Unos tanto y otros tan poco. El Día Europeo de la Música repartió público en Palma a partes desiguales pero coincidió, en todos los escenarios instalados, en entrega, pasión y talento desde los micrófonos y los instrumentos que sonaron, desde el Parc de ses Estacions al Museu de Mallorca, pasando por Es Born y La Misericòrdia.

En el Passeig des Born hubo peleas, sin llegar a las manos, por una de las 1.500 sillas que el ayuntamiento colocó para seguir el recital de Concha Buika con la Orquestra Simfònica de Balears. Todo lo contrario que en el Parc de ses Estaciones, el otro punto caliente de la jornada, nunca mejor dicho, porque allí el lugar más buscado fueron las sombras en un recinto desolador.

Redes sociales y corrillos ardieron en protesta contra la decisión de montar, por segundo año consecutivo, la Festa de la Música -organizada por el Consell- en el Parc de ses Estacions, donde hubo actuaciones musicales entre las 11.30 y las 22.00 horas. "A 35 grados", "músicos, a morir bajo el sol" o "no han ido ni los políticos a hacerse los selfies" fueron algunos de los comentarios que corrían por Facebook.

"Como mínimo podrían habernos puesto un toldo, porque tocar aquí es más duro que recoger almendras", espetó Jaume Bergas, líder de uno de los grupos, Negrei3colors, que desafió las altas temperaturas para darlo todo sobre el escenario, en un ambiente desangelado.

"Ha venido poca gente, una lástima", afirmaron dos de los representantes de las discográficas que se sumaron, con sus expositores, a la Festa de la Música, Pinxo, de Espora Records, y Peter Terrassa, de Runaway.

Diez horas de conciertos -por la que los músicos cobraron 75 euros cada uno- que, según los protagonistas, ya podrían celebrarse a diario, y no una vez al año. "Las instituciones apoyan muy poco la música, a todos los niveles. La cultura crea votantes con criterio y eso resulta peligroso", señaló Alberto Vizcaíno, de Psiconautas, otro de los grupos presentes en la salida de la Estació Intermodal, donde también sonaron Calàpot, Roulotte, Hombrespájaro, Marga Rotger, Urtain y Rumba Katxai, estos dos últimos con más suerte, al estar programados a última hora del día, cuando el sol ya bajaba y el número de espectadores fue aumentando.

"No aprenden de los errores. Ya hubo protestas el año pasado y se han vuelto a repetir. El Parc de ses Estaciones no sirve para este tipo de celebraciones. Plaça d'Espanya, que está aquí al lado, da más sombra y reuniría a más gente", opinó Carles Martí, uno de los palmesanos que decidió seguir los conciertos desde una de las terrazas del parque, al igual que el actor Salvador Oliva.

Las calles del centro también se convirtieron en escenarios improvisados donde algunos grupos y músicos en solitario interpretaron sus canciones, como un cuarteto de metal que logró reunir a un buen número de viandantes en la calle Sant Miquel, con la música de Nicola Piovani ( La vida es bella) como reclamo.

En el patio de la Misericòrdia sí hubo gente, y mucha, para escuchar a los alumnos de la Escuela de Música de Palma, donde se ejecutaron desde piezas para batucada hasta una versión del Inspector Gadget, la popular serie de televisión de los años 80 y 90. Tampoco faltó en el Museu de Mallorca, donde el swing y el jazz se erigió en protagonista con Long Time No Swing, el grupo en el que militan Guillem Fullana y Guillem Nadal, entre otros.

Aunque el auténtico hervidero de público se coció en Es Born. Mucho antes de que empezara la actuación de Buika, las sillas ya tenían dueño, lo que despertó las iras de algunos. "Esto no puede ser. Hay sillas libres, pero los de al lado dicen que se las guardan a amigos y familiares. Un descontrol", protestó un espectador.

Protestas que continuaron empezado el concierto de Buika y la 'Ciutat de Palma', dirigida con maestría por Toni Cuenca. ¿El motivo? Solo el público de delante del escenario pudo escuchar con claridad la actuación. El de los laterales, situados en las calles, cortadas al tráfico, del paseo, sufrió para oír algo. Y eso que lo que sonó fue brillante, desde la primera canción, Mi niña Lola, al clásico Siboney de Ernesto Lecuona.

Un recital, en el que no faltaron las improvisaciones, las Nostalgias, la Tramuntana, los ruegos ( En el nom de la Pau) y los fans 'número 1' de Buika, como su madre y su hermano Guillem.