Contemporáneas

Funciona bien como síntesis de lo que hierve en la dramaturgia actual la Muestra de autores contemporáneos de Alicante, que a mí me da que cada año es más «de autoras». Dialogaron este año, en mesas redondas, talleres y espectáculos, Maria Goiricelaya –que acaba de estrenar una adaptación de Yerma, tiene girando Altsasu y se atrevió el caso Nevenka–, Alessandra García –premi Max 2021 al mejor espectáculo revelación con Mujer en cinta de correr sobre fondo negro– Jana Pacheco (Somos infancia) o Mafalda Bellido (Niña de nadie). Estuvieron presentes Helena Tornero, Aina Tur, Marta Arán, Eva Redondo, Gracia Morales o María Díaz –último Ana Diosdado de la SGAE– entre muchas. No estuvo, pero se la nombró como puntal del teatro escrito actual, Marta Barceló –pluri-nominada en los Butxaca de este año con Zona inundable–. Consagradas, premiadas, revelaciones que marcan el ritmo de las cosas buenas que se tejen en los teclados antes de representarse. Si la proporción entre mujeres y hombres que acuden a las salas no admite comparación, lo lógico sería que también fueran ellas las que firmasen la mayoría de los textos.

También es Alicante, o lo intenta, muestrario de las producciones periféricas, las que destacan a pesar de las fuerzas concéntricas de Madrid y Barcelona. Ahí estuvo Sergio Baos con la celebradísima Paradís, antes de recalar con Les maleïdes (el 24 y 25 de este mes en La Cuarta Pared) en el marco del Festival de Otoño y demostrando que el talento balear es tan exportable como cualquier otro.

En Barcelona hay vida más allá de los grandes nombres y las salas de referencia. En Dau al Sec se programó hasta el pasado fin de semana Las noches malas de Amir Shrinyan, de Albert Tola con dirección de Carlos Rodríguez Alonso, un delicado retrato de lo político atravesando lo íntimo; un pequeño espejo para Occidente en tiempos de migraciones, exiliados, guerras visibles y conflictos ignorados. Apúntesela porque empieza gira.

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