El Festival Chopin se estrenó ayer con el reputado concertino de la Royal Opera House, Vasko Vassilev, cuyas interpretaciones de las partituras del compositor polaco llenaron la Cartuja de Valldemossa de música. Cerca de 300 asistentes pudieron escuchar sus piezas adaptadas a cuerda para ser interpretadas al violín, una novedad en esta 41 edición del festival que los organizadores asumieron como un reto, ya que nunca antes se había hecho algo tan «innovador y especial».

El violinista búlgaro, habitual en festivales de Mallorca desde hace cuatro veranos, estuvo en todo momento acompañado por el pianista Miquel Estelrich. Su pequeño estrado situado en la confluencia de tres pasillos de la Cartuja no podía ser visto por quienes tenían sus asientos en los otros dos pasillos habilitados para el concierto ni por el público que estaba situado en el jardín central, aunque todos ellos disfrutaron de las composiciones en su nuevo formato a violín.

El concertino del templo de la ópera en Londres es uno de los músicos más eclécticos del actual panorama debido a que combina la clásica con otras propuestas, como por ejemplo el flamenco, como hizo el pasado verano en el castillo de Bellver. Anoche era el turno de Frédéric Chopin en su antigua residencia mallorquina.