El fotógrafo mallorquín Javier Izquierdo presenta tres años de instantáneas tomadas en el epicentro del exceso etílico y sexual

Se le hace a uno la boca agua: un fotógrafo de gran talento pasa varios años haciendo fotos en un microcosmos único como Punta Ballena, en Magaluf. La intuición dice que las imágenes que se pueden tomar allí son infinitas y exclusivas, y que por tanto alguien con ojo, habilidad y paciencia puede conseguir una galería antológica. El leit motiv de todo lo que sucede en el lugar donde el exceso es fomentado está certeramente resumido en el lema impreso de una de las camisetas más vendidas en la zona: “Lo que pasa en Magaluf se queda en Magaluf”.

Javier Izquierdo

(Palma de Mallorca, 1976) es un joven fotógrafo cuyo trabajo le ha puesto en vanguardia de las nuevas generaciones de autores. Una de sus últimas series fue la extraordinaria Francisca Femenías, muerte después de la vida, dedicada a los últimos dos años y medio en la vida de una tía abuela suya. Lleva varios años trabajando en su proyecto sobre Magaluf, “aunque lo que presento se limita a los últimos tres años. Tengo muchísimo material, pero he desechado todo lo que hice previamente, en digital, y lo rehice con cámaras de carrete desechables, porque lo que tenía no me parecía un reportaje completo. Además, con ese tipo de cámaras de usar y tirar hay que ser rápido, algo que me gusta”.

Izquierdo afirma que no le interesaba sólo la noche, sino “también el día, la playa, etc. No quería únicamente fotos salvajes. Al principio sí buscaba el impacto, pero enseguida me puse a buscar que las imágenes dijeran algo. Yo fui a buscarlas, y no al revés. No me limité a plantarme allí”. Como es inevitable, y a pesar de que fotografiar en la vía pública no plantea a priori ningún problema legal, llegaron las contrariedades: “He acabado muy, muy harto. No he tenido que salir corriendo de ningún sitio, pero sí he tenido mil peleas y discusiones, aparte de con los retratados, con seguratas, policía y especialmente con agentes de incógnito. Da igual si es legal o no: no eres bienvenido en ningún lugar, todos te destestan y molestas a todo el mundo”.

Es inevitable que las imágenes tengan más de documentación que de trabajo estilizado. El fotógrafo lo admite: “Aunque soy muy paranoico con lo estético, lo importante para mí era la información. Por eso he tardado tres años. Aún así, creo que estéticamente son correctas, y que es un trabajo digno de ser mostrado”. Sobre la carrera comercial de este proyecto, se muestra escéptico: “Este proyecto ha sido muy duro, y mostrarlo es algo que está en el aire, pero no tengo muchas esperanzas. Me gustaría exponerlo a nivel local, en una galería pública, pero no es fácil enseñar esto en Mallorca. Dudo mucho que interese”.

Ver las fotografías de Javier Izquierdo produce también una sensación curiosa: la de novedad. Es recurrente ver cada verano reportajes sobre Punta Ballena, tan repetitivos como obvios, pero desde luego nadie había retratado la crudeza, el realismo sucio y el exceso como él lo ha logrado. Al lado de su trabajo, oportunismos previsibles como Geordie Shore parecen un documental del Canal Disney. Noblemente, Izquierdo prefiere desmitificar su logro: “Mi único mérito es ser tenaz. Haber aguantado más que nadie. Y diría más: en Magaluf hay muchísimos reportajes brutales. Sobre los hoteles, la venta ambulante, la prostitución...”.

Las fotografías de Javier Izquierdo pueden verse en javierportfolio.com.