Hay un par de tópicos que al gironí José Domingo le sientan fantásticamente. Por ejemplo, “autor de uno de los discos del año”. Su segundo álbum en solitario, el autoeditado En la distancia, contiene música que, en lo que podría ser otro tópico, apesta a personalidad. Grabado en Palma, en La Puerta Cósmica de Palam, el estudio de Jordi Herrera y Puter -integrantes de Satellites-, ha contado también con la colaboración de Xisco Albéniz de La Búsqueda. Es normal que ante los conciertos de hoy y mañana tal conjunción de talento haya puesto al público no a la expectativa, sino hambriento.

José Domingo: Presentación de ‘En la distancia’.

Invitados: Jordi Herrera y Puter (Satellites), Pep Toni Ferrer (Oliva Trencada, Saltamartí), Xisco Albéniz (La Búsqueda),

Hoy martes, Teatre Mar i Terra (Sant Magí, 89). 21 h., 6 €.

Mañana miércoles, Teatre de sa Congregació de sa Pobla. 21 h., 6 €.

-Más que psicodélico, comentario habitual sobre tu sonido y sobre tu último disco, me parece oír una música muy sensual. ¿Es eso la influencia mediterránea?

-Es la primera vez que me lo comentan. Me gusta; sensual tiene que ver con mediterráneo. Pero más que eso, la veo bastante sexual. Hay canciones que cuando las grabábamos decíamos “esto es sexo”. He cambiado un poco de registro como artista, y lo que más me excita ahora es ese lenguaje que tengo más cerca, sonoridades más flamencas o arábigas que tienen ese toque mediterráneo, aunque no en el sentido folclórico.

-Ya desde Psychoine ambicionas hacer músicas, como se diría en el cine, “de género”: cabaret, canciones muy pausadas, rock bien vigoroso, bien lisérgico, cajones estilísticamente muy reconocibles.

-Con Psychoine es una onda más estándar pop-rock, quizá sí con un toque de banda sonora de vez en cuando. A veces me dicen que pongo los acordes como si estuviera hablando en una película. Pero en este último disco no lo he tenido muy en cuenta: simplemente han salido así.

-Intuyo que no hay término medio: esa versatilidad debe resultarte o bien muy difícil, o bien muy fácil.

- Debe ser fácil, porque ni lo pienso. Es mejor dejarse llevar por el inconsciente, por la intuición. Intento no limitar mi creatividad y apoyarla con gente que está en el mismo planeta creativo que yo. Un artista debe ser poliédrico, aunque no como obligación.

-¿Dónde y a qué hora oyes tus futuras canciones? ¿Eres metódico como Nick Cave, quien dice escribir canciones como un oficinista, estrictamente de 9 a 5?

- No soy de horarios, pero sí soy currante. Trabajo bastante de noche, sin distracciones, pero este disco no es sólo nocturno. Hay cosas bastante luminosas. La noche no tiene por qué ser muy oscura, creativamente hablando.

-Sólo hay dos tipos de músicos: los que se crean un personaje (Bowie, Gainsbourg) y los que no (Rolling Stones, Dylan). ¿Tú tienes un personaje?

-No sé si hay sólo dos: hay gente que tiene un personaje pero que, cuando no está tocando, tiene otro personaje. Y no sólo los músicos, sino también los periodistas, los pintores… Si das una conferencia, estás actuando de cara al público. Si haces un espectáculo no es sólo que ofrezcas un personaje, sino que tienes que ser visual. Si eso significa tener un personaje, yo no sé cuál es el mío. Debo ser el mismo pero un poco más exagerado, histriónico, duro… No tengo unas reglas para mi propio personaje, pero sí quiero la libertad creativa que éste me da.

-“Página en blanco”; “Negro sobre negro” [títulos del último disco]. ¿Eres –o quieres ser– un artista radical?

-(ríe) En absoluto. Es que, últimamente, los colores me están transmitiendo muchas vibraciones, sensaciones muy potentes. Me inspira la música, pero diría que mucho más las imágenes de cada día. No es pretensión de radicalidad o por contraste blanco/negro, sino porque a la hora de cantar, hacer letras o componer siempre sale alguna cosa de color. Y no me quiero cortar si me sale así.

-De ahí que cantes en este último disco “hay muchos más colores que el negro”.

-Por supuesto. Según los ordenadores hay 200 o 300 millones.

-En el último disco con Psychoine, “Lejos en mí”, cambiasteis al castellano. En tu primer disco en solitario, “Suddenly”, volviste al inglés. ¿Por comodidad, por inseguridad o circunstancial porque se grabó en París?

