Albert Pinya (Palma, 1985) se está enfrentando a un "año muy dinámico", un 2019 en el que trabaja "en muchos proyectos, prácticamente todos muy autónomos e independientes los unos de otros". Cómodo en la versatilidad, en el cambio de registros, ha decidido explorar el mundo de la cerámica, estrenarse con una obra pública en Palma que se instalará en el futuro bosque urbano, realizar una película de animación para el que será el próximo disco, de corte instrumental, de Joan Miquel Oliver, y firmar dos carteles, uno para la nueva obra de Diabéticas Aceleradas y otro para el festival de cine asiático Spain Moving Images Festival (Madrid). En el terreno expositivo, dos proyectos más: una colectiva para la Nit de l'Art que se exhibirá en el Solleric y un mural gigantesco para las naves de Matadero Madrid. Y en el plano internacional, otro mural, dedicado a Mensa y encargado por el ayuntamiento de Milán.

A principios de año, Pinya decidió iniciar una serie de colaboraciones con el ceramista Joan Pere Català Roig, con quien comparte "ese componente de lo telúrico, lo ancestral", subraya el pintor. Sin fechas a la vista ni presión alguna, va trabajando sobre las cerámicas que Català Roig va creando, básicamente platos y vasijas, a los que aplica pintura con pigmentos y agua. "Todo esto entronca con mi modo de ver el arte, seguir experimentando, profanando el territorio de lo desconocido. Yo no tengo ni Instagram ni Facebook, soy un verdugo de la tecnología y de las redes sociales pero creo mucho en la obra gráfica y la cerámica como una expansión, como si fueran mis redes, para seguir propagando y expandiendo mi trabajo", argumenta.

Una nube para Palma

De las cerámicas al bosque urbano del canódromo, donde se colocará una escultura de Pinya en forma de nube vertical, en la que será su primera obra pública en Palma. "La nube es el vehículo, el contenedor de la sustancia líquida, del agua", apunta el artista sobre un concepto que ya trabajó en dos de sus últimos proyectos, el Panta Rei y antes el Doppelgänger, el mural que hizo en el Centro Cultural de Felanitx. Ahí ya trataba la idea de la modernidad líquida, la impermanencia de las cosas, lo que es fluido, dinámico, lo que no es sólido. "Para mí la nube representa ese contenedor, ese cuerpo. A nivel formal me parece interesante, porque es una nube que nace en vertical, y viene a ser como el complemento de todo ese bosque, de esa zona verde", señala.

También la ciudad de Milán tendrá un pinya este 2019, en este caso un mural de 12 x 3 metros inspirado en Carlos Mensa, un artista que, como él, tuvo una relación muy estrecha con Italia. " Redescubriendo a Mensa es una especie de tributo, de homenaje a un pintor que constantemente me enriquece. Es importante tener esta mirada hacia nuestros referentes", recuerda.

Lo único que tiene programado en Mallorca a nivel expositivo para 2019 es la participación para la Nit de l'Art de una colectiva con una serie de artistas mallorquines y chinos. Un proyecto que empezó hace un año en China, donde realizó una residencia con cuatro artistas mallorquines -Pep Girbent, Amparo Sard, Tomás Piza y José Fiol- que estuvieron hospedados por otros tantos creadores chinos -Cang Xin, Miao Xiaochun, Liu Bolin y Xu Zhonjgming-.

Uno de sus proyectos más ambiciosos del presente ejercicio se podrá ver en el centro Matadero Madrid. Un mural colosal, de 50 x 4 metros, interactivo, que irá acompañado de un paisaje sonoro. Se presentará en noviembre y se llamará Pinyin Exercise, título que hace referencia al sistema de transcripción fonética que se inventó para ponerle un sonido a los grafismos de la caligrafía china. "A partir de un poema que aun tengo que elegir crearé con esos grafismos una especie de personajes, de ejército, que formará parte de toda esa escenografía", adelanta sobre este trabajo que también se gestó durante su residencia en el país asiático.

Antihéroe para Joan Miquel Oliver

Desde hace unos meses Pinya se ha volcado en una película de animación sobre la nueva propuesta de Joan Miquel Oliver, su próximo disco. Un álbum instrumental, de música electrónica, con el que pasa de la imagen estática a la imagen en movimiento. "Al no tener ningún tipo de voz y tener esa carga instrumental se presta a que sea una manera de ejercitar constantemente la parte visual de la mente. Se llamará Ses aventures de sa nota La y ya tengo diseñado el personaje", comenta. Un antihéroe al que le irán pasando situaciones delirantes, esperpénticas, catastróficas, en un mediometraje de 30 minutos que contará con la colaboración de Daniel Rico, profesor del LADAT, la unidad de animación y tecnologías audiovisuales de la UIB.

"Me divierto mucho y sobre todo me gusta esta libertad con la que trabajo y esta manera holística que tengo de entender el arte, y de hacer lo que me da la gana en todo momento", confiesa Pinya, sabedor de que su actitud puede incomodar a algunos de los galeristas con los que ha trabajado. "Es una lástima que solo les importe el dinero rápido y no tanto la cultura. A mí me gusta la amplitud y la dimensión que tiene la palabra cultura por encima del mercado. Si tuviera que ser de un bando de Juego de Tronos formaría parte del Pueblo Libre, aquellos que viven más allá del muro y no rinden cuentas a nadie más que a ellos mismos".