáncer dice: «es el peor día de mi vida». Es el diagnóstico el que te marca, porque ya estabas enfermo antes. Que pueda estar Trump en la presidencia es simplemente el diagnóstico de una sociedad enferma.  

¿Se puede erradicar esa grave enfermedad llamada Trump?

No lo sé, quizá me venga a vivir a España. 

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