-Sobre todo lo último. Las canciones que hago en castellano las planteo normalmente para arreglos de banda. Pero las de inglés son como lo que hago en casa, más desnudo y para defenderme bien por ahí, sin depender de varios instrumentos a la vez. En París, a una cierta gente les gustó mucho lo que tocaba yo solo, y quisieron apostar por exactamente lo que habían visto esa noche, y de ahí el disco. Aunque la inseguridad, probablemente, también la tenga ahora.

-Con la música ya tenías tus referentes. ¿Los tenías cuando pasaste a escribir letras en castellano, o tuviste que ponerte a buscarlos?

-Seguramente tenía influencias inconscientes, pero así como hay gente que dice “tengo que escribir en castellano; voy a leer a Machado o a Lorca”, yo hago lo mío muy humildemente y creo que es un error cambiar de referentes.

-¿En qué punto estás con los textos en castellano: te sientes insatisfecho o vas embalado y quieres escribir más y cuanto antes?

-Ya tengo un tercer disco en solitario y el próximo de Psychoine. Estoy muy cercano a la felicidad absoluta. ¡Muerte por el éxito! Con este disco estoy muy satisfecho: era un riesgo absoluto, tal vez por lo que decíamos antes de los referentes, porque nos dejamos llevar por lo que nos dio la gana. Está siendo el tema de conversación entre los que lo han oído: “Me gusta pero, ¿esto qué coño es?”, aunque tampoco es que sea muy original. Es importante que el artista se deje llevar sin tener que justificar el por qué.

-¿Y esos dos próximo discos son en castellano o en inglés?

-Todo en castellano. Hacer una canción en inglés, ahora mismo, no me pone. No me excita como puede hacerlo la palabra “negro”. Lo veo muy lejano, ya pasó. Ahora estoy haciendo colaboraciones con un grupo flamenco y tengo un proyecto con artistas catalanes muy conocidos. Pero todo no por cuestiones políticas, porque creo que en el arte, el idioma no tiene que significar política.

-Un músico inglés me dijo que entendía perfectamente que para un español no es exactamente lo mismo que un señor o señora, desde un escenario, te diga “I’m gonna fuck you” o que te diga “Te voy a follar”.

-¡Exacto, no tiene nada que ver! Ahora soy consciente un poco más de quién soy, con mi currículum y mi rodaje, y más consciente de que soy de aquí. En vez de un arma de complejo, me parece una buena arma para explotarla, para asentar mi punto de vista según el localismo. Creo más en una música que potencia la realidad inmediata que tienes día a día, que no la que se supone que flota en un éter mundial. La gente de mi círculo, o mejor diría de mis círculos anteriores, tiene como referencias grupos americanos o ingleses que están de putísima madre, pero no son su realidad. Expresándote sobre tu día a día es como eres más fuerte.

-Has añadido una parte audiovisual al disco: la pieza de 11 minutos del mismo título que el álbum, que incluye los clips de “Lejos en mí” y “Lunar”. Una audacia con lo mal que está la MTV, convertida en una ponzoña para críos.

-(ríe) Es cierto que la MTV es el McDonald’s de la música. Para los vídeos, me dejaron una cámara doméstica, y como soy diseñador gráfico, me puse a experimentar con el Final Cut [software de edición de vídeo digital]. Hice un videoclip sin salir de casa con una amiga, Anita Diamond, y me gustó lo suficiente como para seguir y añadir varios seguidos, una especie de corto, aunque sea sin sentido. Es la primera vez que lo hacía y es uno de los trabajos de los que más orgulloso me siento, aun siendo un proyecto muy individualista en la dirección y el montaje.

-Es por tu formación gráfica que los has realizado y dirigido tú mismo.

-Sí, porque con esos estudios en audiovisuales tienes una intuición mucho más rápida. No consulté con nadie, me lo monté yo solo y me resultó muy fácil por ese “pre” que tenía como diseñador.

-Inglés, castellano, y ahora el lenguaje audiovisual: otro idioma con el que intentar decir o comunicar.

-Tampoco había mucha pretensión de que se entienda o de comunicar nada en concreto.

-Puro esteticismo.

-Ejercicio estético total. Para mí sí que tiene un significado, pero como no soy quién para imponer el mío, lo dejo abierto para todo el mundo y que cada uno haga su interpretación. El mismo criterio que en la música. Es cierto que es otro lenguaje, pero de la misma manera que también pinto, o estoy preparando un libro, me entretengo de estas maneras, creando, en vez de mirar la tele. Me lleva la cabeza a otro lugar en el que me siento más descansado.

-El disco tiene personalidad y calidad evidentes. En tu opinión, ¿por qué en España el talento musical no se traduce en difusión masiva, generalista, y en dinero, en mucho dinero, como sí sucede en el ámbito anglosajón?

