"Ensayando". Así celebrarán los actores y actrices mallorquines consultados por este diario el Día Mundial del Teatro. Una jornada "necesaria" para unos y no tanto para otros pero válida para recordar que el mundo de las artes escénicas sigue siendo "el hermano pobre de la cultura" y que las reivindicaciones del sector son urgentes y pasan por acabar con la "precarización laboral" y lograr una mayor "protección", porque "hacer teatro en Balears sin ayuda pública es un suicidio".

"A mí el Día Mundial del Teatro no me afecta, es decir, que lo celebro igual que el Día del Padre u otro día de esos. Lo celebraré currando de payaso de hospital, en Son Llàtzer. Mi Día del Teatro es cada día porque no puedo dejar de pensar en él. El teatro es mi vida, un espacio de locura, de seriedad, de trabajo, a veces cruel y otras veces maravilloso", subraya Salvador Oliva.

El actor, director y escritor, con más de veinte años de trayectoria, no solo en el teatro, también en teleseries, doblaje y la Sonrisa Médica, de gira estos días con Els Altres, obra con la que rinde homenaje a las víctimas del fascismo (el montaje se representa este viernes en el Auditori d'Alcúdia), pide que "el teatro esté al mismo nivel que en Cataluña, protegido por la política como bien social y necesario que es. Las artes escénicas son una herramienta fabulosa para crear una sociedad mejor. Quizá lo sepan los políticos, y quizá por eso defiendan que, cuantos más catetos, más fácil llevarnos en rebaño".

"Trabajando, y mucho", le cogerá el Día del Teatro a Carles Molinet, preparando el desembarco de la producción de Iguana, Llum Trencada, en Madrid (Teatro del Barrio, del 29 al 31 de marzo), en castellano, bajo el título de Luz quebrada. Aunque en años anteriores el veterano actor reconoce que sí se animaba a organizar actos para conmemorar esta jornada, como la lectura del tradicional manifiesto, que en esta ocasión firma el director teatral y pedagogo cubano Carlos Celdrán, hoy se limitará a publicar este texto en redes sociales. "Como Celdrán, entiendo el teatro como un país en sí mismo, un país de libertad. Reivindico la libertad en estos tiempos de persecución de titiriteros y cantantes. Nunca pensé que, treinta años después del caso Teledeum o de La torna, volvería a hablarse en España de la libertad de expresión", espeta.

La actriz de Manacor Maria Antònia Salas, que vive y trabaja a caballo entre Barcelona y Mallorca, considera que "el teatro no está para celebraciones, porque las condiciones son de una precariedad absoluta". Sin embargo, celebra que cada día se haga teatro: "Juntarnos desconocidos en una sala y emocionarnos juntos es como un acto de resistencia y de comunidad. Eso sí es para celebrar".

La intérprete, que recientemente estuvo representando Bombers en Calvià y en el Mar i Terra, opina que puede que haya un ambiente de efervescencia teatral. "Yo lo veo en Barcelona, muchas compañías jóvenes hacen cosas muy punteras con poquísimos recursos, pero cuesta mucho llenar salas". Ante esto, reivindica una figura que apueste por estas creaciones y trabaje para que lleguen al público: "Muchas veces somos los mismos intérpretes quienes tenemos que asumir este trabajo de comunicación y promoción. Al final, si sumas las horas, los números no salen".

En el mismo sentido, el de la precariedad, se expresa la también actriz Agnès Llobet, metida estos días en dos batallas, la de Un matrimoni de Boston y la del rodaje de la segunda temporada de Amor de cans. "Yo no soy mucho de este tipo de celebraciones. El teatro es una cuesta hacia arriba, una carrera de fondo, prefiero celebrar mis luchas y retos", aclara una intérprete que concibe el teatro como "un ser vivo en sí mismo, en constante transformación".

En el capítulo de reclamaciones, Llobet denuncia "la precarización laboral, que ha hecho mella en el sector de las artes escénicas. Hay que recuperar el territorio perdido, no estamos para brindis. Una sociedad necesita el teatro para mantener vivo su espíritu crítico".

Otro actor que en los últimos tiempos ha experimentado el placer de los aplausos es Joan Carles Bestard. El protagonista de La bella Helena de Offenbach, obra con la que viajó primero al Festival de Mérida y ahora a Madrid (Teatro Bellas Artes, del 1 al 8 de abril), coincide con sus colegas al señalar que "la mejor manera de celebrar el Día del Teatro es con un ensayo, entregado al ejercicio actoral".

"Es un día especial, para seguir reivindicando ante las instituciones la constante falta de apoyo. El teatro es el hermano pobre de todo presupuesto. Falta una ley de mecenazgo y también falta un REB (Régimen Especial para Balears) cultural que ayude a las compañías profesionales de la isla. Hacer teatro en Balears, sin ayuda pública, es un suicidio", lamenta.