El actor Jean-Paul Belmondo pasó varias de sus vacaciones en Mallorca. La primera imagen que se tomó de él en la isla fue inmortalizada en abril de 1969, cuando Belmondo aterrizó en Mallorca junto a la actriz Ursula Andress. La pareja alternaba vacaciones en Eivissa y Mallorca.

Posteriormente, volvió a repetir destino en los años 80 y también fue cazado por los fotoperiodistas.

Nacido el 9 de abril de 1933 en Neuilly-sur-Seine, un suburbio acomodado de París, Belmondo se crió en una familia de artistas. Su padre de origen italiano era un reconocido escultor. El hijo soñó con ser actor de teatro y se inscribió en el conservatorio. «Con ese físico, usted nunca va a tener éxito en esta profesión»: el juicio perentorio del decano de la Comédie Française seguía haciéndole reír cuando lo evocaba ya octogenario y 70 filmes después.

Godard y la fama

Tras algunos filmes como principiante, fue Jean-Luc Godard, el padre de la Nouvelle Vague, quien detectó su talento y le confió en 1959 el papel protagónico junto a Jean Seberg de A bout de souffle (Al final de la escapada), antes de Pierrot el loco, una película cortada a su medida. También dentro de aquella corriente de vanguardia actuó en Moderato cantabile, de Peter Brook, con guión de Marguerite Duras. «Después de A bout de souffle, de la noche a la mañana, me fui a Italia a rodar cuatro películas seguidas. El teléfono no paraba de sonar: hubiese podido hacer veinte por año, si hubiera querido», contó.

Su afición por el boxeo -otra coincidencia con Delon- lo desvía hacia papeles más físicos del cine policial y de aventuras (El hombre de Río, 1964), todo un homenaje a Tintín). También incurre en comedias junto a las estrellas más bellas del momento, como Claudia Cardinale, Gina Lollobrigida, Catherine Deneuve y Sofía Loren. Algunas caerán en sus brazos y serán pareja en la vida real, como Ursula Andress y Laura Antonelli.

Era conocido por negarse a que otro lo reemplazara en las peleas o escenas peligrosas de sus innumerables papeles de policía o maleante: Borsalino (1970), El magnífico (1973) o El profesional (1981). Belmondo actuó bajo las órdenes de la práctica totalidad de los grandes directores franceses como Alain Resnais, Louis Malle, Philippe de Broca, el ya mencionado Godard, François Truffaut, Jean-Pierre Melville, Claude Lelouch, así como internacionales: Vittorio de Sica o Mauro Bolognini

Aquel cine taquillero decepciona a parte de la crítica, que lo recordaba en papeles más profundos, aunque él asumía sin complejos ese rol: «Estoy orgulloso de ser una estrella popular, no desdeño la aprobación del público». Y el público se lo retribuyó con creces.