-La no compensación de talento en dinero no es una novedad, y no sólo española. Depende de tu planteamiento: si quieres ser muy famoso, tienes que hacer otro tipo de estrategia y de música, más fácil, sin arriesgar, ateniéndote a las normas del mercado o, mejor, de la industria, que es la que manda. Pero gracias a dios, con este disco, en el que creo que he arriesgado muchísimo junto a Jordi y Puter, hay gente que me está diciendo que tiene calidad. Y es a esa gente a la que me dirijo. Mi público es minoritario pero conocedor de la historia de la música.

-¿El problema es similar a lo que sucede en Cataluña, donde se da más cancha mediática a lo que Pau Riba definió aquí, en Palma, como “música para la tieta”: fácil, blanda (Manel, Els amics de les arts, El petit de Cal Eril)?

-Los conozco a casi todos, son amigos, y cada uno hace lo que puede. En Cataluña se favorece la música creada en catalán, lo que crea agujeros culturales con los artistas que no se expresan en ese idioma. Cuesta hacer escena. Cuesta ser libre. Tanto la Generalitat como las propias compañías discográficas tendrían que ser un poco más libres, pero es que todos están bastante apurados de dinero. Aunque precisamente por eso tendrían que abrir miras. Yo no reivindico mi sitio creativo. Me da igual dónde me encasillen. Pero sí hay una especie de conformismo desde hace muchos años, de facilidad, de poca profundidad creativa. Se está haciendo una música cómoda, como de fórmula Ikea, muy naif, poco arriesgada, con exceso de corrección. Pero hay gente como Sanjosex o Mazoni, bastante más arriesgados y personales, sigan o no la tradición.

-Pep Toni ‘Oliva trencada’ me dijo que, en Cataluña, todo el que es ambicioso copia a Isaac Ulam.

-No sé si la ambición e Isaac tienen algo que ver. Es un tío con muchísimo talento, muy galáctico, difícil de entender a veces, pero musicalmente es uno de los que despunta junto al mismo Pep. Lo bueno de gente como él e Isaac es que creemos en el localismo, que la autenticidad de lo que estás haciendo viene de la realidad cotidiana, no de una supuesta veleidad de América. Produje el primer disco de Isaac, y creo que es uno de los mejores discos en catalán de aquí a diez años.

-¿Has venido a Mallorca a vampirizar el enorme talento que aquí todos sabíamos que tienen gente como Jordi, Puter o Xisco Albéniz?

-(ríe) ¡Totalmente de acuerdo! Nos hemos hecho amigos, y ha salido muy natural. No vampirizo, pero sí que me nutro de ellos.

-¿Por qué Xisco Albéniz y por qué en “Rojo el desengaño”?

-Tras oírle silbar y hacer codas en muchas canciones de amigos, y como soy muy seguidor de La Búsqueda, le dije que tenía que cantar y dejarse de silbiditos (ríe). Le dije que escribiría una canción para cantarla a dúo. Los dos estábamos pasando un momento sentimental curioso y bastante paralelo, e hice la canción haciéndome representante de mi movida e incluyéndole a él a través de lo que habíamos hablado al respecto. También es que quería sacar en el disco a los mejores cantantes que conozco: Xisco, Jordi Herrera y María Rodés.

-Las producciones caseras ya no son sinónimo de lo-fi

-Hay que tener en cuenta que este disco tampoco era una producción casera. Lo hemos grabado con Jordi y Puter, profesionales de primera línea con mucha experiencia. Somos tres productores en este disco, y estábamos de acuerdo en que ninguno quería que sonara a estándar radiofónico, aunque el planteamiento de alguna canción sea un poco más comercialoide. Si fuera a un estudio muy profesional, con un productor muy profesional, no sé si aceptaría ciertas cosas, si yo estaría dispuesto a asumir y normalizar el estilo que tengo. Creo que hemos conseguido un sonido auténtico: pones el micro y lo que suena, es. No hay que retocarlo todo porque no suena “profesional”. Profesional es el sonido de la Velvet. No tengo un complejo de “esto no suena suficientemente profesional; vamos a ponerle tres reverbs”.

-Una cuestión obligada respecto a la actualidad: ¿tienes un iPhone?

-Pues sí, y me parece un gran aparato. Nunca he estado en contra: cámara de fotos, de vídeo, grabadora de voz para grabar melodías… Me parece un buen aparato.

-Última pregunta: ¿qué hay en la distancia?

-Un horizonte del mar. Quiero retirarme, si puede ser, por aquí. Pero no en la distancia, sino delante del mar. Sería un lujo total.