No es un texto para leer seguido, si no que sus historias, sean de una línea o de una página, están agrupadas en bloques temáticos para que el lector elija en función de sus apetencias: amor, erótico/sexual, reivindicación/protesta, drogas, paranoias, música/arte, bajón... Para que, como el autor mismo señala, “lo lea a su puta bola”, dependiendo de si se siente “despechad@ o enamorad@”, o si ese día le apetece algo de “ciencia-fricción”. Son ingenios de lenguaje, hallazgos de significado, anécdotas, reflexiones, pequeñas historias con grandes resoluciones y grandes relatos con pequeños protagonistas.

Hay incluso un índice de sus propias canciones (en ZrAS!, Lozano o La Vereda) que el autor sugiere escuchar junto con determinados textos. Todo ello surgido de infinitos apuntes acorralados que han sido “liberados, descifrados, pasados a limpio y cronológicamente desordenados”. Un trabajo finalizado “en plena resaca eufórica de la huelga del 8 de marzo de 2019”. Porque según Lozano, “la revolución inaplazable será feminista, sí, o no será, mi sol”.

-En una conversación previa ya le adelanté la primera pregunta: ¿ha sido un vividor en el mejor sentido de la palabra?

-Cierto, y me ha gustado poder preparar la respuesta [ríe]: lo soy, porque “vividor” no tiene para mí ningún mal sentido. Y también he sido un “moridor”, porque siempre vamos cambiando.

-Manuel Lozano, cantante de La Vereda: tiene miles de amigos, pero también ha pasado noches a la intemperie sin un lugar donde dormir. Ha escrito que se ha perdido, se ha encontrado y, según el título de su libro, sigue queriendo perderse. ¿Qué es la verdad para quien ha vivido todo eso?

-Todo es verdad. Si te ha pasado, y no lo has forzado, es verdad. A mí me gusta decir la verdad, y aunque siento que me he desnudado en este libro más que nunca, más que en ninguna canción, tenía la duda de si a la gente le interesaría mi visión de las cosas. Para empezar, porque escribía sin filtro.

-No hay ficción en estos textos. Son más verdad que cualquiera de sus canciones.

-Buena cuestión. No me lo había planteado. Solo hay un texto que es ficción. Pero porque sentí que lo que quería contar llegaría mejor al lector de esa manera. La base es real. Es verdad, es auténtica. Pasó. El libro es por encima de todo declaraciones de amor a todo lo que me he ido encontrando. Son fotos en papel.

-Por tanto los que le conocen y lo han leído le reconocen en él, sin matiz ni queja ni inciso ni duda.

-Así es. Por ejemplo, mi madre y mi hermana se sorprendieron por episodios concretos, como al descubrir cómo empaticé con un loco encerrado en un psiquiátrico por amor.

-Han sido años apuntando, anotando, escribiendo, puliendo...

-Poco. Casi nada está retocado. Solo algunos textos pero no por contenido, sino por estilo, que me parecía incorrecto.

-Han sido años. El Manuel de los primeros textos no puede ser el de los últimos.

-No lo soy. Como no soy el mismo músico. Con La Vereda, al principio todos éramos más punkis. De hecho, yo tocaba la guitarra eléctrica. Escupía, hacía el cafre en el escenario... En lo personal, tres cuartos de lo mismo: fiesta a saco, desmadres y desastres, etc. Sin querer ser sobrado: sucedió. De aquello hasta hoy ha sido un proceso de descubrimiento y sobre todo de aceptación. Este libro también. Por encima de todo, aceptación. Ha sido terapéutico.

-¿De qué se ha curado?

-No me he curado. Me he entendido. ¿Curarme de cómo soy? ¡No quiero! Como decía antes: en la base de todo lo que he hecho y vivido he visto amor.

-Escribir canciones es tejer velos, filtros que embellecen o embrutecen. Escribir textos en primerísima-primera persona no da a lugar a confusión o elucubración: aquello es usted. ¿Hubo momentos de pudor antes de editarlos?

-No por su concepción: no los escribí con intención de editarlos. Es como cuando te haces una foto desnudo: es para ti. Hay pudor asumido, que es el mismo que en el escenario. Pero quería tener esa experiencia, esa terapia.

-Inevitable preguntar por cuánto material se ha quedado fuera.

-Muchísimo. Como para otro libro. Por no verlo interesante para la gente o porque no me gustaba cómo están escritos. Como decía antes, ha habido selección pero no revisión. Muy poco está reescrito.

-¿Y ahora? ¿Satisfecho o desfondado?

-Las dos cosas. Tanto como después de un viaje.

-¿Ha habido selección en los contenidos, en el sentido de purga?

-No. Hablo de mujeres, de muerte (en sentido figurado), de anarquía y revolución, de la voluntad de romper con todas las normas sociales, de coches que podrían ser “como la última bala en la recámara”, de “caminos que se convierten en tiros por la culata”... Y la verdad, tampoco pensé que este libro tendría mucha difusión. Pero principalmente porque la idea, la guía principal, si se confía en uno mismo, es que no podemos dejar de expresarnos libremente.

-¿Cero corrección temática autoimpuesta? Hay asuntos en los que hoy día existe una hipersensibilidad que no existía hace por ejemplo diez años.

-Cero. No me he censurado. Solo he quitado nombres propios. No hacían falta. Cuentas historias, breves o largas, y no los necesitas. A mí me suelen calificar de “feminista”, y en el fondo me da igual: la gilipollez no tiene género ni raza. Aquí la igualdad está por todo y es para todos, y lo que jode la igualdad son las personas que dicen gilipolleces.

-¿Hay discurso o mensaje?

-No lo he pretendido. Pero estaría bien provocar algo parecido a lo que sugieren unas viñetas que vi el otro día: en la primera, una persona en la posición como del loto; después le ves pensar “He conseguido trascender el ego”; al final se dice a sí mismo “Soy el puto amo”.

-Cuestión ineludible para acabar: Manuel, ¿es usted optimista después de todo?

-Buena pregunta... No me queda otro remedio. ¿Hay otra opción? Podría tirarme por un barranco, pero prefiero empeñarme en ser optimista.