'Sobrevivir al hábitat': poesía y ensayo bien avenidos

Sonsoles Hernández Barbosa escribe poesía sin puntuación, sin mayúsculas, con una total carestía de elementos superfluos

Sonsoles Hernández Barbosa

Sonsoles Hernández Barbosa / A.M.

Aránzazu Miró

Aránzazu Miró

¿Conviven como intrusos la poesía y el ensayo? Asisto a la presentación del segundo poemario de Sonsoles Hernández Barbosa, profesora de historia del arte de la UIB, que le acaba de publicar Trea en su colección Poesía, y aprovecho para recopilar sus otras publicaciones, ¿mayoritariamente ensayísticas? La sorpresa supone constatar que en un año en que ha sido madre, ha publicado además dos libros Sobrevivir al hábitat es el título de poesía de vitalismo diríamos que autobiográfico que fue escrito un tiempo atrás: en tres partes bien diferenciadas, ese hábitat del título es el resultado de la primera caída, la huida subsiguiente y el regreso final, la construcción del hogar «como espacio de pertenencia», que es adonde nos lleva. Un hogar que se convierte en lugar a partir de los objetos que lo pueblan: un cactus, las flores, el detalle y los cuidados de lo cotidiano, en esa reconstrucción del kintsugi japonés: «visibilizamos sus cicatrices», porque en realidad, nos anuncia, «habita un renacer», en el que la certeza de la caducidad nos lleva a la supervivencia: «la palabra al viento».

Sonsoles Hernández Barbosa escribe poesía sin puntuación, sin mayúsculas, ¡cuántos versos sueltos!, con una total carestía de elementos superfluos. ¿Es o no es un poema el verso que ocupa la primera página del texto?: «visto de frente el filo de la navaja apenas se percibe». Esa contundencia, esa inmediatez, esa celeridad pero también esa frescura es lo que transita sus poemas.

El segundo libro al que quiero referirme es Un martes en casa de Mallarmé. Redon, Debussy y Mallarmé encontrados, que acaba de publicar la editorial Abada, que tiene obra suya en el catálogo desde 2013: Sinestesias. Arte, literatura y música en el París fin de siglo (1880-1900) en realidad es posterior a la que ahora comentamos, que vino a ser un punto de partida para esas reflexiones genéricas de las Sinestesias.

Un martes en casa de Mallarmé. Redon, Debussy y Mallarmé encontrados disfrutó de una primera edición en ámbito académico (editorial Complutense, agotada e inencontrable) a raíz del premio Dámaso Alonso de Ensayo que le concedió esa universidad. Es el texto que rescata y reedita ahora Abada, donde se gesta el desarrollo posterior de las sinestesias. París, fin de siglo, tres artistas aparentemente tan diferenciados como Odilon Redon –plástico–, Debussy músico y el poeta Mallarmé establecen una vinculación estética a raíz de los encuentros en casa de Mallarmé; estamos en mayo de 1891.

Sinestesia como correspondencia sensorial entre estos tres artistas de los que desentraña relaciones estéticas poco conocidas, es el trabajo realizado por Sonsoles Hernández Barbosa en este ensayo, que tiene una clara continuidad en el universo creativo parisino de fin de siglo que alumbró a continuación.

Y nos quedamos sin mencionar la publicación de Vidas excitadas, en el que nos lleva a cambiar de tercio: la estimulación de los sentidos que provoca –de nuevo– ese momento fin de siglo con el advenimiento del capitalismo.

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