Las mujeres autoras, artistas y creadoras sólo ocupan entre el 30 y el 40 por ciento de las programaciones culturales de Mallorca. No existen estudios oficiales sobre la cuestión, pero analizando la oferta de los museos, centros y auditorios públicos principales de la isla ésa es la conclusión. La paridad brilla por su ausencia. Es Baluard programó en la pasada temporada muestras de tres mujeres (Irene de Andrés, Sükran Moral, Rebecca Horn) y tres de hombres (Bernardí Roig, Robert Cahen y Fermín Jiménez Landa). Sin embargo, la iniciativa carte blanche tuvo protagonista masculino, Jean Marie del Moral, y en las colectivas, en casi todas ellas, los hombres tuvieron una presencia abrumadora. Un ejemplo es la exposición Ellos y nosotros, con nueve piezas de autoría femenina y 39 masculina. En el Teatre Principal, una decena de montajes están firmados o dirigidos por creadoras, mientras que cerca de 25 los lideran varones. Y los números del Casal Solleric están en la misma línea. En el sector privado, la situación no es ni mucho menos mejor. Por ejemplo, en el cartel del Mallorca Live Festival 2019 se cuentan hasta 28 propuestas musicales lideradas por hombres frente a una docena capitaneadas por mujeres.

Para la directora adjunta del Teatre Principal, Mónica Pérez, "alcanzar el 50% en la programación es muy difícil de cumplir ahora mismo". "Hay menos mujeres directoras, pero queremos impulsar que estén en sitios de máxima visibilidad", comenta. "Por ejemplo, en el caso de la ópera y la lírica sería dificilísimo porque es un mundo de hombres. Sin embargo, hemos contratado conscientemente a una mujer, Yi-Chen Lin, que dirigirá L'elisir d'amore esta temporada y en la pasada ya se puso al frente de Las bodas de Fígaro", refiere. "Pienso que en nuestra programación hay una propuesta activa del impulso de la creación femenina en roles de dirección, un rol poco habitual de la mujer en las artes escénicas. En las producciones propias también se ha visto. Podemos nombrar a Eulàlia Bergadà, Las Muchísimas, Carme Riera€ Ahora se verá con Las hermanas Verán de Andrea Cruz", comenta. "En el mundo de las artes escénicas, hay muchas productoras que no tienen visibilidad", indica. "Siempre que ha venido una mujer con impulso de creación la hemos apoyado desde la sala, pero no son tantas", agrega. Lo que sí es paritario en estos momentos en el Principal es la producción de danza. "Es cierto que los hombres van a la sala grande, pero porque ellas han hecho propuestas para sala pequeña", indica. "Amaia Fernández, Olga Soto y Mónica Valenciano parece que no tienen peso, pero son los grandes nombres actuales de la coreografía española y europea", explica. "Programamos a Helena Pimenta, directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, a Carme Portaceli, a Denise Despeyroux o a Agnés Mateus", enumera. "Programamos a estas creadoras y a veces pasan desapercibidas, no tienen tampoco la misma visibilidad en los medios. Es algo contra lo que tenemos que luchar", considera.

La directora adjunta de la sala no es partidaria de lanzar una convocatoria exclusivamente para creación femenina. "Es una etiqueta que parece que hace de menos a las producciones de las mujeres. Es una cuestión que planteamos a las creadoras cuando hicimos la Constel·lació creadora y opinaron lo mismo", apunta. "En general, pienso que todavía nos falta un impulso importante a las mujeres, de creernos que podemos asumir esa posición de poder", confiesa. "A mí muchas veces como directora adjunta del teatro me lo preguntan, '¿y cómo lo haces con dos hijos?' ¿Esa pregunta se la harían a un hombre?", reflexiona.

