Concha Velasco, esplendor en Mallorca

La popular artista, recién ingresada en una residencia debido a su delicado estado de salud, veraneó en Formentor más de tres décadas

Raquel Galán

Raquel Galán

En su nueva etapa vital, la actriz Concha Velasco probablemente hará balance de su reconocida trayectoria profesional y de sus momentos personales más felices y relajantes, donde siempre habrá un rincón para la isla. «Cuando me preguntan en qué lugar me gustaría perderme, siempre digo lo mismo: Mallorca». Esta frase y otras muchas de alabanza hacia su lugar de veraneo las decía año tras año cuando descansaba en su amado Formentor.

La intérprete de 82 años acaba de ser ingresada en una residencia por su delicado estado de salud y tal vez la rutina allí sea tan sencilla, salvando las distancias, como la que llevaba en el emblemático hotel cuando se alojaba en él. «A lo que vengo es a acostarme a las nueve y media y levantarme a las ocho», explicaba sobre las vacaciones alegando que se pasaba el resto del año «pintada y disfrazada» llevando «un traje de noche diario».

En Mallorca lucía bañadores, pareos, camisas blancas, vestidos floreados y radiantes bronceados y sonrisas que reflejaban lo bien que se sentía en el norte de la isla. «Para qué me voy a ir al Caribe si lo tenemos aquí», respondía con su característica simpatía. De las costumbres durante estos días de relax, la vallisoletana destacaba que le gustaba salir a caminar por la montaña cada mañana, donde recorría varios kilómetros, ir a la playa, comer muy bien y ver cine. «No se puede pedir más. Estoy encantada», valoraba.

El «bálsamo» que le producía el descanso estival en Formentor le servía «para recargar fuerzas» con las que afrontar los muchos proyectos teatrales, televisivos y cinematográficos que tenía en la agenda. Precisamente una de sus primeras películas, Muchachas en vacaciones (1958), fue rodada en Mallorca y le descubrió la isla, de cuyos parajes se enamoró. Volvió más veces para presentar varias galas televisivas, aunque hasta los años 80 no empezó a ser una asidua veraneante. Lo hacía en julio, acompañada por su marido, el productor teatral Paco Marsó, y sus dos hijos, Francisco y Manuel, hasta que se hicieron mayores.

Las vacaciones fueron desde entonces en pareja hasta que se separaron en 2008. Sin embargo, la intérprete y presentadora siguió frecuentando sa Roqueta, ya que «no hay verano sin descanso en Mallorca», aseguraba. Ese año no se hospedó en el hotel Formentor, sino en uno de Illetes, debido a «circunstancias familiares», y no tuvo inconveniente en recibir de nuevo a los periodistas, a quienes declaró entre otras muchas cosas que miraba atrás «agradecida, no con nostalgia». Siempre trató a la prensa con una gran cercanía y en la década de los 90 era tan fácil contactar con Concha Velasco como llamar a la recepción del hotel Formentor y preguntar por ella, porque enseguida se ponía al teléfono con simpatía.

Era fija en verano, pero las escapadas también se producían en otros meses, ya que Mallorca le parecía «buena en cualquier época del año». Y si tenía que elegir un solo rincón, en una ocasión afirmó que «los paisajes y el monasterio de Lluc». Pero no solo el entorno la enamoraba. «Aquí siempre me han tratado con mucho cariño, por eso vuelvo cada año». Lo hizo hasta por lo menos 2015, excepto dos veranos en los que no vino porque, por motivos de salud, no podía viajar en avión. Su delicado estado la impide volver, aunque siempre llevará la isla en el corazón.

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