¿Ciudad lista o ciudad tonta?

No es un libro cualquiera, es una especie de manual sobre la innovación y el liderazgo para concejales

Antoni Vives

Antoni Vives / Ricard Cugat

Marc Masmiquel Mendiara

Marc Masmiquel Mendiara

Si los urbanistas tuviesen que escoger sólo un indicador para evaluar si una ciudad es una “ciudad inteligente” hay una respuesta clara: el número de bicis circulando. También el número de metros cuadrados con sombra de árboles, o el espacio de las aceras en comparación al destinado para aparcamientos… La idea, si se quiere avanzar, es escoger lo mejor de las mejores iniciativas, y bajo ese concepto el asesor en urbanismo Antoni Vives nos comparte su experiencia en Barcelona, por medio de este ameno ensayo: Smart. Antoni es economista de profesión y ha sido un impulsor entusiasta de la inteligencia aplicada en la ciudad, en el urbanismo. La transformación de Barcelona en una gran prueba de cómo se puede hacer en muchos aspectos.

Quizá no llueve a gusto de todos, pero hay acciones que transforman el modo de relacionarnos con la urbe. Paradigmáticos son los Ateneos de Fabricación, donde las herramientas son como libros de una biblioteca. En Palma no tenemos un Fab Lab municipal, pero ya estaría bien. En Barcelona son un ejemplo puntero de cómo la tecnología punta puede ayudar a la ciudadanía, y obviamente muchas más cosas, como las relacionadas con el flujo de personas, la movilidad sostenible. Y especialmente el humor de sus habitantes, si la gente es agresiva eso nos anticipa un conflicto.

Imagina que vas circulando por Palma, en bicicleta con tu hija en la sillita. En tu carril de repente un coche decide girar y se para, para evitar una situación peligrosa cambias de carril señalizando el cambio, además te incorporas en un carril 30 señalizado. Un todoterreno de un «cuerpo consular» no respeta ese adelantamiento y te adelanta haciendo una ese para ponerse delante de ti, invadiendo un carril para buses adyacente. Como es habitual le vuelves a adelantar y aprovechas para decir «Fittipaldi» (Emmerson Fittipaldi, piloto de carreras de los años setenta cuyo apellido se utiliza desde hace décadas para denominar a quienes van por la vida veloces sin respeto a las normas de circulación). El conductor del todoterreno del «cuerpo consular» no sabe mucho de negociar o diplomacia, pues no duda en regalar unos improperios. Reflexión: la violencia en la ciudad puede darse con este tipo de conductas, que no sólo afectan a la convivencia, también contaminan. En los 1000 metros donde se ha dado esta situación, el Range Rover consular sobredimensionado y con un pasajero ha emitido a la atmósfera más de medio kilo de dióxido de carbono, cantidad, dicho sea de paso, que una planta de interior tardaría unos 250 días en procesar. Las conductas tienen efectos, independientemente de sujetos consulares. Así no avanzamos hacia una movilidad sostenible ni responsable, y mucho menos hacia una ciudad inteligente: los tontos promueven las ciudades tontas, o estúpidas. ¿Podemos hacer algo? Mucho.

Y por eso la necesidad de este libro, si eres alcalde, o concejal: un manual de innovación y liderazgo para todos aquellos que participan en el diseño de las ciudades del siglo XXI. Es bueno para el turismo, quizá, pero ante todo para el que vive, para el que habita la ciudad. Smart plantea lecciones teóricas y prácticas ineludibles si queremos no sólo sobrevivir, sino hacerlo con dignidad e inteligencia.

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