Según la directora de Es Baluard, Nekane Aramburu, alcanzar la paridad "más que tratarse de deberes, debería insertarse como el método de funcionamiento habitual de los centros culturales". "Hay que ser consciente de que la historia del arte ha sido heteropatriarcal y no ha permitido que entraran líneas tangenciales en todos los niveles, una de ellas, la de las mujeres", sostiene. Por ello, considera, hay que intentar modificar este problema historiográfico. "Una de las maneras de hacerlo es investigando, tratando de rescatar las partes más desprotegidas de esa historia y evidenciarlas. En Es Baluard lo hemos hecho por ejemplo con el proyecto Dones dadà. Yo creo que creando metodologías de este tipo conseguiremos esa paridad. Los museos deben romper con los discursos heteronormativos del poder", considera. "Por eso hay que apoyar también a personas, artistas y comisarias cuyo trabajo no ha sido visibilizado. En general, las mujeres no hemos buscado la visibilidad mediática como los hombres; nos hemos quedado más calladas haciendo nuestro trabajo", apunta.

Jurados igualitarios

El director del Casal Solleric, Sebastià Mascaró, asegura que también ha tenido en cuenta la cuestión paritaria a la hora de programar, "aunque es cierto que no hemos alcanzado el 50%". En los Premis Ciutat de Palma de artes visuales, señala, "sí se ha conseguido con los jurados; el último estuvo formado por tres mujeres y dos hombres. Las dos últimas ganadoras del certamen han sido mujeres, Bell Fullana y Núria Güell, y en la lista de finalistas también había paridad", subraya. "Creo que el tema de la igualdad no sólo se consigue poniendo una cuota, un número, sino también trabajando contenidos. Un ejemplo de trabajo con el género fue el proyecto Venus sense cànon, que mostró las piezas de un grupo de mujeres víctimas de la violencia machista en colaboración con la Fundación IReS", explica.

La Associació d'Artistes Visuals (AAVIB) denuncia directamente la falta de artistas mujeres tanto en exposiciones como en jurados. "Si bien tenemos una ley autonómica de igualdad [aprobada en 2016] que determina que las instituciones públicas deberían velar por la paridad, ésta no se consuma". Para la entidad, tampoco se cumple el código de buenas prácticas artísticas profesionales. "Demasiado a menudo encontramos estos dos parámetros juntos: falta de mujeres artistas y malas prácticas; esto precariza aún más la situación de la artista mujer". Un dato sorprendente, comentan, es que en Bellas Artes el 68% del alumnado son mujeres; en cambio, sólo un 20% están representadas en galerías y un 25 en la pasada edición de Arco.

Abusos de poder, favores sexuales

Tampoco ven con buenos ojos que en torno al Día de la Mujer, las instituciones llenen sus agendas con exposiciones de mujeres, "lo que se ha venido a llamar 'mujerismo', para dar visibilidad al trabajo de éstas como un hecho excepcional y de corta duración, dejando de lado el arte hegemónico. Olvidando que las mujeres padecen una brecha de género en todas sus acciones durante todos los meses del año", señalan. "Hay que ir con cuidado con este tipo de muestras que parece que están dedicadas a minorías y son como un ejercicio puntal de visibilización". Desde la AAVIB también recuerdan las problemáticas vinculadas a los abusos de poder en el mundo de la cultura. "El sector de la industria del arte en España o en EE UU se ha posicionado de manera contundente explicando que nadie se sorprendería cuando los conservadores ofrecen exposiciones o apoyo a cambio de favores sexuales", denuncian. "Hay artistas a nivel internacional que han denunciado situaciones de este tipo, como Cindy Sherman, Helen Marten o Laurie Anderson, entre otras".

Desde la delegación balear de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA), se comentaron algunas propuestas que desearían poner en marcha. "Ante el nuevo Institut d'Indústries Culturals, estaremos en la parte de asesoría. Propondremos que haya mayor paridad de género para constituir este tipo de industria", desvela la delegada balear de ACIMA Victoria Morell. "Pediremos también que los comités de selección de propuestas de IB3 sean paritarios y que esa paridad también afecte a los contenidos. Y recomendaremos que la igualdad se tenga en cuenta en los festivales de cine mixtos", detalla.

Según la Encuesta de Población Activa, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística, las mujeres nunca han llegado a ocupar el 40% del trabajo cultural y los hombres nunca se han apeado del 60%. La brecha se mantiene sin fisuras desde los últimos siete años pese a las leyes y medidas aprobadas.